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El ADN confirma que un médico holandés usó su propio semen para engendrar 49 hijos en su clínica

Medio centenar de descendientes estudian si piden indemnizaciones por las inseminaciones ilegales

Isabel Ferrer
A la izquierda, Joey Hoofdman, presunto hijo de Jan Karbaat. A la derecha, el médico en una imagen de joven.
A la izquierda, Joey Hoofdman, presunto hijo de Jan Karbaat. A la derecha, el médico en una imagen de joven.

Jan Karbaat, apodado en Holanda “el médico inseminador”, ha resultado ser el padre biológico de al menos 49 hijos. El ginecólogo, fallecido en 2017 a los 89 años, regentó durante cuatro décadas una clínica de fertilidad cerca de Róterdam, y cuando el tratamiento con sus pacientes fallaba, utilizaba su propio semen ocultando que no era de un donante anónimo. Este viernes, las pruebas de ADN autorizadas por los tribunales han confirmado las sospechas de su prole, que se ha conocido gracias al caso. Karbaat tenía además 22 hijos de varias parejas sentimentales.

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Los análisis han sido efectuados en el hospital Canisius Wilhemina, de Nimega (al sur del país), después de que uno de los vástagos legítimos de Karbaat accediera, en 2017, a cruzar su ADN con el de 18 de los hijos de las mujeres tratadas en la clínica paterna. Cuando esas pruebas dieron positivo, los demás demandantes pidieron a los jueces una muestra de su supuesto progenitor. “Varios de los nuevos hijos sospechaban de Karbaat desde hace años, y muchos se le parecen físicamente, pero saberlo seguro era importante”, ha dicho Ties van der Meer, de la Fundación Hijos de Donantes, que les ha apoyado.

A partir de ahora tendrán que decidir si reclaman una indemnización a la familia de Karbaat por los gastos que les ha ocasionado el proceso. Tal vez también por los daños emocionales sufridos. Para algunas familias ha sido muy duro, porque Karbaat no solo vulneró la ética profesional. Tanto las mujeres como sus hijos creían que el padre era anónimo, y por eso han denunciado la falta de controles de las clínicas de fertilidad.

Moniek Wassenaar, una de las hijas que ha confirmado ahora su filiación, es psiquiatra de profesión y aseguró en 2017 a EL PAÍS que el médico se aprovechó de mujeres como su madre. “Estaban en uno de los momentos más vulnerables de sus vidas, y convencidas de que el semen era de donante anónimo, así que no preguntaron nada. Jugó con ellas y nunca tuvo en cuenta la trascendencia de sus actos”. Este viernes, Joey Hoofdman, otro de los hijos, y hermano por tanto de Moniek, se abrazaba a sus nuevos parientes oficiales. Joey acudió a la televisión holandesa en 2017 y contó el caso. Su parecido paterno es tal, que esperó hasta que muriera su madre para investigar sus orígenes y darse a conocer. En los años ochenta y noventa pasaron por la clínica de fertilidad de Karbaat unas 6.000 mujeres que engendraron cerca de 10.000 hijos, según aseguraba el propio médico. El éxito de sus tratamientos explica en parte que las pacientes no preguntaran cuando veían que, tras varios intentos fallidos, con otro donante lograban el deseado embarazo.

Para el hijo legítimo que aceptó proporcionar su ADN, el resultado tampoco ha sido una sorpresa. Ha hecho saber que su padre le confió tener “unos 40 descendientes” concebidos por inseminación de sus pacientes. Karbaat tenía mucho éxito porque trababa a una amplia gama de pacientes, desde parejas estables con problemas de concepción, a mujeres solteras y lesbianas. En 2009 se vio forzado a cerrar la clínica cuando la inspección sanitaria observó “graves problemas administrativos, con falta de registros adecuados y desorden documental”. La donación anónima de semen para la inseminación artificial es posible en Holanda desde 1970. Desde 2004, los hijos así concebidos tienen derecho a pedir los datos de su progenitor. En esa fecha, con el cambio de ley, todos los adolescentes de 16 años podían pedir el pasaporte del donante en el centro que atendió a sus madres. Una mujer no pudo encontrar al padre biológico de su hija, y ahí entró a fondo la inspección. 

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