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Pasar consulta con el miedo en el cuerpo

Las agresiones a sanitarios están al alza, una violencia que los profesionales achacan a la irritación de los pacientes por los efectos de los recortes

Protesta de médicos de atención primaria a las puertas de un ambulatorio de Valencia, el 7 de febrero.Foto: atlas | Vídeo: MÓNICA TORRES | ATLAS
Javier Martín-Arroyo

"Estaba en mi consulta con la gente esperando y de repente se levantó un señor y dijo 'aquí no pasa nadie más hasta que pase mi madre'. Me pegó un empujón, me insultó y cuando le dije que llamaba a la policía, me dijo '¡la policía soy yo!'. Presenté denuncia y condenaron al agente jubilado a un año y un mes de cárcel".

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El episodio que vivió un médico que pide el anonimato hace cuatro años en un centro de salud de Badajoz es uno de los brotes de violencia que cada año sufren los profesionales de la sanidad. Son miles, de menor a mayor intensidad, desde insultos a palizas, pero cada vez ocurren con más frecuencia o al menos se denuncian más. El pasado año se produjeron 6.384 "situaciones violentas", de las que 954 fueron agresiones físicas, el 70% a mujeres, según los datos preliminares del primer Informe Estadístico de Agresiones en el Ámbito Sanitario.

Los datos han sido recogidos por el Grupo de análisis y estudio de las agresiones a los profesionales del Sistema Nacional de Salud que el Ministerio de Sanidad creó en 2017 a petición de varios colectivos y Comunidades Autónomas.

Esta violencia se da sobre todo sobre las mujeres (70%). Se concentra en las consultas (el 28%), las oficinas para la petición de citas (15%) y Urgencias (13%). La edad media de los profesionales agredidos se sitúa entre los 35 y los 55 años y un 70% de los agresores son hombres, sobre todo pacientes (60%).

"En los casos restantes, los responsables de la agresión son los familiares u otros acompañantes", según el sindicato CSIF, que adelanta los datos de este primer registro de agresiones a nivel nacional, que en su mayoría "se producen porque el paciente está disconforme con la atención recibida (en un 50% de los casos), aunque también se dan por la gestión administrativa u otras razones ajenas a la atención sanitaria".

Estas primeras cifras "oficiales" apuntan a una subida en las agresiones: según los datos estadísticos de agresiones a sanitarios publicados por el Ministerio del Interior, 2018 cerró con un total de 298 hechos que ocasionaron 322 víctimas, de las que un 54,9% fueron mujeres.

Sin embargo, en lo que se refiere exclusivamente al colectivo médico, los datos del Observatorio Nacional de Agresiones de la Organización Médica Colegial reflejan un descenso: el pasado año 490 profesionales sufrieron una agresión, un 4,8% menos respecto a 2017. Se produjeron sobre todo en el sector público, el 85%; y es en hospitales y centros de salud los lugares donde suceden la mayoría de ataques —el 23% y el 53% respectivamente—, que suelen venir por parte de pacientes (un 70%, mientras que el resto son acompañantes) y consisten en amenazas (51%), insultos (35%) y, en menor medida, lesiones (14%).

La OMC y el sindicato de enfermería SATSE achacan los ataques a los recortes, que han multiplicado las listas de espera y deteriorado la gestión de las urgencias y la atención primaria, foco de tensiones donde los pacientes se irritan a la mínima y culpabilizan a los profesionales de las grietas del sistema.

“La falta de profesionales en atención primaria tiene a la gente crispada. Si el paciente en vez de esperar siete horas espera una, su talante y agresividad será menor frente al médico”, opina Carlos Camacho, responsable de prevención del Sindicato Andaluz de Médicos en Málaga, provincia que suele liderar los indicadores de ataques en esta comunidad. “Los pacientes están cada vez más disgustados, solo hay que ver las manifestaciones en la calle por la atención primaria y el déficit de médicos con la masificación de las consultas”, rubrica José Alberto Becerra, coordinador del Observatorio Nacional de la OMC. “Los recortes y las esperas prolongadas agudizan la crispación y generan frustración”, remata Verónica Díaz, del sindicato de enfermería SATSE en la Comunidad de Madrid.

La punta del iceberg

Hace siete años la media era de 6.083 agresiones al año en todo el sistema sanitario, 16 al día según los registros del Ministerio de Sanidad entre 2008 y 2012. Y los profesionales alertan de que estos números son solo la punta del iceberg porque la mayoría de ataques no se denuncian. El propio ministerio fijó en 2014 un porcentaje muy bajo: el 10,95%, ya que las agresiones verbales son el pan nuestro de cada día en numerosas consultas. El panorama de los profesionales parece que cambia, pero poco a poco. “Antes, el médico se resignaba y pensaba que el insulto entraba en la nómina, ahora ya no”, sostiene Héctor A. Galache, abogado del Colegio Oficial de Médicos de Badajoz con 11 años de experiencia en defensa de estos casos.

Como posibles soluciones, la OMC admite que al margen de que el alumnado reciba más educación sanitaria, es necesario reforzar la didáctica y mano izquierda de los médicos en el trato con los pacientes. “Hay que formar a los médicos en asertividad, detección de pacientes agresivos, resolución de situaciones conflictivas y empatía. Sobre todo, en la población diana: los médicos jóvenes que salen del hospital con escaso trato con el paciente. Todos no tenemos el mismo trato, algunos no somos Guardiola, somos más Mourinho”, reconoce Becerra.

¿Cómo pierden los papeles los pacientes hasta atacar a médicos, enfermeros, auxiliares o celadores? “Son cuestiones banales que la gente tolera mal. Detrás de cada caso hay un ‘no’ o un ‘luego’ en un porcentaje aplastante”, detalla Galache. En la bancada de enfrente, el abogado Javier Saldaña censura que estas agresiones “están sobrepenadas”. “Te pueden pedir hasta dos años de cárcel en casos sin agresión física, ni un solo arañazo, y ni un día de baja del médico. Hay que ponerse en el lugar del paciente cuando por ejemplo ha habido una muerte cercana”, ejemplifica el letrado. Desde 2015 agredir a un profesional sanitario sale más caro, ya que el delito de atentado es contra una autoridad y puede acarrear hasta cuatro años de cárcel. El jueves, día mundial contra las agresiones a sanitarios, se pidió que los de la sanidad privada contaran con la misma consideración.Pero ese blindaje no ha frenado los ataques.

Hasta el pasado verano muchos profesionales evitaban proseguir la vía jurídica porque su dirección postal personal debía quedar registrada en la denuncia, lo que podía propiciar que las agresiones o el hostigamiento continuara por parte del paciente denunciado fuera del centro sanitario. Hoy los médicos y enfermeros han pasado a tener la condición de testigos y los cuerpos policiales o las asociaciones figuran como acusadores en los procesos.

El pasado junio en Camarena (Toledo) un paciente atacó con una barra de hierro en la cabeza a un médico y ocho meses después se mantiene en estado crítico. Puede ser la segunda víctima mortal desde la doctora fallecida en Murcia hace una década. El camino por recorrer es muy vasto, coinciden los profesionales sanitarios.

Un botón del pánico instalado en el móvil

Una de las innovaciones para reducir el impacto de las agresiones en la sanidad es Alertcops, una aplicación lanzada en 2015 por el Ministerio del Interior pero que a finales de año espera incorporar un botón del pánico para los sanitarios. “El profesional que se vea en peligro pulsará su móvil y generará un audio de 10 segundos. El operador policial escuchará la grabación sin que tenga que hablar el sanitario”, explica el comisario Javier Galán, interlocultor policial sanitario que coordina 54 agentes repartidos por todo el país y que hacen de enlace con los centros sanitarios para intentar mitigar el auge de la violencia.

En los próximos meses se llevará a cabo una prueba piloto en una provincia y luego se extenderá el sistema al resto del país. La policía en las ciudades y la Guardia Civil en el ámbito rural tienen desde 2017 el cometido de establecer protocolos con los hospitales y centros de salud para facilitar las denuncias de médicos, enfermeros, auxiliares y celadores, y establecer pautas que reduzcan los comportamientos violentos.

Las agresiones se multiplican los martes y miércoles, entre las 10.00 y las 12.00, con un repunte a las 17.00, según los datos que ha recabado la policía durante el último año. “En noviembre y diciembre la actividad delictiva baja, aún no sabemos por qué”, subraya Galán, cuyos agentes han mantenido 1.300 reuniones en 2018 para extraer conclusiones que ayuden a radiografiar esta violencia, a la espera de que el Gobierno genere el organismo que unifique el río de información dispersa.

El primer paso es la geolocalización de los 3.000 centros de salud y 799 hospitales que existe en el país, según el Ministerio de Sanidad, datos que recopilan tanto la Policía como la Guardia Civil.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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