El Supremo ratifica 19 años de cárcel para un hombre que mató a su hijo para vengarse de su pareja
El alto tribunal recalca que el condenado, que clavó un cuchillo a su hijo en el corazón, lo hizo para causar a su esposa "un sufrimiento atroz para toda la vida"
Luis Miguel Serrano abordó a su hijo Julen, de 13 años, cuando salía del bar de la familia de su madre camino del colegio. El reloj marcaba las siete y media de la mañana del 1 de diciembre de 2011. El hombre convenció a su primogénito para que le acompañara a la vivienda donde habían vivido hasta la separación de los padres. Fue ya en la casa cuando Serrano se abalanzó sobre el niño con un cuchillo con una hoja de más de 11 centímetros y se lo clavó en el corazón. "Durante la agonía, él permaneció junto a su hijo. Y, a pesar de que disponía de un móvil con el que pudo haber requerido auxilio urgente o de que podía haberlo pedido a través de la ventana, no lo solicitó", sentenció el jurado que consideró probado que había matado al pequeño para "vengarse" de su mujer, Itziar Loinaz. El Tribunal Supremo acaba de confirmar la condena de 19 años de cárcel.
"Esta actuación supone un grave acto antinatura de gran perversidad", afirman los magistrados del alto tribunal en su resolución, donde rechazan el recurso presentado por Serrano contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, confirmada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. A lo largo de 60 páginas, los jueces insisten en que el acusado "dirigió" hacia su hijo las ansias de venganza que tenía contra su mujer, que le había pedido el divorcio. "Y esta forma de actuar supone un mensaje de propiedad del hombre sobre la mujer", continúa la sentencia. Desde que existe contabilidad oficial, que arrancó en 2013, 27 niños han sido asesinados por sus padres o las parejas de sus madres.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo coincide así en que el hombre buscaba causar a su mujer "un sufrimiento atroz permanente para toda su vida". Y que su decisión deriva de la incapacidad para respetar la libertad de su pareja para "iniciar una nueva vida". La mujer, que vivía en el barrio donostiarra de Antiguo, tiene con Serrano otros tres hijos más pequeños que Julen.
La defensa argumentó en el juicio que la víctima se suicidó o sufrió un accidente mortal al intentar abrir una ducha. Pero el jurado descartó rotundamente esta tesis, así como el Supremo en función de los informes forenses y los testigos que conocían a la víctima. "Todos los testimonios de las personas cercanas a Julen en las fechas previas al suceso (familiares, amigos, tutor) indican que la víctima era una persona feliz y no mostraba signo alguno que anticipara un posible suicidio", recuerda la resolución, que insiste en que "Julen tenía planes a corto plazo y estaba ilusionado". También recalca que los forenses no encontraron "heridas de tanteo, típicas en casos de suicidio".
En cambio, el jurado consideró probado que, tras esperar y comprobar que su hijo había muerto, Luis Miguel Serrano "se hizo varios cortes en el cuerpo con el mismo cuchillo, y con una navaja pequeña que portaba habitualmente realizó un nudo corredizo con el cinturón de un albornoz que anudó a la ducha del cuarto de baño anexo al dormitorio, abandonó la vivienda y se fue del edificio en motocicleta". Después se esfumó durante días, hasta que reapareció el 7 de diciembre de 2011.
Además de la pena de 19 años de cárcel, la Audiencia Provincial de Gipuzkoa también prohibió al condenado acercarse a su exesposa y a sus tres hijos en un radio de 500 metros, así como comunicarse con ellos por cualquier medio, durante 21 años. Unas medidas que mantiene el alto tribunal al considerar que, por la "gravedad y perversidad del acto", la pena impuesta al acusado es "ajustada".
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