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EXPLORACIÓN ESPACIAL
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Luz de luna

Chang’e 4 obtendrá valiosos datos sobre la geología de la cara oculta, que ya sabemos que no es igual que la visible.

Javier Sampedro
Un eclipse lunar visto desde el Teide en 2014.
Un eclipse lunar visto desde el Teide en 2014.Daniel López / IAC

La carrera espacial ha sido un poco como la lógica de los medios. Una vez solventado el problema de viajar a la Luna, y ejecutado el prodigio unas cuantas veces, la NASA, los soviéticos y los que vendrían después se olvidaron del tema por facilón y repetido. Neil Armstrong dio un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad cuando pisó la Luna, pero de los demás astronautas que lo hicieron después solo se acuerdan en su casa.

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Las primeras misiones a la Luna viajaron a su cara visible. Era lo lógico: ya habría misiones posteriores que alunizaran en el lado oscuro. Pero no las hubo, porque una vez cansados todos de la carrera espacial, y agotados los presupuestos que los líderes bipolares estaban dispuestos a dedicar a ella, el asunto dejó de tener sentido. Sentido político, se entiende. El interés científico de la Luna sigue intacto en nuestros tiempos, casi medio siglo después de que Armstrong posara su bota en nuestro satélite.

El gran problema para explorar la cara oculta de la Luna no pertenece al género de la astrofísica, sino al de las telecomunicaciones. Richard Nixon no habría podido hablar con Armstrong si éste hubiera aterrizado en la cara oculta. Peor aún sería la situación de un rover o un robot que se pose allí. Armstrong, al fin y al cabo, podría haberse apañado con su propio criterio de militar, pero el robot no sabría qué hacer ante un imprevisto. Estaría tan a oscuras de las emisiones radiofónicas terrestres como nosotros lo estamos de ese lado que menciona la famosa canción.

Para que los ingenieros de la agencia espacial china puedan enviar instrucciones a la nave para el aterrizaje y la exploración, ha sido preciso enviar por anticipado otro satélite, Queqiao, que lleva desde junio en una órbita más allá de la Luna, desde donde puede ver el lado oculto, y también recibir los datos del robot lunar y transmitirlos a la Tierra.

Chang’e 4 obtendrá valiosos datos sobre la geología de la cara oculta, que ya sabemos que no es igual que la visible. También llevará allí huevos de gusano de seda y semillas de patata y de flores. Quizá algún día precisemos de todo eso para sobrevivir allí.

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