‘Trece razones’ para hablar del suicidio
Varios expertos explican que abordarlo más y mejor es la solución para reducir las muertes de las personas que deciden quitarse la vida
El éxito de la serie estadounidense Por trece razones, la historia de una joven que decide quitarse la vida y explicar los motivos en trece cintas de casete, consiguió que el suicidio fuera uno de los temas de conversación de medio mundo. Las búsquedas de Google se dispararon. Los jóvenes preguntaban a sus padres y los padres a ellos mismos: ¿Este tipo de contenidos donde el suicidio es el tema principal incita a las personas con ideas suicidas a provocarse la muerte? Debido al revuelo que causó la emisión, Netflix (plataforma que distribuye los capítulos) encargó un estudio para analizar de qué manera ha influido Por trece razones en la sociedad, Multinational survey: How teens, parents respond to Netflix show 13 Reasons Why.
Los resultados, basados en entrevistas a 5.000 espectadores de varios países y refrendados por la Universidad de Northwestern, fueron más que positivos: El 70% de los padres y el 77% de los adolescentes afirmaron haber consultado información respecto al tema y el 51% reconoció que, a raíz de haber visto la serie, pidieron disculpas a alguien a quien habían tratado mal. La mayoría aseguró que ver la serie les ayudó a comprender mejor la depresión, el suicidio, la intimidación y la agresión sexual. Pese a que varios expertos dudan de que esta cinta pueda incidir positivamente en la población, la mayoría de ellos coinciden en el fondo de la cuestión: hablar adecuadamente del suicidio en los medios de comunicación es la mayor prevención contra el mismo.
El psicólogo y presidente de la Fundación Salud Mental España, Andoni Anseán, afirma que cada día pueden verse decenas de ejemplos de cómo los medios caen en el sensacionalismo y publican noticias que pueden incitar a ideas suicidas. Un ejemplo, según el psicólogo, fue la muerte del dj Avicii, y en cómo los medios incidieron en las razones y el método que utilizó el músico para quitarse la vida. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya que no hay nada relevante en la manera en la que una persona se quita la vida, eso solo alimenta el amarillismo y el morbo”, justifica Anseán, que añade que buscar un motivo de por qué la víctima se provocó la muerte (el acoso escolar, el trabajo, etcétera) es “bastante simplista”, entre otras cosas, porque no siempre hay una única razón. “La conducta suicida es compleja y multicausal”, dice el presidente de la asociación.
Enfocar el tema por el reportaje, no incluir fotografías, huir de grandes titulares y no citar detalles, cómo el método que usó la víctima (para evitar dar ideas) o si dejó una nota. Estas son algunas de las máximas que la OMS cita para que los medios de comunicación informen sobre el suicidio.“El punto clave está en cómo se publica. Una información adecuada puede ser preventiva y una información inadecuada puede incitar. El objetivo es que la gente se asome al tema del suicidio de una forma más positiva”, puntualiza Anseán.
Junto a los medios, el psicólogo también señala a los miembros de la sanidad primaria como otro de los posibles agentes para prevenir los suicidios y asegura que “no están debidamente capacitados” para hablar del tema. "Del mismo modo que un doctor pregunta si fumas, si bebes o si estás siendo maltratada, debería preguntar al paciente si piensa en la muerte o en quitarse la vida”, comenta. Vicente Gasull, médico de familia y coordinador del grupo de trabajo de salud mental de Semergen (Sociedad Española de Médicos de Atención Primera) coincide con Anseán: el suicidio sigue siendo un tema tabú, también dentro de las consultas. El médico afirma que en el mundo de la medicina se habla poco del tema y que en la atención primaria hay mucha heterogeneidad de profesionales, por lo que es común ver profesionales que están preparados y que preguntan a los pacientes y gente que no. “Es nuestra obligación atender todas aquellas situaciones que nos pueden inducir a pensar que puede haber una ideación suicida, aun cuando dé reparo hacerlo”, dice Gasull.
Qué no hacer según la OMS
• Ignorar la situación.
• Mostrarse consternado o avergonzado y entrar en pánico.
• Decir que todo estará bien.
• Retar a la persona a seguir adelante.
• Hacer que el problema parezca algo.
• Dar falsas garantías.
• Jurar guardar secreto.
• Dejar a esa persona sola.
Desde su experiencia, el médico cree que lo mejor es, ante la duda, preguntar siempre, por ejemplo: ¿se le ha pasado por la cabeza la idea de la muerte?, ¿piensa que sería mejor morirse? o ¿con qué método ha pensado en quitarse la vida? “Es importante cuando hay un cambio de roles en gente mayor, cuando van falleciendo sus amigos o si se están quedando solos", explica. El especialista dice que hay cursos disponibles sobre el suicidio para especialistas y le gustaría pensar “que hay muchos compañeros que preguntan a sus pacientes”.
Otra de las áreas donde los expertos coinciden en que no se está haciendo nada es en los centros educativos. Una de las razones que apuntan es el miedo a no saber cómo abordar una problemática tan frustrante. El psicólogo Ángel Peralbo, especialista de adolescentes y jóvenes, explica que el primer paso es instruir a los docentes y, después, abordar el tema con los alumnos desde la manera más positiva. "Lo positivo se asocia a lo preventivo. No podemos prevenir desde la inseguridad y el desconocimiento. Debemos educar con la disposición que este tipo de cuestiones no ocurran", propone Peralbo.
El especialista también incide en que los profesores puedan reconocer cuáles son las señales que pueden advertir de que un adolescente está teniendo ideas suicidas y enseñárselas en clase para que los jóvenes las utilicen como herramientas preventivas, tanto para ellos mismos como para sus compañeros. "La adolescencia es muy altruista entre los iguales. Sería un logro si consiguiéramos que puedan ayudarse entre ellos", comenta el psicólogo. En cuanto a las series televisivas con contenidos suicidas, Peralbo señala que, ya que no se puede evitar que los jóvenes las vean, se trabajen las escenas y mensajes "que quedan en el aire en la serie que les puede llevar al sufrimiento interno" en las aulas y buscar soluciones.
El presidente de la Asociación Salud Mental España comenta que "falta muchísimo recorrido" para poder sensibilizar a la sociedad de que el suicidio es un problema educativo, cultural y sanitario. Anseán asegura que el primer paso es que el Gobierno haga efectivo un plan de prevención del suicidio, como ya anunció la anterior ministra, Carmen Montón, y ratificó la actual, María Luisa Carcedo, para concienciar a la gente y que este tipo de muertes se reduzcan. De media en España se suicidan unas 3.500 personas al año, según datos del Instituto Nacional de Estadística. "Estamos como hace 15 años con el tema de la violencia de género", compara el psicólogo.
Más de 16.000 intentos al año
El suicidio se ha producido en España de espaldas a la sociedad. Y la prueba está en el desconocimiento de su alcance real. El Instituto Nacional de Estadística publica el número de muertes que se registran atribuyéndoles esta causa –3.569 en 2016, de las que 907 fueron mujeres y 12 menores de 15 años, 7,6 por cada 100.000 habitantes–, pero los expertos aventuran que seguramente sean más, y que algunos accidentes o intoxicaciones tengan esta causa real.
Sobre los intentos, la incertidumbre aumenta. los datos de los ingresos hospitalarios por esta causa, según un trabajo del Instituto de Salud Carlos III, arrojan que en 2015 fueron 7.988 (una tasa de 10,7 por 100.000 habitantes).
Pero en esa cifra no se incluyen aquellas personas que intentan quitarse la vida y no llegan a ser ingresadas. Un estudio en Andalucía de 2007 publicado en PLOS One que analizaba las llamadas al teléfono de urgencias 112, calculaba que la tasa era de 34,7 por 100.000 habitantes. Teniendo en cuenta que Andalucía es la comunidad más poblada, los datos pueden ser representativos en líneas generales de la situación en todo el país. Ese año, el INE registró en toda España 3.263 defunciones atribuidas al suicidio, lo que da una tasa de 7,3 por 100.000 habitantes. Eso quiere decir que por cada muerte hubo casi cinco tentativas (4,75 para ser exactos). Llevado al total de España, eso arrojaría que si en 2016 se registraron 3.569 fallecimientos, hubo unos 16.900 intentos como poco (16.953 si las cifras fueran exactas). Pero este sigue siendo un cálculo conservador, ya que faltan aquellos intentos en que no participaran los servicios sanitarios. Y 2007 fue el año de menos llamadas a urgencias.
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