“Cada Rocío es como un ciclón”
Cada año decenas de miles de peregrinos transitan por el Parque Nacional de Doñana durante la romería de El Rocío. El estado en que dejan el espacio natural es objeto de polémica.
Juan José Negro (Madrid, 1964) se echa a temblar cada vez que llegan estas fechas. El director e investigador de la Estación Biológica de Doñana (EIB), creada hace medio siglo para promover la conservación y estudio de este espacio natural protegido y proporcionar refugio a especies en peligro, como el lince ibérico o el águila imperial, asegura que “todo vale” cuando llega el Rocío. Decenas de miles de personas transitan en esos días por el Parque Nacional y a su paso dejan cantidades ingentes de basura, una realidad ante la cual, dice, uno tiene que “taparse la nariz”.
La Estación, adscrita al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue declarada Patrimonio de la Humanidad y de la Biosfera por la Unesco en 1994. Gestiona las diez mil hectáreas de terreno que suman las fincas de las reservas biológicas de Doñana y de Guadiamar, el corazón del Parque Nacional, donde sólo se permite la entrada diaria de 140 visitantes en recorridos guiados y muy limitados. Excepto en el Rocío.
Pregunta. ¿Qué impacto real tiene la romería en el Parque Nacional de Doñana?
Respuesta. Doñana tiene problemas mucho más graves, como el robo de agua y los pozos ilegales, pero sin duda el tránsito de decenas de miles de personas y de miles de vehículos en una zona protegida y de gran valor ecológico provoca daños, sobre todo la basura y la suciedad que dejan. Nada justifica el estado en que los rocieros dejan en el camino. No es pedir demasiado, es una cuestión de respeto y de pura lógica: a nadie se le ocurriría escupir en una catedral.
P. Todos los años sucede lo mismo… ¿Qué opinan los que autorizan el tránsito (Gobierno, Junta, dirección del Parque Nacional)?
No estamos por prohibir el paso del Rocío por Doñana, pero sí por regularlo. Si hay una romería tradicional, pues que la gente pase caminando, a caballo o en carreta, pero no en vehículos de motor
R. El problema con el Rocío es que año tras año las cosas se tapan. Todo el mundo sabe lo que pasa, pero cuando viene la peregrinación se mira a otro lado. Es como si esperáramos estas fechas con resignación, como un ciclón inevitable que viene todos los años. Nos preparamos para pasarlo del mejor modo posible y que no deje demasiados destrozos. Viene el Rocío y nos tapamos la nariz, y esto no puede ser.
P. ¿Qué se debería hacer?
R. No estamos por prohibir el paso del Rocío por Doñana, pero sí por regularlo. El espacio natural tiene 108.000 hectáreas y 56.000 son Parque Nacional, que implica el máximo nivel de protección. Si hay una romería tradicional, pues que la gente pase caminando, a caballo o en carreta, pero no en todoterrenos, tractores y vehículos de motor. Que se obligue a la gente a tirar la basura en contenedores y que los sellen, no como ahora que la gente ensucia donde quiere. Yo respeto la devoción y las tradiciones, pero el Rocío tiene que ser respetuoso con Doñana.
P. Cada hermandad [hay 114] tiene además derecho a peregrinar por Doñana dos veces al año en fechas diferentes al Rocío.
R. Ese es otro problema serio del que nadie habla. No es sólo el Rocío: durante todo el año están pasando y acampando en el parque las hermandades. Son miles de personas, y aunque son movilizaciones más pequeñas, dejan basura y perturban un área protegida que durante todo el año tiene normas muy estrictas. La Reserva Biológica no es de uso público ni se permite el turismo, pero los peregrinos pasan por Doñana y se saltan las normas a la torera. A investigadores nuestros se les han echado a perder experimentos en los que llevaban trabajando meses. Y este año estamos investigando los cambios de comportamiento de las cigüeñas que anidan en zonas por donde pasa el tránsito de la romería…
Los rocieros tienen el privilegio de pasar por parajes bellísimos que además tienen un alto valor ecológico. Por una cuestión elemental de respeto, debieran ser los más ecologistas de todos
P. ¿Todos los rocieros tienen el mismo comportamiento?
R. Hay hermandades y peregrinos que son ejemplo de respeto a la naturaleza y a ellos hay que ensalzarlos. Los rocieros tienen el privilegio de pasar por parajes bellísimos que además tienen un alto valor ecológico. Por una cuestión elemental de respeto y de gratitud, debieran ser los más ecologistas de todos y actuar como los principales defensores de Doñana. Por desgracia, todavía no es así, aunque no dudo de que los irresponsables sean una minoría.
P. Las autoridades dicen que hay “equilibrio” y que el sistema de recogida de basura funciona.
R. Basta darse una vuelta por el Parque después del Rocío para comprobar que no es así. La suciedad y la inmundicia están por todos lados. Además, en las zonas de acampada no se ponen letrinas portátiles (algo que es común hasta en los conciertos de rock) y la gente hace sus necesidades en cualquier lado y tira los papeles de baño. Toda esa suciedad se va acumulando. Esa es la realidad, y no se debería confiar en un sistema de recogida de basuras que se ha demostrado que falla.
P. ¿Cómo cree que entenderá la comunidad científica internacional lo que sucede en Doñana durante El Rocío?
R. Doñana es un símbolo de la conservación a nivel mundial. Aunque el daño al medio ambiente no fuera tanto, por una cuestión elemental no deberían permitirse ciertas cosas. Si hay unas normas estrictas que rigen todo el año para preservar este enclave protegido ¿cómo es posible que durante los días de la romería se olvide todo y todo valga?. El respeto es lo fundamental.
La Línea, un ejemplo
Algunas hermandades, como la de la Línea de la Concepción, son ejemplo de respeto a la naturaleza y de concienciar a su gente de la importancia de defender y preservar el espacio protegido de Doñana a su paso hacia el Rocío. En 2014 La Línea peregrinó con 290 personas, además de 39 caballos, 16 carretas y 9 todoterrenos. “Antes veníamos con 20 vehículos, pero hemos logrado reducirlo a la mitad y queremos bajar más”, explicaba en la última romería su hermano mayor, Juan Antonio Valle Lima.
Su agrupación pernocta dos noches dentro del Parque Nacional, una en el Cerro del Trigo y otra en el Palacio de Doñana, parte de la Reserva Biológica. “Aunque todas la hermandades tenemos permiso para regresar por donde vinimos al acabar el Rocío, nosotros no lo hacemos”, indica. Son dos días menos... Y, quizás, de eso se trata.
La Línea también tiene un sistema de recogida de basuras propio que es muy efectivo. Cada carreta tiene un responsable que debe asegurarse de que todo queda limpio cuando se levanta el campamento. “Si tenemos el privilegio de pasar por aquí, debemos ser los más interesados en cuidar Doñana”, dice. “O si no un día nos dirán que no podemos pasar y habrá que callarse”.
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