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Rouco: “Ni siquiera el don de la vida se entiende como definitivo e inviolable”

Miles de personas asisten a la 'fiesta de las familias' convocada por el arzobispo de Madrid El Papa Francisco envía un saludo especial al acto de Sistach en Barcelona

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS
J. A. Aunión

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, defendió este domingo la familia cristiana frente a una “cultura de la tristeza” y de la “transitoriedad” en la que “ni siquiera el don de la vida se entiende como definitivo e inviolable” y frente a una “agobiante atmósfera intelectual y mediática”. Lo hizo durante la misa de celebración de la festividad de la Sagrada Familia en la plaza de Colón de Madrid ante miles de personas de distintos puntos de España y de varios países de Europa. En plena polémica sobre la reforma de la ley del aborto que impulsa el ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón y que sustituirá la norma de plazos por otra en la que solo se puede interrumpir el embarazo en algunos supuestos, la del “don de la vida” fue la única referencia al asunto que ha hecho Rouco Varela, que con 77 años está a la espera de que el Papa acepte su renuncia por haber superado la edad canónica de jubilación (75). Sí ha agradecido el también presidente de la Conferencia Episcopal Española en varias ocasiones la presencia de numerosos obispos en la plaza de Colón, probablemente, por las sonadas ausencias.

Este año, a la misma hora que en Madrid estaba convocado en Barcelona por el cardenal Lluis Martínez Sistach un encuentro similar que contaba, además, con el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el arzobispo Vicenzo Paglia. De hecho, el Papa Francisco, durante el Angelus desde San Pedro del Vaticano, ha hecho una mención especial a ese encuentro de la capital catalana, mientras que citó la celebración madrileña dentro del grupo “varias partes del mundo”. "Dirijo un saludo especial a los fieles que se han conectado con nosotros desde Nazaret, en la Basílica de la Anunciación, adonde ha viajado el secretario general del Sínodo de obispos; desde Barcelona, en la Basílica de la Sagrada Familia, adonde ha ido el presidente del Consejo Pontificio para la Familia […], desde Loreto (Italia), en la Basílica Santuario de la Santa Casa. Y lo extiendo a los congregados en varias partes del mundo con ocasión de otras celebraciones que tienen a las familias como protagonistas, como la de Madrid", ha ido enumerando el Papa.

En una mañana soleada pero fría (la temperatura estuvo entre los cinco y los siete grados), miles de personas se fueron apostando a partir de las 10.30 alrededor de la plaza de Colón, muchos en sillas plegables o sobre esterillas colocadas en el suelo, y muchos alrededor de banderas o de carteles que señalaban la procedencia de cada grupo: Cádiz, Alicante, Albacete… “Venimos a apoyar un poco la familia en la que creemos. Esta sociedad infravalora a la familia, pero creo que es el mejor núcleo para formar en valores, para formar a gente mejor y una sociedad mejor”, decía Juanjo, madrileño de 29 años, junto a su mujer, Rut, de la misma edad, y al bebé de ambos en la calle de Génova. El mensaje central durante toda la celebración ha sido de defensa de la familia cristiana como eje vertebrador de la sociedad y como centro ineludible para pasar de “una pastoral sacramental a una pastoral evangelizadora”, es decir, pasar a la difusión activa del mensaje católico.

Así lo ha defendido, citando al Papa Francisco, Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal (popularmente, Kikos), que, como uno de los principales centros de atención de la jornada, ha aboerto los actos de celebración en Colón. Durante la misa, Rouco Varela bendijo a un centenar de familias de este grupo católico que, precisamente, se van a desperdigar por distintas partes del mundo para “evangelizar en territorios de misión”. Varias de ellas fueron pasando por el escenario-altar de la plaza madrileña, coronado con una enorme cruz. Por ejemplo, Clara y Eduardo, que hablaron de los problemas de alcoholismo que habían encontrado en una pequeña comunidad taiwanesa y de su inminente partida a otro punto de la geografía china.

Justo antes de empezar la misa, las pantallas han conectado con el mensaje del Papa, en el que ha recordado el drama de las familias de emigrantes que huyen del hambre y de las guerras, quienes persiguiendo “sus legítimas expectativas se encuentran con situaciones difíciles que a veces parecen insuperables", y también a los "exiliados escondidos" dentro de las familias, los ancianos –“que a veces son tratados como una presencia molesta"- y a los niños.

Rouco, poco después, durante la homilía, has hecho constantes referencias a Francisco. Ha hablado de las "extraordinarias contrariedades económicas, sociales y culturales" y de un "clima de opinión pública y de medioambiente ciudadano en el que prima una concepción de la vida personal caracterizada por la transitoriedad" y en el que "ni siquiera el don de la vida se entiende como definitivo e inviolable". Además, ha asegurado que "no hay otro lugar" como la familia donde puedan encontrar consuelo y ayuda "los enfermos crónicos, los terminales, los que han perdido el puesto de trabajo, los desocupados sin expectativas de empleo en tiempo previsible, los jóvenes que han embarrancado sus vidas en el alcohol, en la droga, en el sexo salvaje".

Aborto, educación y matrimonio homosexual

Distintos analistas y partidos políticos como Izquierda Unida han interpretado el proyecto de reforma de la ley del aborto —a punto de llegar al Congreso de los Diputados para su tramitación— como una concesión a los sectores más retrógrados de la Iglesia católica. A pesar de que la reforma —que solo contempla el aborto en los casos de violación antes de la semana 12ª y en los que exista riesgo grave para la salud física o psíquica de la madre hasta la 22ª— no colma las reclamaciones de los autodenominados grupos provida, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, habló bien de ella en una reciente entrevista con el diario Abc. “Mejora la ley anterior”, porque “reconoce al concebido” como un bien jurídico a proteger, dijo.

Mucho más de lo que han dicho de la recién aprobada reforma educativa (LOMCE). Sobre ella los obispos mantienen la queja —exigen que todos los institutos estén obligados a ofrecer Religión en bachillerato—, a pesar de que la norma contiene también grandes concesiones a reivindicaciones históricas de la Iglesia.

Esto es, se elimina la asignatura de Educación para la Ciudadanía —la jerarquía católica llegó a promover entre los padres la objeción de conciencia contra la materia— y, sobre todo, recupera la materia obligatoria alternativa a la de Religión confesional (Valores Culturales y Sociales en primaria y Valores Éticos en secundaria). Además, su nota volverá a contar para todo, igual que las demás, incluso para conseguir becas o ser admitido en algún instituto, algo que no ocurría desde que se aprobó la ley educativa de 1990 (LOGSE). La idea de los obispos es que, de esta manera, se atraerá a más alumnos a unas clases de Religión católica que se han ido vaciando con los años.

Con respecto al otro gran caballo de batalla político de la Conferencia Episcopal Española, el matrimonio homosexual, parece que, de momento, el Gobierno de Mariano Rajoy no planea cambio alguno.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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