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Un comisario de policía alemán, sospechoso de canibalismo

Detlev G está acusado de asesinato La policía teme que se haya comido a un divorciado de 59 años

Un coche de la policía aparcado a las puertas de la Oficina de Investigación Criminal en Dresde (Alemania).
Un coche de la policía aparcado a las puertas de la Oficina de Investigación Criminal en Dresde (Alemania).SEBASTIAN KAHNERT (EFE)

El comisario Detlev G. niega un móvil sexual y también haberse comido a su víctima. Sus colegas del cuerpo policial sajón hablan del “trato extravagante” que dio al cadáver y la Fiscalía de Dresde investiga un asesinato perpetrado “para satisfacer inclinaciones sexuales”. El muerto era un divorciado de 59 años venido desde Hannover a Dresde hace alrededor de tres semanas. Tenía, según contaron a los investigadores algunos de sus conocidos, “la fantasía de que alguien lo matara y se lo comiera”.

Encontró a Detlev en el foro para caníbales de Internet Zambian Meat, que se ufana de ofrecer “la dirección número° 1 para carne exótica”. Tras su primer contacto el mes pasado, los dos hombres chatearon e intercambiaron correos y mensajes de texto hasta que la confianza mutua alcanzó para llamarse por teléfono. Quedaron el 4 de noviembre en Dresde y de allí viajaron, como habían acordado, a la pensión que el comisario G. mantiene junto a su pareja en la localidad de Reichenau. En el sótano del edificio vacío por reformas rebanó el policía la garganta de su víctima. Voluntaria, según dice el asesino confeso.

Después lo desmembró durante cuatro o cinco horas, de acuerdo con los cálculos policiales, para acto seguido ir enterrando los pedazos en el jardín del inmueble, ahora lleno de hoyos excavados por los equipos de homicidios. No se han confirmado por ahora las sospechas iniciales de que Detlev G. comiera partes del muerto. El castigo por asesinato en Alemania puede llegar a la cadena perpetua y es dudoso que las ganas de morir de la víctima puedan servir de atenuante. No hay indicios de que nadie más participara en el crimen.

Pasó una semana hasta que se denunció la desaparición de la víctima tras el asesinato. Los investigadores dieron con ella gracias al registro de sus conversaciones en el foro caníbal. Confirmaron que la última llamada de su móvil fue a Detlev G., cuya dilatada experiencia en el cuerpo no le privó de cometer estas torpezas de aficionado. Confirmada la sospecha, los policías solo tuvieron que andar al despacho de G. para detenerlo. Enseguida confesó los hechos y, al día siguiente, guio a sus compañeros a los restos desperdigados de su conocido.

Detlev G. había estado casado con una colega del cuerpo, de la que se divorció antes de contraer una unión civil con otro hombre, cuyo apellido asumió con el compromiso. Con él fundó la pensión de Reichenau, en el valle de Gimmlitztal. Si las tenía, sus fantasías caníbales no llamaron la atención de nadie en el Cuerpo. El presidente de la policía del land de Sajonia, Dieter Kroll, explicó el viernes que “pasaba por un policía sin tacha”. Además, la imaginación “no es un campo que incumba a los jefes policiales”. Kroll dice que él no puede “ni explicar[se] ni entender” los actos de su subordinado.

En el foro de Internet para caníbales, que tiene unos 3.000 usuarios registrados, pueden leerse miles de historias sobre asesinatos y festines antropófagos. La policía cree que “el 99%” de los usuarios se conforman con la lectura y la redacción de estas fantasías. Algunos, sin embargo, prefieren la práctica a la teoría.

Tal fue el caso de Armin Meiwes, el célebre caníbal de Roteburgo que en 2001 mató, descuartizó y cocinó parcialmente a un berlinés a quien había conocido en un foro de caníbales. Pese a que su víctima estaba de acuerdo en que lo matara y asistió por propia voluntad al freído de su pene recién cercenado, Meiwes fue condenado a cadena perpetua.

Aún no se han encontrado todos los restos de la víctima del comisario Detlev G.

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