Atrapadas por cadenas “invisibles”
La coacción y el miedo servían de grilletes para las tres mujeres esclavas de Londres El matrimonio que las domeñaba ya fue arrestado en los setenta
Durante 30 años estuvieron esclavizadas por un matrimonio en una casa normal de una calle normal del sur de Londres, pero eso no significa que estuvieran atadas o encadenadas físicamente. Las tres mujeres de 30, 57 y 69 años liberadas a finales de octubre gozaban de cierta libertad de movimientos dentro de la casa y se quedaban a veces solas. Podían haber huido, pero no lo hicieron. ¿Por qué? Porque, como lo ha definido Scotland Yard, estaban atadas con unas “esposas invisibles”. Unos grilletes que tenían la forma del miedo y de la coacción y que añaden aún más dramatismo al caso.
Quizá sea eso precisamente lo que llevó a la policía londinense a acumular información sobre el caso antes de actuar contra los presuntos responsables, un matrimonio de origen asiático —palabra que en Reino Unido se suele referir a India, Pakistán o países de la zona—, ambos de 67 años, que no tienen la nacionalidad británica aunque llevan muchísimos años residiendo en el país. Scotland Yard tardó casi un mes en decidirse a actuar contra ellos: el tiempo que pasó desde la liberación de las mujeres el 25 de octubre y los arrestos del jueves pasado en el barrio de Lambeth. La policía ha justificado ese retraso precisamente por la necesidad de comprender a fondo qué les pasó a esas mujeres en esa casa, con esa familia, durante tantos años, para poder construir un caso que se sostuviera una vez que llegara a los tribunales.
La policía dejó el mismo jueves por la noche en libertad provisional hasta enero a la pareja de sospechosos, con la condición de que no vivan en la casa en la que estaban presuntamente reteniendo y esclavizando a las mujeres, cuya localización sigue sin ser revelada. Scotland Yard sí ha dado a conocer que la pareja ya fue detenida al menos en una ocasión en los años setenta, aunque no ha querido revelar las razones de aquel arresto.
La policía no entiende por qué las víctimas no intentaron escapar antes
El hecho de que los investigadores hayan hablado de aquella detención, hace pensar que no está directamente relacionada con las acusaciones que se presentan ahora contra ellos. El sistema judicial británico obliga a ceñirse a los hechos que se están juzgando y el jurado ha de decidir si los sospechosos han cometido o no el delito del que se les acusa, sin tener en cuenta sus antecedentes. De hecho, está prohibido cualquier información sobre los antecedentes de un caso si esa información puede influir.
La discreción en torno a las investigaciones es enorme, probablemente porque, a pesar de las apariencias, puede no ser tan fácil conseguir una condena. De momento, la pareja es sospechosa de haber cometido uno o varios delitos de trabajo forzoso, esclavitud doméstica e inmigración ilegal.
La policía ha confirmado que las mujeres aseguran haber sido sometidas a malos tratos físicos y psicológicos. Aun así, Scotland Yard no acaba de explicarse por qué no intentaron antes abandonar la casa. El comandante Steve Rodhouse explicó este viernes en una rueda de prensa que se trata de un caso “único”: “Estamos desmenuzando una historia que se extiende durante 30 años de la vida de estas mujeres y todo eso requiere que ahora la policía lo convierta en pruebas”, advirtió.
Un drama que deriva en un “complicado y perturbador cuadro de control emocional durante muchos años, en un hogar que a ojos de otros podía parecer el de una familia normal”, añadió. Admitió, asimismo, que los investigadores están intentando comprender “las esposas invisibles que se han utilizado hasta el extremo de conseguir controlar a estas mujeres”. “La frase lavado de cerebro puede parecer un término muy simple, pero sería subestimar los años de abusos que han sufrido”, añadió.
Scotland Yard, que investiga también si las mujeres tuvieron en el pasado algún contacto con las mujeres o con la familia, inspeccionó el jueves durante 12 horas la casa en la que estaban recluidas y se llevó de ella 55 bolsas y un total de 12.500 piezas como pruebas potenciales.
El detective inspector Kevin Hyland, de la unidad de tráfico de personas de Scotland Yard, aseguró que los 37 miembros de la unidad están trabajando en el caso. Aunque la policía ha descartado que las mujeres fueran víctimas directas del tráfico de personas, el caso ha puesto de actualidad los complejos y en ocasiones entrelazados problemas de ese tráfico de personas, la esclavitud sexual o laboral y los matrimonios forzosos. SOAC, la agencia que lucha contra el crimen organizado a gran escala, ha identificado en el último año en Reino Unido a 2.000 víctimas de ese tipo de delitos, procedentes de 50 países, de los que uno de cada cuatro son niños. Se estima que 4.700 personas viven en virtual esclavitud en Reino Unido y se ha informado de 400 casos en los últimos tres meses.
El enviado especial del Ministerio del Interior contra la esclavitud, Anthony Steen, ha hecho un llamamiento para que “los vecinos de todo el país sean conscientes de la manera de identificar la esclavitud en el mundo moderno de hoy en día; este caso es solo la punta del iceberg”, dijo, y alertó de que los casos de esclavitud y doméstica y tráfico de personas están al alza en Reino Unido. La organización Freedom Charity, protagonista de la liberación de las tres mujeres después de que una de ellas se atreviera a contactar con ellos tras ver un programa de televisión, asegura que ha recibido llamadas de muchas personas que dicen encontrarse en la misma situación que ellas.
Así es la “esclavitud moderna”
En el concepto de "esclavitud moderna" se integran, entre otros, la trata de personas, los matrimonios forzados, la venta y explotación de niños y la servidumbre sexual o doméstica como pago por deudas. Las víctimas tienen su libertad negada y son usadas, controladas y explotadas por otra persona con fines de lucro, sexo o, simplemente, por la emoción de la dominación, según un informe de la organización australiana Walk Free Foundation.
» ¿Cuántos esclavos hay? Según el Índice Mundial de Esclavitud de la ONG, en el mundo hay 29,8 millones de nuevos esclavos. Esta realidad es, sin embargo, poco conocida y permanece oculta en casas de zonas residenciales y también en lugares de trabajo.
» ¿Cómo llegan a esta situación? En el oeste africano y el sudeste asiático se perpetúan sistemas de "esclavitud hereditaria". En otras zonas, las víctimas son secuestradas y vendidas para trabajos o matrimonios forzosos. Un tercer grupo ha sido engañado con promesas de una educación o un trabajo mejor. China, Pakistán Nigeria, Etiopía y Rusia registran los mayores niveles.
»Europa. Los países de Europa Occidental tienen el menor riesgo general de esclavitud. Sin embargo, la dificultad actual para aportar recursos suficientes impide que sea completamente erradicada. En Reino Unido, con una de las cifras más bajas, distintas estimaciones aseguran que hay más de 4.000 personas en esta situación. En Bulgaria y Rumanía, por el contrario, se detectan "decenas de miles de casos".
» América. Canadá y Estados Unidos, con una fuerte demanda de mano de obra barata, son dos principales destinos para la trata de personas. México es un país de tránsito importante para los sudamericanos y centroamericanos que intentan entrar a Estados Unidos. Los países de la cuenca del Caribe muestran, con la excepción de Haití, un menor nivel de riesgo de violaciones de derechos que la mayoría de los países latinoamericanos.
»Asia. India es el lugar con mayor índice de esclavitud moderna. Y, mientras que en Australia y Nueva Zelanda apenas hay riesgo, en Pakistán y Tailandia es muy alto.
»Los nuevos grilletes. Las "cadenas" de la nueva esclavitud no siempre son físicas. El miedo, el aislamiento y las deudas se usan para retener a una persona contra su voluntad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.