El colesterol no es el único aliado de los infartos
Expertos de EE UU dan nuevas directrices para prescribir fármacos que lo reduzcan pero focalizan sus esfuerzos en otros factores como el sobrepeso
La Asociación Americana del Corazón y el Colegio de Cardiólogos de Estados Unidos han tardado casi una década en postular nuevas directrices para prevenir el riesgo de padecer un infarto o un ictus -accidente cerebrovascular- enfocando por primera vez sus esfuerzos a tratar la causa de estos ataques más que limitarlos solo al alto nivel de colesterol en sangre. Aunque en la nueva guía los facultativos también proponen impulsar el uso de fármacos para tratar este último. El cambio representa un avance radical con respecto a las recomendaciones de 2004 ya que, también por primera vez, se incluye el ictus. Esto, según los expertos, se debe a que "esta enfermedad es la cuarta causa de muerte más común en EE UU”.
"La clave es buscar una fórmula para calcular el riesgo de cada paciente. Los enfermos deben ser tratados de forma individual, y tener en cuenta otros factores ajenos a los niveles de colesterol, como pueden ser la raza, el género, la edad, el sobrepeso y fumar, entre otros. Aunque, según estos criterios, también se deben recetar más las estatinas -fármacos que combaten el colesterol malo a quienes más lo necesiten- y aplicar la cirugía bariátrica -reducción de estómago- para actuar contra la obesidad, una de las principales causas de los infartos", señaló la organización médica en el mismo texto.
"Cuando se pongan en marcha estas medidas, al doble de estadounidenses, o lo que es lo mismo, uno de cada tres adultos, 44% de hombres y 22% de mujeres, se les prescribirá ingerir estatinas pero también se reducirá su riesgo de padecer enfermedades coronarias", añaden los expertos en un comunicado hecho público ayer martes. En la actualidad se recetan estos fármacos a un 15% de la población, es decir a aquellos que cumplen con los criterios basados exclusivamente en los niveles de colesterol. Para que a un paciente se le recomiende estos medicamentos debe tener un colesterol total por encima de 200 mg/dl.
Las nuevas directrices cambian estos criterios. Ahora deberán "tomar estatinas todas aquellas personas que hayan sufrido un infarto; aquellas que tengan niveles de colesterol totales mayores o iguales a 190 mg/dl; las personas de 40 a 75 años con diabetes tipo 2, y tener en cuenta que a partir de los 40 años el riesgo de padecer un paro cardíaco aumenta un 7,5%". Los expertos añadieron que tener un riesgo potencial de padecer una enfermedad coronaria en los próximos 10 años "también exige de la prescripción de estos fármacos".
"Somos conscientes de que las nuevas normas, de introducirse, van a crear cierta confusión, tanto en los facultativos como en los pacientes, pero son mejores para tratar y atacar a estas enfermedades", ha asegurado Steven Nissen, médico de la Clínica de Cleveland, a la cadena FOX.
La Asociación Americana del Corazón también anunció ayer martes que reducir los niveles de obesidad disminuirá el riesgo de infartos en EE UU, ofreciendo a los facultativos nuevas directrices en las que se prescriba a los pacientes un plan de pérdida de peso más adecuado. "Nuestra recomendación es que los especialistas receten una dieta cuyo principal objetivo sea reducir la ingesta de calorías, a la vez que se cambia hacia un estilo de vida más saludable”.
Cerca de 155 millones de personas en EE UU sufren sobrepeso u obesidad, situación que les ponen en riesgo de padecer un infarto, un ictus, diabetes o una muerte temprana. "Con la pérdida de peso disminuye la presión sanguínea, mejoran los niveles de colesterol en sangre y se reduce la necesidad de estar medicados", explican desde Health News. Se considera que una persona tiene sobrepeso cuando cuenta con un Índice de Masa Corporal -que vincula el peso y la altura- (IMC)) mayor de 25. Para las personas con obesidad, aquellas que tienen un IMC de 35 o mayor, los expertos recomiendan la cirugía bariátrica.
Además, para reducir la obesidad, los médicos recomiendan hacer ejercicio de forma regular y llevar una dieta diaria que incluya frutas, verduras, cereales y pescados y "limitar la ingesta de grasas saturadas, las grasas trans y los niveles de sodio".
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