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El periodismo que sacude conciencias

Los premios Ortega y Gasset reconocen la labor de los profesionales que dan voz a quienes nunca se oye

Un trabajo tan reconfortante como ingrato. Así se refirió ayer la bloguera cubana Yoani Sánchez al periodismo que sacude conciencias, ese que golpea sólidas paredes blindadas para despertar y sacar del letargo y del desconocimiento a los habitantes de este planeta. Este periodismo fue el que reunió ayer a los galardonados con los premios Ortega y Gasset, que en su trigésima edición reconoció a profesionales que ejercen un oficio pegado a la calle. Como la historia de ese niño colombiano de 13 años que camina cinco horas diarias para acudir a la escuela y que retrató Alberto Salcedo Ramos en el reportaje La travesía de Wikdi. O como Mireia, una dependienta de un comercio de Barcelona que asistió con pavor a los efectos de los piquetes violentos durante una huelga general y que el fotógrafo Emilio Morenatti captó con su cámara. También al pánico que muchos ciudadanos vivieron en el interior de la estación de Atocha, de Madrid, acorralados por una policía que hizo un uso desproporcionado de la fuerza y que, gracias a las imágenes captadas por el estudiante Juan Ramón Robles, saltaron a periódicos y televisiones. Este periodismo es el mismo que ha defendido siempre el maestro Jesús de la Serna, galardonado con el premio a la trayectoria profesional, y que, por razones de salud, fue el único que no acudió al acto de entrega, celebrado en el Caixa Forum de Madrid, y que congregó a personalidades del mundo de la política, la empresa y la cultura.

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Fue una hipotética casa de hierro, sin puertas ni ventanas, prácticamente indestructible, donde habían quedado encerradas varias personas, dibujada por un escritor chino, la que sirvió a Yoani Sánchez para hilvanar un discurso en el que hizo una cerrada defensa del periodismo y de esas personas que se dedican a golpear el grueso muro de la desinformación y la apatía. “Los galardonados de hoy reúnen la especial condición de haber estado tanto dentro como fuera de esa casa de hierro”, aseguró la bloguera cubana, para quien el periodismo atraviesa un periodo de profunda crisis no solo por los monopolios ideológicos y económicos que “lo restringen y condicionan, sino también por el fin de los modelos tradicionales de creación y consumo de contenidos y noticias”.

Yoani Sánchez, que hoy tras un viaje de más de dos meses regresará a Cuba —“estoy nerviosa con mi vuelta, es complicado pero es el lugar donde siento que debo de estar”— animó a los lectores a arremeter contra los “sólidos y a veces confortables muros entre los cuales tantos periodistas se han quedado dormidos” y que “espabilen y les señalen la grieta por la que se puedan atisbar soluciones para los tremendos retos del mundo actual”.

El acto, al que asistieron en primera fila el expresidente del Gobierno, Felipe González, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, fue un homenaje al periodismo de calidad y planteó algunos de los retos a los que se enfrenta la profesión ante los cambios tecnológicos y la crisis económica. Javier Moreno, director de EL PAÍS, lamentó el riesgo en el que viven en la actualidad tanto el periodismo como la democracia —“la democracia y el periodismo se deshilachan como un traje que se hubiera usado durante mucho tiempo”— y lanzó una pregunta al aire: “¿Qué podemos hacer los periodistas?”. La respuesta, dijo, es muy humilde: “Dar testimonio de lo que les sucede a otros”. También de periodismo habló el presidente del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián que, tras haber ejercido durante 50 años, aseguró que corren malos vientos y se preguntó si el futuro de la prensa en papel y la crisis por la que atraviesa es coyuntural o responde a un cambio más profundo, como así parece ser. “No me preocupa tanto el futuro de los periódicos como el de los periodistas. El primero está en entredicho, pero el de los periodistas es más prometedor y brillante que nunca”, aseguró Cebrián, para advertir a continuación que los periódicos tendrán que adaptarse a los nuevos comportamientos de los usuarios. Cebrián recordó a Manuel Aznar, abuelo del expresidente Jose María Aznar, y aseguró: “Hubo buenos periodistas durante la dictadura y malos gobernantes durante la democracia”. “Será imposible que las democracias pervivan si no existen profesionales capaces de criticar al poder sin tapujos”.

De eso sabe mucho Jesús de la Serna, cuya intervención a través de un vídeo grabado en su casa, —su mujer, Pura Ramos, lo vio en primera fila— marcó el momento emotivo de la noche. A pesar de que la periodista y miembro del jurado Pepa Bueno nunca trabajó con él, recabó testimonios de amigos y profesionales para descubrir para ella misma y compartir con los congregados la humildad del premiado y el rechazo al ego en la profesión. “El ego para De la Serna es una de las grandes lacras del periodismo de hoy”, dijo la directora de Hoy por hoy, de la cadena SER.

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