Coletazos neonazis
El procesamiento de la presunta terrorista Beate Zschäpe por los nueve asesinatos xenófobos perpetrados por su banda neonazi entre 2000 y 2006 ha reactivado el debate alemán sobre el racismo y la integración de sus inmigrantes. La mediadora entre la víctimas de los nazis y las autoridades, la democristiana Barbara John (CDU), explicaba el miércoles en una sala contigua a la vista oral en Múnich que “a los alemanes les queda mucho camino por recorrer hasta que acepten que los ciudadanos de ascendencia inmigrante también son alemanes”. La impunidad de 13 años con la que los neonazis cometieron sus atentados ha dañado gravemente la confianza de muchos inmigrantes en el Estado y sus instituciones.
Para John, la brutal serie de asesinatos “debería provocar una reflexión muy seria sobre las ideas racistas y excluyentes que se perciben en toda la sociedad alemana”. En los últimos años, estos posos racistas han cristalizado en varios debates, como el provocado en 2010 por un libro racista del socialdemócrata Thilo Sarrazin (SPD) o las abstrusas críticas que cosechó el expresidente Christian Wulff (CDU) por la observación de que “el islam es parte de Alemania”. La canciller Angela Merkel (CDU) se subió al carro declarando que “el multiculturalismo ha fracasado”. Barbara John ponía el miércoles cara de desagrado: “La convivencia multicultural es una realidad en Alemania, no sé de que fracaso hablan”.
El 39% de los alemanes del Este son xenófobos. En el Oeste, la tasa baja al 22%. El 9% de los alemanes “tienen una visión ultraderechista del mundo”. Hace dos años, la tasa de ultraderechistas era del 8,2%. En el Este es aún más grave: el 16% son ultraderechistas. El 38% de los jóvenes (entre 14 y 30 años) del Este son abiertamente xenófobos. Son datos de una encuesta reciente de la Fundación Friedrich Ebert, próxima al SPD, que concluye que “la xenofobia está profundamente anclada en la sociedad alemana”.
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