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ALMUERZO CON... WILLIAM SHIMELL

“Los cantantes de ópera tenemos fecha de caducidad”

El barítono inglés reconoce que ser actor no entraba en sus planes El cantante participa en 'Così fan tutte', de Haneke en el Real

Elsa Fernández-Santos
Shimell: “Creo que me ven cara de malo”.
Shimell: “Creo que me ven cara de malo”.C. Manuel

El sambenito de que los cantantes de ópera son pésimos actores ha encontrado en William Shimell la excepción que rompe toda regla. Nacido en Essex en 1952, este barítono atractivo y tímido, que fue niño cantor de la abadía de Westminster, acabó con el tópico en 2010 de la mano del cineasta iraní Abbas Kiarostami, que apostó por un no actor como él para darle la réplica a una demasiado actriz como Juliette Binoche en su inolvidable Copia certificada. El experimento no pudo funcionar mejor y hoy Shimell mantiene el equilibrio con un pie en la ópera (ahora mismo, en Madrid, Così fan tutte) y otro en una pantalla (en todo el mundo, Amour).

Casado y con dos hijos, vive la mitad del año viajando, de giras, lejos de su casa al suroeste de Inglaterra. “Mi carácter solitario facilita bastante mi vida fuera de casa. Durante los ensayos apenas queda tiempo para otra cosa que no sea trabajar y dormir. Y luego, con la obra ya en marcha, la presión y el estrés son demasiado fuertes y basta con aguantar el trabajo sin ponerte enfermo”. “Los cantantes de ópera tenemos fecha de caducidad”, añade. “Cada vez hay intérpretes más jóvenes y cada vez hay menos dinero para la ópera. Es terrible todo lo que está ocurriendo en Europa con la cultura, no solo en España, y sería una tragedia que el arte desapareciera solo porque no hay dinero”.

Desde hace unas semanas, interpreta en el Teatro Real al don Alfonso del Così fan tutte de Michael Haneke, obra que conoce como la palma de su mano (Kiarostami se había fijado en él precisamente cuando le encargaron dirigir, en 2008, otro Così fan tutte para el festival de Aix-en-Provence) y que, según el cantante, conecta con el desgaste y la confusión sentimental que también retrataba Copia certificada. Shimell recuerda con terror su primer pie en aquel rodaje, sin más tenía que interpretar para la cámara y ante una sala llena de gente a un escritor que habla de su ensayo sobre la originalidad en el arte. “Lo que pasé aquel día fue mucho más que miedo. Abbas me dijo hace unos días, precisamente en Madrid, que no me preocupara, que nadie lo notó. Al final un actor hace su trabajo y no puede salir corriendo. También recuerdo la última escena con Binoche, la de la pelea de la pareja, fue aún peor. Yo nunca discuto, soy muy callado y aquella escena fue catártica para mí. Me recordaba a todas aquellas veces que no dije nada. Sobre la mesa estaban 14 años de mi silencio”.

Mientras actúa en Madrid, el cantante-actor estudia su próximo personaje, un dudoso sanador dentro del nuevo filme de la cineasta peruana Claudia Llosa, y hasta se permite rechazar alguna propuesta de Hollywood. “Creo que me ven cara de malo, o algo así. ¡Quién sabe si acabaré en un James Bond!”.

Pese a ser un hombre delgado, Shimell sigue una dieta baja en hidratos para preparar el personaje para Claudia Llosa. Las dietas forman parte de otro de los tópicos que persiguen a los cantantes de ópera, algo que él también está dispuesto a rebatir. “Bueno, nosotros tenemos mucho de atletas y la alimentación condiciona nuestro trabajo, pero varía mucho según el cantante. Algunos necesitan comer mucho y otros, como Maria Callas, usaban mejor su voz estando delgada”.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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