“Es solo cuestión de tiempo que se limite la velocidad”
En el verano de 2011, el Parlamento Europeo discutió el Informe sobre seguridad vial 2011-2020. Uno de los debates sobre la mesa era la necesidad de extender el límite máximo de 30 kilómetros por hora en las ciudades europeas. Aquella sesión, a la que asistió la alemana Heike Aghte, fue el germen del movimiento ciudadano que ahora reclama instaurar esa velocidad en todas las zonas residenciales urbanas de la Unión Europea.
Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de presentar la Iniciativa Ciudadana Europea?
Respuesta. El Parlamento Europeo aprobó por gran mayoría el Informe sobre seguridad vial. Era una señal muy fuerte y se necesitaba otra señal más. Había que convencer a la Comisión Europea para que aprobara la propuesta de los 30 kilómetros por hora. Y esa fuerte señal podía ser la ICE [Iniciativa Ciudadana Europea], es decir, la sociedad civil reclamando la medida.
P. Las ICE requieren firmas de siete países. ¿Qué hizo para promover la idea en Europa?
R. Tardamos en prepararlo un año. Contacté con muchas organizaciones, que a su vez contactaron con más socios. La red creció rápidamente.
P. ¿Cree que reunirán el millón de firmas que necesitan?
R. Un millón de firmas es mucho. No es simplemente conseguir las firmas. Es aún más difícil, porque deben ir acompañadas de muchos datos privados y a nadie le gustan esas cosas. Además, estamos obligados a usar un software especial para registrar las firmas y el formulario es bastante complicado y tecnocrático, por lo que la gente podría no firmar porque necesita mucho tiempo para hacerlo correctamente. Si no se hace bien, la Comisión Europea podría invalidar la firma.
P. ¿La sociedad civil reclama verdaderamente limitar la velocidad en las ciudades?
R. No creo que una mayoría de ciudadanos pida limitar la velocidad a 30 kilómetros por hora de manera inmediata. Lo sabemos porque siempre sucede lo mismo: antes de implantar los 30 por hora en una zona o en una calle, siempre hay oposición. Un par de meses después, todos están satisfechos. Esta es nuestra experiencia en cualquier lugar donde se limita la velocidad.
P. Además de la campaña en Internet, ¿qué otras iniciativas van a poner en marcha?
R. Estamos considerando tomar las calles, pero no en invierno. En cualquier caso, los socios de cada país son libres para hacer lo que quieran.
P. Si logran el millón de firmas, ¿hay posibilidades de que la Comisión Europea aplique la iniciativa?
R. Esto es parte del experimento: nadie sabe cómo va a reaccionar la Comisión [no hay todavía precedentes porque las ICE entraron en vigor el 1 de abril]. Pero no puede ignorar la petición de un millón de ciudadanos. De acuerdo con la legislación, la Comisión puede negarse a implantar la reducción de velocidad. Pero tiene la obligación de discutir la iniciativa intensamente y el Parlamento Europeo organizará una audiencia donde podremos presentar nuestros argumentos y la Comisión deberá explicar detalladamente lo que hará o no. Estoy segura de que va a suceder algo...
P. ¿Cree que los Gobiernos europeos están dispuestos a reducir la velocidad en ciudad?
R. Estoy convencida de que están concienciados del problema. Y a nivel local están sucediendo muchas cosas: tenemos una ciudad italiana completamente limitada a 30 por hora, otras 34 ciudades británicas que ya lo han hecho o lo están haciendo, la ciudad de Graz, en Austria, algunas ciudades francesas... Es solo una cuestión de tiempo.
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