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CIENCIA

Empieza la temporada de verano en la Antártida

A las bases permanentes en el continente blanco están llegando ya los relevos de personal y suministros tras nueve meses de aislamiento invernal

La base francoitaliana Concordia en la Antártida.
La base francoitaliana Concordia en la Antártida.IPEV/PNRA–E. BONDOUX

Tras nueve meses de aislamiento en plena Antártida, han empezado a llegar los relevos de personal y los suministros a las bases permanentes ubicadas en la zona más fría y desolada del continente blanco. Los primeros aviones aterrizaron la semana pasada en la pista de hielo recién acondicionada de la base Concordia europea, situada en la meseta Antártica, donde una docena de personas han estado incomunicadas (excepto por teléfono e internet) desde el pasado febrero. En la base estadounidense Amundsen-Scott, junto al polo Sur geográfico, llegaron los primeros aviones a finales de octubre y entre la carga fueron especialmente bienvenidas las primeras frutas y cebollas de la temperada. El personal permanente, que en invierno ronda allí el medio centenar, está siendo relevado y van llegando los científicos y personal de la estación veraniega, que llega hasta 250 personas en esa base científica.

En Concordia, durante el invierno, no se ve la luz del Sol durante casi cuatro meses y las temperaturas descienden hasta 80 grados bajo cero (no pueden funcionar vehículos, entre otras cosas, porque se congela hasta el combustible y el líquido de frenos); en verano raramente sube el termómetro hasta 25 bajo cero. Es uno de los lugares más fríos de la Tierra. La temperatura media anual es de -54 grados y el récord está en -84,6. Apenas llueve en ese gélido desierto, el mayor del planeta, de la meseta Antártica. A 560 kilómetros de distancia está otra base permanente, la rusa Vostok, y a 1.670, el polo Sur.

En la Antártida hay un total de 117 bases y campamentos, 40 de las cuales son permanentes y el resto estacionales, es decir, que están abiertas exclusivamente en verano, según datos del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), asesor del Tratado Antártico. España tiene en el continente blanco dos bases, ambas de verano: la Juan Carlos I (del CSIC) y la Gabriel de Castilla, del Ministerio de Defensa.

En las estaciones se realizan investigaciones científicas muy variadas, unas directamente relacionadas con el continente blanco, como glaciología, geología o estudios biológicos, y otras que aprovechan las especiales condiciones de la Antártida, como el detector de neutrinos IceCube que utiliza el hielo ultralimpio allí, o diversos telescopios que disfrutan de la transparencia de la atmósfera allí, la baja absorción en infrarrojo del aire, el bajo contenido de polvo y aerosoles en suspensión y los muchos días de cielo libre de nubes. La Agencia Europea del Espacio (ESA) financia proyectos médicos en la base Concordia para estudiar los efectos del aislamiento en el ser humano, de cara a las misiones espaciales de larga duración que se hagan en el futuro.

La Concordia es una base franco-italiana que se abrió en 2005 en un lugar de la meseta Antártica denominada Dome C, a 3.233 metros sobre el nivel del mar. Surgió en torno al programa europeo Epica, que ha perforado el hielo hasta 3.270 metros de profundidad para extraer muestras que tienen un antigüedad de hasta 900.000 años. A una distancia de 1.100 kilómetros de la Concordia está la base francesa Dumont DÚrville, desde donde parte durante el verano los camiones con comida, combustible y equipos necesarios no sólo en la temporada alta sino también para pasar el largo invierno en aislamiento completo. Los camiones, informa la ESA, tardan unos diez días en cubrir esos 1.100 kilómetros. Para los proyectos científicos se recurre cada vez más a la operación a distancia, con escaso personal en la Antártida una vez que se han construido o instalado los equipos.

A la Amundsen-Scott, operativa desde noviembre de 1956, llegó el primer avión ene ste inicio de temporada estival el 19 de octubre, y el segundo el 30 del mismo mes, desde la gran base antártica de McMurdo, con suministros y personal de recambio y científicos que aprovechan el verano para trabajar allí. La temperatura varía en ese lugar entre -13,6 grados centígrados y -82,8, con una media anual de -49 grados. Nieva muy poco: sólo unos 20 centímetros por año (equivalente a unos seis a ocho centímetros cúbicos de agua) y la humedad es muy baja, informa la National Science Foundation, responsable de la base. Este año han invernado allí 13 mujeres y 37 hombres.

En McMurdo, que también opera todo el año y coordina las operaciones estadounidenses en la Antártida, hay unas 1200 personas en verano. Es la mayor y más poblada estación en el continente blanco.

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