_
_
_
_

"Soy 'ertzaina'. A cara descubierta"

Rodríguez vio sus datos personales en la documentación de ETA.
Rodríguez vio sus datos personales en la documentación de ETA.JESÚS URIARTE

Esta mañana de agosto, mientras espero a Imanol Rodríguez frente a la playa de Ondarreta, en San Sebastián, recuerdo aquel verano terrible de 1997. Solo unos días después de que la Guardia Civil rescatara al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara del agujero donde ETA lo había tenido encerrado 532 días con sus noches, la organización terrorista -en una prueba más de su crueldad infinita, pero también de su gran capacidad operativa de entonces- secuestró para matar 48 horas después al concejal del PP Miguel Ángel Blanco. El Gobierno de José María Aznar no pudo hacer nada por impedirlo, y el nombre del muchacho de Ermua (Vizcaya) solo hubiese sido una muesca más en el sangriento revólver de ETA si los ciudadanos no hubieran tomado la palabra. Lo hicieron alto y claro en toda España, pero hubo una esquina de San Sebastián donde de la rabia y del dolor surgió un símbolo, una imagen, esa raya en la arena que separa el antes y el después. Imanol Rodríguez, que acaba de llegar paseando, a cuerpo gentil, estaba allí.

"Se habla de los mil muertos de ETA, pero ¿cuántas familias destrozadas?"

Imanol Rodríguez es agente de la Ertzaintza, la policía vasca. Lo lleva siendo 30 años. Aquella tarde del domingo 13 de julio de 1997 -24 horas después de que Miguel Ángel Blanco fuese abandonado junto a una autopista, agonizando, con dos tiros en la cabeza-, Rodríguez y sus compañeros tuvieron que acudir a la calle Urbieta para proteger la sede de Herri Batasuna, rodeada por miles de ciudadanos que, sacudiéndose un miedo de décadas, se habían congregado allí para gritarles de todo a los amigos de los asesinos. "Formamos un cordón de seguridad entre unos y otros", recuerda Imanol Rodríguez, que aquel día mandaba el dispositivo, "para que la situación no pasara a mayores. Algunos de los manifestantes empezaron a gritarnos: estáis protegiendo a los que os matan. Pero, enseguida, la mayoría, empezó a corear: 'El pueblo, con la Ertzaintza'. Un compañero me preguntó: '¿Qué te parece si nos quitamos el verduguillo?'. Yo le respondí: 'Me parece bien, pero yo no os puedo obligar'. Un compañero se lo quitó, luego otro y otro... Yo no lo llevaba puesto, pero al quitarme el casco, dejarlo en la furgoneta y quedarme a cara descubierta, la gente se me echó encima y empezó a abrazarme. Me emocioné entonces y me sigo emocionando ahora. Es un recuerdo que queda para siempre".

Desde aquel verano a este no solo han pasado 15 años. ETA siguió asesinando. Mucho. A concejales, a empresarios, a guardias civiles y a policías, a periodistas, también a ertzainas. Imanol Rodríguez recuerda con especial dolor a sus compañeros Ana Isabel Arostegi y Javier Mijangos, asesinados a tiros el 23 de noviembre de 2001 cuando dirigían el tráfico en la entrada de Beasain (Guipúzcoa), pero también el estruendo de la bomba que el 4 de marzo de 1996 se llevó por delante a Ramón Doral Trabadelo: "Fue en Irún. Montxo era de la primera promoción; yo, de la segunda". Tampoco se olvida el oficial Rodríguez -ya próximo a la jubilación- de la letra pequeña del horror, esa que casi nunca sale en los telediarios: "Se habla de los 1.000 muertos de ETA, pero, ¿cuántos heridos, cuántos huérfanos, cuántas familias destrozadas para siempre?".

Imanol Rodríguez, que hoy pasea tan tranquilo por las calles de San Sebastián, ha visto su foto y la matrícula de su coche entre la documentación de ETA, se ha fajado con sus cachorros a pelotazo limpio por los barrios más broncos de Euskadi, y tal vez por eso disfruta ahora de esta paz que ojalá sea definitiva. "Nunca he olvidado el significado de la palabra Ertzaintza: cuidador del pueblo. Es lo que soy. A cara descubierta".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_