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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Manuel Calvo, el arte de comunicar

Cuando fallece un amigo querido parecen inevitables los elogios ditirámbicos a su persona y a su obra

Cuando fallece un amigo querido parecen inevitables los elogios ditirámbicos a su persona y a su obra. Pero en este caso eso chocaría con la humildad de Manuel Calvo Hernando, fallecido el 16 de agosto en Madrid. Nos limitaremos a decir, pues, que fue sin duda una bellísima persona pero, ante todo y sobre todo, un excelente periodista. Curioso, trabajador, dominador del arte de comunicar, maestro casi a pesar suyo en una disciplina alejada de sus afanes universitarios juveniles, más bien orientados al mundo del Derecho.

Su vitalidad y, en palabras de uno de sus hijos, su “incapacidad fisiológica para deprimirse”, le llevaron a emprender mil y una aventuras potencialmente condenadas al fracaso que, quizá por ese optimismo suyo y su infinita fe en el ser humano, han acabado ofreciendo frutos tangibles y de enorme peso específico. Por ejemplo, la creación en 1969 de la Asociación Iberoamericana de Periodismo Científico y en 1971 de la Asociación Española de la misma especialidad, reconvertida hace unos años —con su anuencia— en Asociación Española de Comunicación Científica.

Tuve la fortuna de encontrarme con Manuel —20 años mayor que yo, y ya por entonces redactor jefe del diario Ya— durante un viaje a Viena, a la sede del OIEA. Allí me contó, con su habitual campechanía, cómo le había impactado la reunión de la ONU en Ginebra de la primera Conferencia Mundial de Usos Pacíficos de la Energía Atómica, en 1955. Compartí su entusiasmo y le manifesté mi admiración por la exposición Átomos en acción, dentro de la campaña norteamericana Átomos para la Paz, que visité en 1964, siendo estudiante de Ciencias Físicas. Luego, en la cena de aquel día, me sorprendí escuchándole cantar a dúo con un periodista científico de Costa Rica un tema popular y pegadizo cuya letra se sabía de memoria… Algo sabía yo de su amor por todo lo iberoamericano, pero nunca hubiera pensado en Manuel Calvo Hernando cantando a dúo… y no desafinando demasiado.

Fue un periodista científico riguroso pero sin llegar nunca al rigor mortis, sensato y llamativo, pero nunca sensacional ni, aún peor, sensacionalista. Dominaba la teoría del periodismo científico y de la divulgación, pero más que sesudos manuales —que también los escribió—, se limitó a ir mostrando sus saberes de forma práctica en más de 8.000 escritos y artículos, en su casi medio centenar de libros publicados, en sus charlas con los amigos… Siempre atento a lo que decían los demás, sacando a la menor ocasión su libretita del bolsillo para anotar cualquier cosa que le resultara interesante.

Para Calvo Hernando divulgar consistía en transmitir al gran público, en lenguaje accesible, informaciones científicas y tecnológicas. A través de museos, conferencias, bibliotecas, cursos, revistas, cine, radio, televisión, diarios, coloquios… Y el periodismo científico debería ser la misión del periodista de divulgar a través de los medios de comunicación informaciones científicas y tecnológicas ligadas a la actualidad. Lo que le distingue de la divulgación no es el tema, sino el vehículo utilizado y su proximidad al día a día.

Como para él la divulgación comunicaba hechos científicos en ámbitos externos a los miembros de la comunidad investigadora y más allá de las minorías que dominan el poder, la cultura o la economía, su función social al servicio del desarrollo y la cultura eran obvias. Y además consideraba que era fuente de enseñanza y aprendizaje al hacer comprensibles para un público amplio la ciencia y la tecnología.

Fue un firme defensor del concepto de cultura científica, como elemento esencial de la educación del pueblo. Defendía con entusiasmo no tanto el hecho de que la ciencia no solo fuera cultura sino, sobre todo, que “sin ciencia no hay cultura”. Quizá se pueda decir aún mejor, pero desde luego no más claro.

Manolo, gracias por tu sonrisa, que estoy seguro que ni el Padre Brown de Chesterton podría igualar. Y ahora, hablando en nombre de todos tus discípulos, gracias por haber sido como fuiste y por haber hecho todo lo que hiciste.

La persona ha fallecido. Su recuerdo y su obra no. Quien quiera leer o releer sus escritos los encontrará en: www.manuelcalvohernando.es

Manuel Toharia es director científico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Generalitat Valenciana). Fue vicepresidente de la Asociación Española de Periodismo Científico, y sucedió en la presidencia a Manuel Calvo Hernando cuando este se retiró por motivos de salud.

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