“Es imposible viajar a los planetas extrasolares, están demasiado lejos”
El científico suizo afirma que los mundos como la Tierra son solo pequeñas rocas en el universo
La existencia de mundos fuera del sistema solar era una fantasía de muchos y una posibilidad (con algún indicio astronómico) para los científicos. Desde 1995, esa idea, los planetas extrasolares, es una realidad. Fueron el astrónomo suizo Michel Mayor y su entonces joven colaborador Didier Queloz los descubridores del primer cuerpo de este tipo, 51 Pegasi, en órbita de otra estrella, y se abrió así un nuevo campo de investigación muy fecundo: más de 750 planetas ya identificados y el conocimiento sobre cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios en el universo. Mayor y Queloz han recibido este año el Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas de la Fundación BBVA.
Mayor, a sus 70 años, profesor —ahora emérito— de la Universidad de Berna, sigue investigando en primera fila sobre los planetas extrasolares, a los que llegó desde su formación como astrofísico teórico y sus investigaciones sobre los brazos de las galaxias espirales. Lo definitivo, dice, fue la puesta a punto de un método de detección indirecta de esos planetas mediante la observación sutil de los movimientos que inducen gravitatoriamente en los astros que orbitan.
Pregunta. El primer planeta extrasolar que ustedes encontraron, 51 Pegasi, hacía realidad un sueño de mucha gente. ¿Lo era también para los astrónomos?
Respuesta. En la primera parte del siglo XX, muchos astrofísicos no creían que hubiera otros mundos en el universo. Pero cambió el paradigma en los años cuarenta y se empezó a pensar que podría haber planetas en torno a otras estrellas, aunque la mayoría de los científicos pensaba que sería muy difícil descubrirlos.
P. ¿Cómo fue el hallazgo de 51 Pegasi?
“El oxígeno es un indicador de vida y podemos buscarlo con telescopios”
R. No es inmediato. Hay que ir acumulando muchos datos, muchas medidas tomadas noche tras noche hasta que empiezas a ver algo. En enero de 1995 teníamos la primera indicación, pero no estábamos convencidos. Repetimos las observaciones y los análisis... y solo cuando estuvimos seguros lo presentamos. La clave fue desarrollar una técnica —cuya primera idea tomé de un astrónomo británico— y un instrumento de observación. Tenga en cuenta que los planetas son muy pequeños (la Tierra es 300.000 veces menos masiva que el Sol) y oscuros (solo reflejan una pequeña parte de la luz de la estrella). Los mundos como el nuestro son solo pequeñas rocas en el universo.
P. ¿Coincide el atractivo que tienen estos objetos para mucha gente con el interés científico?
R. Los planetas despiertan un enorme interés en la gente porque significan el inicio de un sueño de vida en esos mundos. Para los científicos son un área nueva de investigación que estudia cómo se forman los sistemas planetarios y su evolución.
P. Vida... y viajes.
R. El hombre fue a la Luna y tardó unos tres días. Siendo muy optimistas, el planeta extrasolar habitable más próximo estaría a unos 30 años luz, es decir, 1.000 millones de veces más lejos que la Luna, así que se tardaría muchísimo. Cabe pensar en nuevas tecnologías para viajar más rápido, pero el coste energético sería descomunal, algo completamente loco, y viajar a una velocidad cercana a la de la luz... En realidad es un problema de leyes físicas, no de tecnología. Así que visitar esos mundos es impensable porque están muy lejos. Para aprender algo de ellos nos queda observarlos con telescopios.
P. Se han descubierto ya más de 750. ¿Qué interés tiene hacer una lista cada vez más larga?
R. Son 750 definidos con sus características, pero hay unos 2.000 más por confirmar, detectados por el telescopio Kepler. Y no es una acumulación sin más. Estamos descubriendo constantemente cosas interesantes, como sistemas múltiples, planetas en torno a dos estrellas, diferentes tamaños y órbitas... Además, estamos haciendo análisis de la composición química de la atmósfera de esos objetos y conociendo su temperatura. Hay una gran diversidad de sistemas planetarios.
P. ¿Se puede encontrar vida en esos mundos?
R. Tengo que remontarme a tres décadas atrás, cuando una nave espacial que se alejó de la Tierra obtuvo los espectros de luz de Marte, la Tierra y Venus, y se vio que eran diferentes sus atmósferas. En la de la Tierra destaca la firma química muy clara del oxígeno, algo completamente anormal: si exterminásemos toda forma viviente aquí, tras unos pocos millones de años, quedaría solo una fracción pequeña de oxígeno. Luego es un indicador de vida y podemos buscar su señal en planetas extrasolares con telescopios.
P. Suponiendo que toda forma de vida en el universo sea como la nuestra.
R. Una característica esencial de la vida es la capacidad de pasar información de una generación a la siguiente, información contenida en el código genético, y el ADN es una cadena muy larga de átomos. Además, los procesos de la vida exigen un determinado rango de temperatura, porque si es muy alta las cadenas se rompen y si es muy baja la química es ineficaz. Así que el dominio de habitabilidad depende directamente de estos parámetros.
P. La competición entre equipos científicos por descubrir planetas extrasolares es muy intensa. ¿Es saludable esa carrera?
R. Un aspecto es muy bueno: el estímulo para obtener más datos y hacer mejores análisis... Lo malo es cuando se estimula demasiado el ego de los científicos y se busca la excesiva atención de los medios de comunicación. Ahora nosotros tenemos unas cámaras muy buenas (la última instalada en Canarias) y los estadounidenses tienen el Kepler.
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