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Tribuna
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Crisis, austeridad y políticas de infancia

Los niños son las primeras víctimas de los recortes

Cada cual analiza la crisis económica según su ideología, pero las evidencias son implacables; a) en España las rentas más altas aportan menos, vía impuestos, que las rentas similares en otros países de nuestro entorno; b) somos uno de los países de Europa que menos porcentaje del PIB dedica a gastos sociales, entre los gastos sociales se encuentran los dedicados a políticas de infancia; c) las personas de 0 a 18 años son la quinta parte de la población.

En 1998, sir Donald Acheson, director del International Centre for Health and Society del University College de Londres y presidente de la British Medical Association presentó al Parlamento el informe: Independent Inquiry into Inequalities in Health, con el objetivo de movilizar políticas públicas para reducir las inequidades en materia de salud. Se trataba de una investigación social y un programa integrado a favor de la acción para la salud. Ese informe, fue muy revelador para la salud pública mundial y ha sustentado posteriormente parte de la estrategia de la Comisión para los determinantes sociales de la salud, creada por la Organización Mundial de la Salud. Acheson planteó algunos de los esfuerzos que debería hacer el Gobierno para aumentar el nivel de vida y combatir los efectos negativos para la salud derivados de la pobreza en las familias con ingresos bajos; centrarse en la educación y el desarrollo de los niños y niñas en la primera infancia, mediante la creación de servicios para el “comienzo sano” y construir comunidades saludables para la infancia, mediante iniciativas de regeneración en las zonas desfavorecidas.

Puede que la crisis sea el efecto del despilfarro en cualquier cosa menos en gasto social

Estas medidas más urgentes para la reducción de las desigualdades sociales en el Reino Unido, son coherentes con políticas y programas que se han desarrollado en nuestro entorno. Pero ahora nos toca revitalizarlas aquí, ya que la “mal entendida austeridad”, como herramienta para salir de la crisis, puede tener un efecto sobre la salud de las personas peor posicionadas en la sociedad. Hacer pagar por los servicios públicos o limitar el acceso a los desfavorecidos puede afectar negativamente a la felicidad de los niños y niñas más pobres.

En un magnífico vídeo que puede verse en TED http://www.ted.com/talks/richard_wilkinson.html, el profesor Richard Wilkinson presenta el libro que fue best-seller científico en 2009: Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad colectiva. En él explica con brillantez y en pocos minutos los resultados de años investigando sobre la felicidad humana y su relación con la equidad y la salud. Manejando análisis estadísticos sofisticados e ingentes cantidades de datos recogidos en Europa, Asia y Estados Unidos, Wilkinson demuestra que el origen de la enfermedad en las poblaciones puede estar relacionado con las diferencias en la renta. Estas diferencias provocan estrés, enfermedad e infelicidad. Si uno nace en un país nórdico y no es rico tiene más probabilidad de vivir más años que si naciera en un país con más diferencia en la renta; eso se debe a dos posibles razones, que los países nórdicos o Japón tienen menores diferencias de renta entre los pobres y los ricos, o que esa diferencia podría estar compensada con servicios públicos de calidad, como ocurre con el porcentaje de PIB dedicado a gasto social en Suecia.

¿Es esta crisis fruto de un supuesto despilfarro en servicios públicos y gasto social?. La respuesta es no. Como explican con rigor Fernando Luengo y Jorge Uxó en Las mentiras de la austeridad (El País 6-5-2012), puede que la crisis sea el efecto del despilfarro en cualquier cosa menos en gasto social. Por tanto, tenemos ahora unos años por delante para trabajar en la dirección que amortigüe el ruido generado por el pensamiento capitalista, que ya ha conseguido un objetivo, hacernos dudar a todos sobre el origen de la crisis.

¿Pueden ayudar las medidas sociales a la felicidad, la salud y el bienestar de la infancia?, La respuesta es sí. Pero el efecto negativo de las diferencias de renta sobre el bienestar, nos obliga a comprometernos con la infancia y amortiguar la “austeridad mal entendida”, actuando:

El efecto negativo de las diferencias de renta sobre el bienestar, nos obliga a comprometernos con la infancia y amortiguar la “austeridad mal entendida”

Primero, dirigiendo las acciones hacia familias con menores rentas; buenos ejemplos de ello son los programas de conciliación de la vida familiar y laboral; la accesibilidad a los servicios de atención primaria de salud y pediatría y la consolidación de equipos de bienestar social infantil y de tratamiento familiar; las actividades de los centros de protección de menores, acogimiento y adopción, y la promoción de la salud y el buen trato a la infancia y con la infancia.

Segundo, potenciando el conocimiento sobre el estado de la infancia y las intervenciones para mejora de su calidad de vida e investigando sobre la sociedad del conocimiento, los programas educativos que funcionan, las conductas favorables para la salud y otros asuntos prevalentes o problemas de salud infantil; hay recursos disponibles en instituciones, observatorios, redes de formación e investigación y, también en la educación no formal o la escucha activa a la infancia.

Tercero, desarrollando la calidad y los recursos de educación formal en nuestras comunidades; tanto los de educación primaria y secundaria, como las escuelas infantiles, que son un buen ejemplo, no solo por la potencialidad de la educación y la socialización en los primeros años del “rio de la vida”, sino también, porque personas con menos recursos pueden tener una oportunidad para trabajar, si alguien les ayuda a educar a sus hijos.

Cuarto, preparando una base segura para crecer saludablemente, facilitando información, asesoramiento y formación a madres, padres, tutores, educadores, profesionales de salud, servicios sociales, justicia y otros sectores implicados de la sociedad, para concienciarnos de la importancia que tiene el desarrollo los primeros años de vida y la creación de condiciones idóneas para el crecimiento saludable.

En este momento, la apuesta por el talento, los activos o los recursos de las personas y el patrimonio de las comunidades, puede ser determinante para la mejora de las condiciones de vida de la infancia y sus familias. Juntos tenemos que poder.

Mariano Hernán García es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y vocal asesor del Consejo Andaluz de Asuntos de Menores

 

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