"Tenía 18 años y era madre soltera: carne de cañón"
Soledad Monzón ratifica ante el juez la denuncia por el supuesto robo de su hijo en 1980
Soledad Monzón, de 50 años, ha abandonado hoy el juzgado de instrucción número 36 de Madrid "muy contenta y esperanzada". El pasado agosto, la fiscalía archivó la denuncia que presentó por el supuesto robo de su hijo en la clínica Francisco Franco —hoy hospital Gregorio Marañón— el 11 de enero de 1980, y ella decidió insistir y presentarla de nuevo en el juzgado. "El juez ha sido muy amable y me ha prometido que va a investigar. Mi caso está lleno de irregularidades".
"Yo tenía 18 años y era madre soltera: carne de cañón para estas tramas. Mis padres no tiraron cohetes cuando les dije que estaba embarazada pero lo aceptaron y me apoyaron. No fue, en absoluto, como otros casos donde los padres obligaban a las chicas a deshacerse de sus hijos", relata. "Apenas vi a mi niño. Lo vi un momento, tras el parto y lo oí llorar. A las dos horas dijeron que había muerto. Me dijeron que por síndrome de Potter, que produce malformaciones físicas. Pero mi niño no estaba deformado".
Soledad ha reunido documentación en la que la supuesta muerte de su hijo se produce en tres momentos y lugares diferentes: al nacer, en la incubadora y en la UCI. "En el Registro Civil dice que fallece en el parto y en el Archivo Regional de Madrid, que en la incubadora".
No es lo único que inquieta a Soledad. "En el paritorio me preguntaron que dónde estaba mi marido y les expliqué que era madre soltera. En ese momento oí que una de las mujeres que estaba allí le decía a otra 'avisa al doctor Vela' [Eduardo Vela, médico en la clínica San Ramón]. El doctor Vela no trabajaba allí, pero el hospital está en ese triángulo de las bermudas donde desaparecían los niños".
Cuando le comunicaron la muerte de su hijo, Soledad estaba en una habitación con otras seis mujeres y sus recién nacidos. "Era como una tortura. Entonces me cambiaron a otra habitación, en la parte privada del hospital y recuerdo que ahí estaba con otra chica muy joven a la que también le habían dicho que su hijo había muerto. Entonces ninguna teníamos ganas de hablar y apenas lo hicimos. Pero ahora pienso mucho en esa chica".
"Volví a casa con el alma rota y los brazos vacíos, sin mi hijo. Luego tuve dos hijas más, que ahora tienen 22 y 18 años, sin ningún problema. Lo que quiero ahora es saber la verdad de lo que pasó y que se haga justicia con los responsables".
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