“Choca que España no sea capaz de juzgar su historia”
El académico rastreó la influencia del exilio español en Octavio Paz
Baja Anthony Stanton de su habitación en la Residencia de Estudiantes y antes de sentarnos a la mesa y empezar a hablar de Octavio Paz hace una observación sobre el caso del juez Garzón: “La verdad, en México nos ha sorprendido mucho que en España hayan condenado a quien iba a juzgar los crímenes del franquismo”. Lo dice sin doble sentido, con verdadera extrañeza. Este académico británico, que lleva 32 años viviendo en el Distrito Federal y es uno de los mayores expertos en la obra del Nobel mexicano, considera “chocante” que países de América Latina con un pasado dictatorial reciente “hayan sido capaces de darle la vuelta a la historia y juzgar los crímenes”, mientras en España sigue siendo una “asignatura pendiente”.
Stanton es sensible a la cuestión por varios motivos. Primero, porque ha estudiado en profundidad la influencia del exilio español en los intelectuales americanos y, sobre todo, en la obra de Paz —acaba de ofrecer una conferencia sobre el tema en Madrid—. Además, hace un cuarto de siglo que trabaja como profesor e investigador del Colegio de México, institución heredera de la mítica Casa de España, creada en 1938 por el expresidente Lázaro Cárdenas para acoger a destacados científicos, académicos e intelectuales amenazados por la Guerra Civil y, luego, por el franquismo. “Muchos fueron parte de esta Residencia, como Moreno Villa o Emilio Prados, a quien Paz dio cobijo en su casa nada más llegar”, comenta.
Viene el camarero y ante la disyuntiva de bacalao o pavo al curry, elige lo segundo por lo picante, pero además le echa tabasco. Stanton estudió Filología Hispánica y Filosofía en Inglaterra y en 1975 pasó un año en Sevilla con una beca. Allí empezó a leer a Neruda, Onetti, Rulfo, Octavio Paz y los grandes escritores latinoamericanos y, claro, también a Juan Ramón, Machado y los poetas de la generación del 27. Fue entonces cuando tuvo noción por primera vez de los puentes entre ambas orillas.
“Franco agonizaba. Recuerdo que una vez fui al cine a ver El gran dictador, de Chaplin, y me di cuenta de que aquella película tan vieja (de 1940) y que yo había visto tantas veces, en España era un estreno. Me impresionó...”. La anécdota desemboca en el asunto de cómo la “experiencia revolucionaria” española y el exilio marcaron a Paz. En 1937, con 23 años, fue invitado por Neruda al congreso de intelectuales antifascistas de Valencia y aquello dejó en él una huella imborrable.
“Se le quedó para siempre como una imagen detenida en el tiempo: la España de la fraternidad y la libertad, ‘el sueño español lo llamaba”. A la experiencia ética y vital se sumó el golpe de la poesía. “Conoció a Neruda, a Vallejo, a Nicolás Guillén, a los jóvenes poetas del 27 que admiraba desde que leyó en 1932 la Antología de Gerardo Diego”. También visitó a Machado en su casa y “quedó atrapado por la hondura filosófica de su Juan de Mairena”, cuenta Stanton, que mantuvo con el autor de El arco y la lira una relación de 22 años.
Cuando aquellos poetas y pensadores llegaron al exilio, Paz les abrió las puertas, sentía que eran portadores de la modernidad. “Siempre creyó que México tenía una relación ineludible con España”.
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