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¿Puede su iPhone tratar la ansiedad social?

Una nueva aplicación permitirá paliar los síntomas de este trastorno en cualquier lugar

Carolina García
Una mujer usa su Iphone.
Una mujer usa su Iphone. KAREN BLEIER (AFP)

Los investigadores de la conducta trabajan desde hace varios años con programas y videojuegos para el tratamiento de trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión. Uno de los resultados más novedosos es una aplicación para iPhone o Blackberry que puede ayudar a las personas que padecen fobia social a controlar y reducir sus síntomas en cualquier lugar.

La aplicación, desarrollada por un psicólogo australiano, consiste en mostrar dos caras diferentes en la pantalla del teléfono: una amistosa y otra hostil. La aplicación combina estos dos rostros simultáneamente y a continuación emite una carta que es necesario identificar rápidamente y de forma correcta, explica el doctor en psicología de la Universidad de Harvard Richard McNally. “Este sistema se podría usar minutos antes de que la persona tuviera que hablar en público o antes de una cita importante, situaciones cotidianas que afectan a las personas que sufren este trastorno. El entrenamiento sería diario y no duraría más de 10 minutos”, argumenta McNally.

Un estudio reciente elaborado por el Doctor McNally y su equipo en la Universidad de Harvard ha concluido que el uso de esta aplicación disminuye los síntomas propios del trastorno de ansiedad, lo que les ha llevado a concluir que tal vez estas técnicas de ayuda también sean aplicables a los teléfonos inteligentes.

Se podría usar antes de situaciones críticas como hablar en público o una cita importante"

La ansiedad o fobia social consiste en un miedo intenso a situaciones de la vida diaria en las que la persona se siente expuesto. En ellas, el sujeto teme decir algo inapropiado o comportarse de manera que valora como humillante. Las mujeres y los hombres tienen la misma probabilidad de desarrollarla y, normalmente, los primeros síntomas se dan en la infancia o al inicio de la adolescencia. Existe alguna evidencia de que hay factores genéticos involucrados. Es un desorden que tan solo en Estados Unidos afecta a 15 millones de personas, según datos del Instituto Nacional de Salud Mental. En España, un 7,9% de la población ha sufrido algún episodio discapacitante de ansiedad, según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y Estrés.

Los expertos opinan que la mayoría de las personas con ansiedad social tienden a prestar atención tan solo a los rostros hostiles. El objetivo de esta aplicación es romper esta fijación, reentrenar al cerebro y así reducir los síntomas fóbicos.

El estudio desarrollado por McNally y su equipo -titulado Attention Bias Modification Training in Anxiety Disorders- consistió en investigar tres grupos a los que se les mandó realizar tareas de atención diferentes. El primero fue entrenado para desviar la atención de los rostros que muestran desprecio hacia rostros neutrales. “Es decir, aparecían dos caras en la pantalla durante un tiempo de 500 milisegundos (poco más de lo que tarda el ojo humano en parpadear), y enseguida se mostraban dos letras, la e y la f, que sustituían a las caras neutrales y que el sujeto debía identificar con la mayor rapidez”, explica el profesor.

El segundo grupo no experimentó ninguna contingencia (es decir, las cartas de amenaza y las caras neutrales surgían con la misma frecuencia). El tercer grupo llevó a cabo simplemente cuestionarios de ansiedad (en línea) antes y después de un periodo de tiempo equivalente, pero no realizó ninguna tarea de atención. “Los resultados indicaron que los grupos primero y segundo experimentaron reducciones estadísticamente significativas en los síntomas de ansiedad, mientras que el grupo sin tratamiento no lo hizo”, sostiene McNally.

Un 7,9% de los españoles ha sufrido un episodio de ansiedad discapacitante

Algunos detractores de esta posible técnica opinan que con este tipo de programas se perdería el contacto humano esencial que existe durante la terapia. “Estamos hechos para entender lo que sucede a nuestro alrededor, y la ayuda de otro ser humano nos ayuda a entender esta realidad. Yo tendría mucho cuidado con los tratamientos que no permitieran esto”, aseguró Andrew J. Gerber, profesor de psicología de la Universidad de Columbia, en el diario The New York Times.

Otra de las conclusiones que se barajan sobre la efectividad de estos programas se refieren al hecho de que tomar la iniciativa y hacer algo para controlar la ansiedad es la clave para sentirse mejor. “Me sentía bien conmigo mismo, sentía que estaba haciendo algo por mis problemas y fue sin duda algo que me ayudó mucho a superar acontecimientos que me ocurrieron durante esos dos meses de estudio”, explicó uno de los participantes. “Seguiremos investigando. Queda mucho trabajo por hacer para evaluar la eficacia de estos entrenamientos, ya sea en laboratorio o en los teléfonos inteligentes”, agrega McNally.

En la actualidad, los programas sobre psicología adaptados a los dispositivos móviles tienen un contenido generalista. Los usuarios suelen encontrar aplicaciones que describen aspectos de su personalidad, consejos sobre sus emociones o maneras de actuar ante posibles circunstancias.

Una aplicación denominada Mobilyze, por ejemplo, también en desarrollo, diagnostica trastornos psicológicos según el estado físico y la actividad social del paciente. “Es como un Nike+ (programa que mide la estabilidad física mientras hace deporte), pero para el cerebro”.

Con esta nueva aplicación, los científicos quieren dar un paso más. “Que llegue un día en el que la persona sea capaz de tratar su ansiedad social en el autobús o en el supermercado”, señala McNally. “Lo maravilloso es que si demuestra su eficacia de forma más contundente, podría ayudar a millones de personas en todo el mundo”.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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