España anuncia que EEUU retirará la tierra de Palomares con plutonio
El ministro de Exteriores afirma que ha "recibido garantías" de Washington de que retirará el material "con rapidez" España busca desde 2003 que la Casa Blanca asuma descontaminar los restos del accidente de 1966
El Gobierno español “ha recibido garantías [de Estados Unidos] de que retirará con rapidez las tierras contaminadas de Palomares”. Así lo ha revelado este mediodía el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, en una rueda de prensa conjunta con su homólogo marroquí Saadedin al Otmani.
La retirada de miles de metros cúbicos de tierras contaminadas por el accidente de 1966 en la costa almeriense es una antigua reivindicación de las autoridades españolas a la que hasta ahora se han resistido las estadounidenses alegando su coste económico y el temor a sentar un precedente. Aunque los técnicos han estudiado distintas fórmulas técnicas, como compactar la tierra para reducir su volumen, España siempre ha insistido en que la salida última es su retirada, ya que la contaminación fue causada por EE UU y no existe en suelo español ningún almacén para este tipo de residuos.
Margallo ha revelado esta decisión al enumerar los asuntos que abordará mañana con la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, con quien mantendrá su primera entrevista aprovechando la presencia de ambos en la conferencia de seguridad de Múnich (Alemania).
Kathleen Doherty, subsecretaria adjunta de la Oficina de Asuntos Europeos y Euroasiáticos de EE UU declaró a este diario esta semana: "Estamos trabajando en una propuesta para el Gobierno de España y espero que se presente al Gobierno español pronto y que será satisfactoria. Hasta que no la presentemos formalmente no daré más detalles, pero sí espero que sea pronto".
El 17 de enero de 1966, el cielo de Palomares (Almería) vivió el mayor accidente con armas nucleares sobre población civil de la historia. Un bombardero estadounidense colisionó en vuelo con el avión- nodriza del que repostaba. Cayeron cuatro bombas termonucleares, más potentes que las de Hiroshima. Dos fueron recuperadas intactas y dos liberaron parte de la carga.
El Ejército de EE UU se llevó en barco toneladas de tierra contaminada, pero quedaron restos radiactivos, incluso dos zanjas en las que EE UU ocultó desechos del material de la limpieza. Durante décadas nadie se ocupó del accidente -más allá de unos análisis de sangre a la población- hasta que a finales de los 90 la burbuja inmobiliaria llegó a la costa de Almería. Comenzaron movimientos de tierras y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y el Consejo de Seguridad Nuclear dieron la voz de alarma. El Ciemat es el centro heredero de la Junta de Energía Nuclear, que lleva la gestión de la zona. Al remover la tierra para construir se podía liberar plutonio. Además, con el tiempo el plutonio se descompone en americio, más volátil y fácilmente detectable.
En la ley de acompañamiento de los presupuestos de 2004, el último Gobierno de Aznar ya incluyó una previsión para expropiar las tierras contaminadas. No citaba Palomares ni nada parecido. El secreto era el objetivo. En 2004, llegó a la dirección del Ciemat el físico Juan Antonio Rubio y, sorprendido por la situación, decidió zanjar el tema.
El Ciemat comenzó un ambicioso estudio de caracterización del terreno. Los técnicos tomaron 325.000 mediciones en una extensión de 40 hectáreas y analizaron 1.848 muestras de tierra. EE UU puso 1,983 millones de dólares para el estudio. Localizaron las trincheras en las que habían enterrado los restos y vio que había radiación más lejos de lo pensado. Expropió y valló los terrenos. Conclusión: hay 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada con medio kilo de plutonio, radiactivo durante miles de años. El Ciemat tuvo incluso que impedir la construcción de una urbanización sobre el suelo contaminado.
En paralelo, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero comenzó una negociación diplomática. EE UU, que pagaba anualmente 300.000 dólares al año por los análisis de la población, dejó de hacerlo en 2009. Las negociaciones eran inicialmente con el Departamento de Energía, pero al sumarse el de Defensa los españoles involucrados notaron que la negociación se enfriaba. El 21 de diciembre de 2010, en una nota verbal, España llegó a exigir la limpieza "sin dilaciones".
España pedía ayuda financiera a EE UU para la descontaminación. Pero, sobre todo, que se llevaran los bidones y limpiar a la población del estigma. Zapatero trató el asunto con el vicepresidente Joe Biden en 2010 y la entonces ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, con Hillary Clinton. Los cables del Departamento de Estado obtenidos por Wikileaks muestran cómo la Embajada de EE UU en Madrid proponía pagar la limpieza y llevarse la tierra pero no recibía respuestas claras desde Washington.
EEUU temía el precedente de la descontaminación, ya que ha realizado pruebas nucleares en distintas zonas del planeta y pensaba que podía desencadenar una serie de reclamaciones similares. Además, alegaba que España y EE UU ya acordaron en 1966, en el Acuerdo Hall-Otero, que el accidente había quedado zanjado, que si reabrían el tema ahora, ¿qué impedíría que en el futuro si mejoran las técnicas de detección no tenga otra vez a España pidiendo ayuda?
España por el contrario replicaba que ese acuerdo se firmó con una dictadura y que había restos contaminados lo suficientemente grandes que demostraban que lo habían dejado a conciencia. El Ciemat tiene incluso hecho el estudio de cómo se debería tamizar y compactar la tierra para reducir el volumen a transportar. En la negociación siempre quedó claro que este era un asunto bilateral entre países amigos, una forma de decir que España no lo elevaría a Euratom o la UE, lo que podría complicar el pacto.
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