Soria apunta a una prórroga de Garoña tras recibir el plan de desmantelamiento
Dos pequeños cambios en una orden ministerial permitirían poner en marcha el proceso de renovación Para funcionar hasta 2019, la central necesita nuevos edificios y mejoras en el aislamiento
Casualidades del calendario. La empresa nacional de residuos radiactivos, Enresa, acaba de entregar al Ministerio de Industria el plan de desmantelamiento de Garoña. Lo hizo a finales de la semana pasada, con José Manuel Soria ya como ministro y justo cuando el PP explora las fórmulas que debería seguir para mantener la nuclear abierta más allá de 2013. En primer lugar, según fuentes del sector próximas al PP, debería derogar parte de la orden ministerial de cierre de Garoña y preguntar al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) qué requisitos debería cumplir para continuar abierta.
En esa línea se ha manifestado hoy el ministro de Industria en Onda Cero. En esta cadena ha declarado que no es partidario de "infrautilizar ningún tipo de energía que ahora mismo se esté utilizando", aunque ha añadido que sobre Garoña "no hay una decisión al respecto". En su opinión, cerrar nucleares "supone una infrautilización de un tipo de energía que ya está amortizada, en cuanto a la instalación, lo que, por lo tanto, debería revisarse".
Pocas comarcas se jugaban más en las elecciones del pasado 20-N que la de la nuclear de Garoña (propiedad al 50% de Endesa e Iberdrola a través de Nuclenor). En octubre de 2009, en una visita a la planta burgalesa, Mariano Rajoy declaró: “Con el PP en el Gobierno, Garoña no se va a cerrar”.
El Ejecutivo socialista acababa de decidir dar a la planta cuatro años más de vida, frente a los 10 que querían las eléctricas. Con su decisión, Zapatero no contentó a nadie, ya que dejó al PP la llave del futuro de la central y también enojó a los pronucleares. Garoña se conectó a la red en 1971 y está a punto de cumplir 42 años, dos por encima del periodo para el que fue inicialmente diseñada.
Desde aquellas declaraciones de Rajoy, el PP no ha vuelto a realizar pronunciamientos públicos tan contundentes. En medio ha habido el peor accidente nuclear en 25 años, el de Fukushima, cuyo primer reactor es idéntico al de Garoña. En campaña, Miguel Arias Cañete declaró que el cierre de la nuclear era “revisable” y "reversible". Aunque el programa electoral no menciona Garoña, sí habla de gestionar “los permisos de emplazamientos nucleares” en función de lo que diga el Consejo de Seguridad Nuclear.
El Consejo aceptó que Garoña funcionase 10 años más, hasta 2019, bajo ciertos requisitos, pero después los relajó cuando Industria preguntó qué mejoras requeriría Garoña para operar durante solo cuatro años más.
“Es una situación complicada desde el punto de vista jurídico y administrativo, no técnico”, explica una fuente del sector muy próxima al PP. No se puede simplemente derogar la orden ministerial de cierre. De hecho, las eléctricas y los populares saben que de los cinco puntos referidos a Garoña en el texto deberían derogar inmediatamente dos de ellos. El primero, que fija la fecha de cierre para el 6 de julio de 2013, y el quinto, que establece que Garoña “no podrá realizar modificaciones y propuestas de actuación que impidan o dificulten el cese definitivo de la explotación”.
Así, hasta que Garoña obtenga una nueva licencia, el resto de la orden seguiría en vigor, porque no se puede dejar a la planta sin permiso. Garoña continuaría de momento con licencia aunque solo hasta 2013, ya que el trámite para ampliar su vida útil lleva años.
A continuación, el ministerio debe preguntar al CSN qué requisitos debe cumplir Garoña para funcionar hasta 2019. Si las eléctricas quisieran pedir 10 años más, todo el plazo se complicaría muchísimo. Como no hay precedentes, el CSN es probable que recurriera a todo el trabajo realizado hasta 2009. Entonces decidió que para funcionar más allá de los 40 años, la nuclear debía renovar todo el sistema de cables y aislar la sala de control del edificio de la contención. Finalmente aparcó esas exigencias porque solo iba a funcionar cuatro años más.
Ahora, el sector ve lógico que el CSN vuelva a autorizar la prórroga, aunque con la condición de que se realicen las dos obras pendientes. Además, Garoña debería implantar las medidas derivadas de las pruebas de resistencia pos-Fukushima, entre ellas la construcción de un nuevo edificio aislado que sirva como refugio de los trabajadores en caso de accidente.
Hasta ahora, Endesa e Iberdola no han escatimado en inversiones en la nuclear, puesta a menudo como ejemplo por el equipo del CSN. Entre 1999 y 2009, para su primera gran prórroga, se invirtieron 169 millones de euros, según la planta. Eso es poco comparado con lo que se tendría que invertir ahora.
Como Garoña tiene solo 466 megavatios (por unos 1.000 megavatios del resto de reactores) y al ser una prórroga de seis años -de funcionamiento menos, porque algunas de las obras solo se pueden hacer con la nuclear parada-, la rentabilidad puede llegar a ser dudosa. Y más si, como señala el programa electoral del PP, “la prolongación de la operación” de las nucleares debe “redundar en un menor coste de la energía para los consumidores”, lo que apunta a una bajada de la retribución de la electricidad producida en Garoña.
Sin embargo, fuentes del sector explican: “En Garoña hay mucho más en juego que el interés económico”. El sector nuclear considera que si en el peor momento para la industria desde Chernóbil se logra prolongar más allá de los 40 años una planta idéntica a Fukushima, el resto de centrales no tendrá problemas en alargar la vida. Además, mientras Alemania, Italia, Bélgica y Suiza han dado pasos atrás en sus programas atómicos –incluso en Francia ha comenzado el debate-, España sería un ejemplo de resistencia.
El debate ya no es sobre si es necesaria Garoña, ya que en España hay potencia eléctrica instalada de sobra y la red podría prescindir de Garoña sin problema.
Una solución de compromiso sería que el Gobierno del PP autorizase la renovación pero que en la negociación con las eléctricas pactase que estas renuncian por ser las obras demasiado costosas. Pero por el momento no ha habido signos de que las eléctricas estén dispuestas a entregar Garoña.
El popular Javier Maroto, alcalde de Vitoria, se ha mostrado en twitter en contra de una prórroga: "La permanencia de Garoña me parece un error y va en contra del criterio de una mayoría de vitorianos, que yo defiendo". Aunque en Castilla y León hay un gran apoyo político a la continuidad de la nuclear, en el País Vasco todo son críticas. La central está justo en la frontera con Álava.
En EEUU hay centrales nucleares similares a Garoña con permiso para funcionar hasta los 60 años. Aunque también hay nucleares idénticas que han levantado polémica. Una de ellas, la de Oyster Creek, anunció hace un año que adelantaba su cierre a 2019 por las denuncias de que calentaba demasiado la bahía de Barnegat, en la costa atlántica de New Jersey. Oyster Creek tenía permiso para funcionar hasta 2029. A cambio de cerrar antes, la eléctrica dueña, Exelon, quedó eximida de construir torres de refrigeración.
Greenpeace ha denunciado que Garoña calienta en exceso un embalse del Ebro e incluso llegó a medir en el agua temperaturas por encima de los 30 grados. La nuclear carece de torre de refrigeración, un problema que antes tuvieron Zorita o Ascó y que solucionaron con inversiones. Sin embargo, Medio Ambiente concluyó que no había ningún incumplimiento de la autorización de vertido.
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