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La última esperanza del ‘renacer nuclear’

EE UU aprueba un nuevo diseño de reactor atómico, el primero en décadas La tecnología está pensada para responder a accidentes como el de Fukushima

En su año negro, la industria nuclear acaba de recibir una buena noticia: EE UU ha aprobado el diseño de un nuevo reactor, el primero en más de dos décadas. Se trata del AP1000, de Westinghouse-Toshiba, que puede permanecer sin refrigeración hasta 72 horas (Fukushima explotó en menos de 12 horas sin suministro), ya que utiliza sistemas naturales para enfriar el núcleo. El AP1000 es una de las esperanzas de la industria para mantener el siempre inminente renacer nuclear, y el espaldarazo de la NRC (el organismo regulador de Washington) le abre la puerta a medio mundo.

El jueves, la NRC anunció que aprobaba por unanimidad la licencia genérica del AP1000, que luego debe adaptarse a cada emplazamiento. En 2006 ya autorizó una primera versión del reactor, pero después endureció las normas para resistir el impacto de aviones, lo que obligó a recomenzar el proceso. Este es el primer reactor de la llamada tercera generación aprobado en EE UU, aunque hay otros en espera.

La NRC señala en un comunicado que el AP1000 “incluye sistemas de seguridad pasivos que enfriarían el reactor después de un accidente sin necesidad de intervención humana”.

El director de Westinghouse para el sur de Europa, José Emeterio Gutiérrez, explica: “En operación normal, el reactor tiene todos los sistemas activos. Pero en el caso de que se produjese un accidente severo que dejase la central aislada, algo parecido a lo de Fukushima, el reactor se refrigera solo por gravedad, condensación, circulación natural, sin ninguna bomba y puede llegar a parada fría. Tiene 72 horas de refrigeración pasiva completa y hasta siete días con algunos sistemas”. Por eso, resalta, “no ha recibido modificaciones después de Fukushima”.

Los llamados sistemas pasivos son los que utilizan leyes físicas que no fallan, igual que una chimenea bien diseñada siempre elimina el humo. Así, hay almacenes nucleares que se refrigeran por convección, sin necesidad de ventiladores.

Enrique González, jefe de la División de Energía de Fisión del Ciemat, explica que los sistemas pasivos son mucho más seguros pero matiza: “La gravedad no puede fallar, pero una tubería sí se puede obstruir. Se gana en seguridad, pero las cosas no son infalibles”. González explica que con la aprobación de la licencia, las eléctricas de EE UU ya pueden adaptarlo. Westinghouse espera comenzar a construir dos centrales en Carolina del Sur y Georgia en unos meses. Ya tiene dos AP1000 en construcción en China, los de Sanmen, cuyo primer reactor debe arrancar en febrero de 2013, pero son de la versión anterior.

El visto bueno de EE UU tiene implicaciones mucho más allá. Como explica González, “la mayoría de los reguladores de otros países se inspiran en lo que se hace allí”. El Consejo de Seguridad Nuclear, por ejemplo, sigue las directrices de EE UU. Otros países tienen su propio proceso. Francia aprobó el diseño EPR, con las primeras unidades en construcción en Finlandia y Francia. Reino Unido está evaluando ambos y General Electric-Hitachi tiene en desarrollo su propio diseño, el ESBWR. Otros países —Rusia, China, Corea...— poseen su propia tecnología, pero para el mundo occidental, el abanico de oferta de nuevos reactores se reduce porque en dos décadas los fabricantes se han ido fusionando.

Así, la principal carrera es ahora entre el EPR de Areva (estatal francesa) y el AP1000. González explica las diferencias: “Si tuviera que resumirlo en una pincelada, diría que el AP1000 ha apostado por la sencillez y por buscar diseños pasivos simples, mientras que el EPR ha optado por hacer un reactor más grande y potente y más seguro a base de multiplicar los sistemas de seguridad”.

Westinghouse presume de esa sencillez. Según la compañía, su diseño utiliza un 50% menos de válvulas, un 35% menos de bombas, un 80% menos de tuberías y un 85% menos de cables que los modelos existentes o que el EPR.

El EPR lleva retrasos y sobrecostes en Finlandia y Areva acaba de anunciar pérdidas millonarias meses después de despedir a su presidenta. El experto del Ciemat afirma que es pronto para hablar de costes de uno y otro, ya que al ser los primeros modelos siguen saliendo demasiado caros.

Marcel Coderch, ingeniero y coautor del libro El espejismo nuclear, ve relevante la aprobación del diseño del AP1000, pero duda de que a largo plazo cambie la tendencia: “El AP1000 no resuelve el problema del precio. La nuclear no es competitiva, y en EE UU, con la eclosión del gas no convencional, aún menos. Puede que se hagan un par de reactores subvencionados en Estados que no tienen la electricidad en sistemas de mercado, sino con precios regulados”. Coderch recuerda que “desde 1978 no ha habido en EE UU ni un solo pedido de un nuevo reactor nuclear”.

La energía nuclear vive en una encrucijada. Después de años de anunciar un renacimiento nuclear —más en los planes que en obras, y principalmente en países emergentes—, llegó Fukushima. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) rebajó en septiembre un 8% sus proyecciones sobre construcción de nuevos reactores. El organismo calcula que la potencia instalada pasará de los 367 gigavatios actuales a entre 501 y 746 en 2030. En el pasado, el OIEA ha sido demasiado optimista sobre el futuro nuclear.

Según el Instuto Worldwatch, la potencia instalada ha bajado en 2011 por Fukushima.

En España, las eléctricas no tienen planes para construir nucleares, ya que cuentan con potencia eléctrica de sobra. Eso no implica que no sigan los avances. Endesa anunció solo dos días antes de Fukushima un acuerdo con Westinghouse para compartir la tecnología del AP1000. Según Gutiérrez, la eléctrica tiene tres ingenieros en EE UU conociendo el nuevo reactor y piensa en países de América Latina como Brasil (después de que Chile quedara descartado por su alta sismicidad). Con el rechazo en Europa occidental tras el apagón nuclear en Alemania, Suiza y Bélgica y los retrasos en Italia, las empresas se han lanzado a Europa del Este. Westinghouse tiene la esperanza de que estos construyan nucleares para exportar electricidad al centro de Europa, donde hay un agujero nuclear en Alemania, Austria, Bélgica, Suiza e Italia, sin programas atómicos.

 

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