_
_
_
_
_

"En los ochenta ETA nos mataba como a perros"

"ETA ha estado siempre presente en mi trabajo como policía. Mi primer servicio, cuando estaba aún en la academia, fue el atentado de Carrero Blanco [20 de diciembre de 1973]. En 1974 me mandaron a Bilbao (Bizkaia) y más tarde a Basauri. Allí me quedé hasta 1987, y asistí a un sinfín de atentados, muchos de ellos a compañeros, en unos años muy complicados. ETA nos mataba como a perros. Los políticos, hasta que no empezaron a matarlos a ellos, no hacían mucho caso a las víctimas. No éramos nada, y nuestros muertos no valían gran cosa". Ángel Chaparro, melillense, de 61 años, recuerda los años de plomo mientras comparte mesa y mantel con su mujer, Jacinta, y una quincena de víctimas en Almería, el pasado 4 de noviembre, en unas jornadas de la asociación andaluza de víctimas del terrorismo. A su lado, otros tantos grupos de comensales también ponen en común experiencias.

Más información
¿A cuántos mató ETA en realidad?

"Estos días nos sirven para afrontar el sufrimiento pasado con un poco más de alegría", dice Jacinta. "Personas que hemos sufrido algo similar nos damos apoyo". Junto a ella y a su marido come un guardia civil que pasó también por Euskadi en los 80 y que guarda asimismo un infausto recuerdo de los días en los que en cualquier momento podía morir asesinado.

Ángel tenía la sensación de llevarse bien con los vecinos de Basauri. De ser querido. "Nunca pensé que fuera a sufrir un atentado", relata. "Pero me equivoqué". Un día se encontró con las siglas SS pintadas en su coche. Otro, vio algo que parecía una cacerola con explosivo debajo de su vehículo, pero solo era un aviso. El tercero, notó que había una bolsa de basura pegada a la rueda delantera y le extrañó. No la tocó, pero miró debajo del coche. Allí estaba la bomba lapa, lista para matarle. Estaba preparada de tal manera que, si quitaba la bolsa, explotaba. Si arrancaba, también. El vehículo estaba en medio del pueblo, al lado de un edificio con niños. La policía hizo una explosión controlada ante al ataque de pánico de su hija y de su mujer, a la que días más tarde llamaron por teléfono los terroristas: "Sra. de Chaparro, le comunicó que si su marido no se va inmediatamente del País Vasco, en breve acudirá a su funeral".

Se marcharon a Sevilla. Acaba de ser reconocido como víctima del terrorismo. "La vida ya no ha vuelto a ser igual. Pero tengo que dar gracias a Dios de que por lo menos estoy vivo. Ahora solo pido al próximo Gobierno que haga que los presos sigan cumpliendo con sus condenas; que no salgan como si nada hubiera pasado".

Ángel Chaparro era policía nacional en activo cuando vio una bomba bajo su coche.
Ángel Chaparro era policía nacional en activo cuando vio una bomba bajo su coche.GORKA LEJARCEGI

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_