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A Cameron se le atraganta la subida de las tasas universitarias

El Gobierno británico, forzado ralentizar la reforma ante el descenso de solicitudes de ingreso Muchos estudiantes aún no saben lo que deberán pagar

Manifestación de estudiantes contra la subida del precio de las matrículas universitarias, el pasado miércoles, en Londres.
Manifestación de estudiantes contra la subida del precio de las matrículas universitarias, el pasado miércoles, en Londres.LEFTERIS PITARAKIS (AP)

a presión para subir el importe de las matrículas de las universidades públicas, con el objetivo de acercarlo más a lo que cuestan realmente los estudios, recorre desde hace años toda Europa; y la crisis no hace más que incidir en ello. Mientras en España se ha discutido sobre un aumento de precio a los repetidores y el Gobierno francés lo ha descartado completamente -"incrementar las tasas perjudica a las clases medias", sentenciaba hace poco más de un mes el ministro de Universidades, Laurent Wauquiez-, el Ejecutivo británico es, probablemente, el que de forma más decidida ha apostado por ese camino. Pero se ha topado con numerosos escollos.

Y ya no se trata solo de que, si bien en menor número que durante las multitudinarias protestas de hace un año, más de 5.000 estudiantes regresaran la semana pasada a las calles de Londres para protestar contra el nuevo tope de las matrículas en las universidades: 9.000 libras anuales, algo más de 10.500 euros. Porque el Gobierno del conservador David Cameron se ha visto forzado a matizar y ralentizar el proceso, ante el descenso de las solicitudes de ingreso en las universidades y las demandas de más tiempo por parte de sus gestores para adaptarse a los cambios. A resultas, muchos estudiantes ni siquiera saben todavía cuánto les va a costar acceder a la facultad el próximo curso.

Varios miles de alumnos volvieron a protestar por las calles de Londres

Si el precio de las matrículas tenía hasta ahora un techo de 3.375 libras al año, el grueso de los campus de Inglaterra contempló radicales aumentos tras la ratificación parlamentaria de la reforma en diciembre pasado, apuntando hacia el pico de la horquilla de 9.000 libras. Este mismo mes, sin embargo, casi una quinta parte de estos centros (27) ha decidido finalmente situarse por debajo del baremo de las 7.500 libras para atraer a más alumnos. No se trata de una simple rebaja como las de último minuto de las aerolíneas, sino de una táctica que les permite optar a algunas de las 20.000 plazas subvencionadas por el Estado y por las que las universidades deberán "competir" a partir de ahora. El Parlamento está discutiendo ahora la posibilidad de ampliar ese número, aunque solo para el próximo curso lectivo. De ese modo, las ayudas (principalmente centradas en alojamiento y manutención de los alumnos) se extenderían temporalmente a todos aquellos estudiantes que ingresasen con las mejores notas en las universidades más baratas.

La mayoría de los campus optaron  por cobrar el máximo: 9.000 libras de matrícula al año

Estos parches en el camino hacia el nuevo sistema son reflejo de la inquietud ante el impacto del radical incremento de las tasas. La coalición de Gobierno entre conservadores y liberal-demócratas había estimado el precio medio aceptable de las universidades en unas 6.000 libras anuales, pero sus previsiones se quedaron muy cortas. El alto coste de las matrículas ha acabado disuadiendo a muchos estudiantes que no quieren o pueden hipotecar su futuro con abultados préstamos que deberían empezar a liquidar una vez graduados. Los datos del organismo responsable de las admisiones universitarias (UCAS, en sus siglas inglesas) muestran una caída del 12% en el volumen de matrículas de estudiantes autóctonos, con especial incidencia entre los mayores de 25 años y las mujeres. Y, a pesar de que muy pocos alumnos con los mejores expedientes han arrojado la toalla (tal como revela una encuesta de la BBC), la mitad de ellos se decantará por universidades cercanas a su residencia para reducir costes.

Este último es uno de los puntos esgrimidos por los críticos de la reforma, que el modelo universitario afiance "dos velocidades". Por un lado, estarían los campus "tradicionales", los centros de prestigio que no piensan cobrar a los alumnos ni un penique menos de las 9.000 libras de tope fijado (seguirá habiendo becas, pero el Estado recortará su cuantía). Por el otro, los centros que integrarán el sistema de financiación low cost, muchos con una calidad educativa impecable pero carentes de los recursos de los anteriores. La persecución de la excelencia en las universidades de Inglaterra tiene su precio en el freno de movilidad social. Cameron apuesta por lo primero, mientras los Gobiernos de Gales y Escocia han decidido que el tiempo de recortes presupuestarios no repercuta en las matrículas universitarias. Los alumnos de estas regiones autónomas jugarán desde septiembre de 2012 con ventaja.

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