La Unión Europea promete condicionar la ayuda al desarrollo en aquellos países que respeten los derechos humanos
El caso más controvertido es el de los 44 millones de euros que la UE envía a China
La Comisión Europea priorizará los proyectos destinados a fomentar la buena gobernanza al mismo tiempo que concentrará los recursos en los países más necesitados, como ha explicado Andris Piebalgs, Comisario de Desarrollo. La presentación de la nueva política de desarrollo de la UE se ha centrado en explicar la necesidad que el respeto a los derechos humanos vaya de la mano del desarrollo económico. Para el Comisario, la primavera árabe es el mejor ejemplo de ello.
La Unión Europea en su conjunto aporta 54.000 millones de euros en ayuda al desarrollo, más de la mitad del total que reciben los países subdesarrollados. La Comisión Europea, por sí sola, es el segundo donante mundial con 11.000 millones de euros anuales, sólo superada por Estados Unidos con 20.000 millones de euros.
Los criterios de reparto basados en el respeto a los derechos humanos resultan novedosos ya que, por ejemplo, en 2008, la Unión Europea asistió a Etiopía con 450 millones de euros a pesar de sus tendencias autoritarias. El Comisario, sin embargo, ha defendido la necesidad de sentar gobiernos como el etíope a hablar sobre derechos humanos, algo impensable de no ser por la ayuda al desarrollo.
Otro caso tan o más controvertido es la ayuda que la UE envía a China. 44 millones de euros que Piebalgs ha justificado como ayudas a sectores muy concretos como el sanitario, en forma de programas para la lucha contra el SIDA.
Las nuevas prioridades anunciadas por la Comisión se materializarán a la hora de otorgar el llamado apoyo presupuestario; transferencias de dinero que la UE da directamente a lo gobiernos. Estas ayudas representan una cuarta parte de todas las que concede la Unión Europea y son las que dan más autonomía a los estados receptores a la hora de utilizarlas. Dentro de un año, estas ayudas se proporcionarán a los países que logren demostrar su compromiso con el respecto de valores fundamentales.
Otra fuente de críticas para la Comisión ha sido la decisión de focalizar las ayudas en los países menos desarrollados en detrimento de los que se encuentran en vías de desarrollo, como India, Sudáfrica o Brasil. Pielbags argumenta que no tiene sentido seguir financiando potencias emergentes aunque ONGs como ActionAid defienden que el 75% de los pobres del mundo se concentran en esos países.
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