¿Qué hacemos con los niños en vacaciones?
Dentro de poco tendremos en casa a los niños para el período de vacaciones más largo del curso. Hay otras vacaciones y puentes, y fines de semana, y tardes libres. En esa línea va la docencia: menos horas de clase y más tiempo libre. En el caso de los mayores, para que estudien, y en el caso de los pequeños....
Los profesores sabemos que tras cada periodo vacacional, cuesta retomar un cierto ritmo de trabajo habitual. Por eso nos gustan y no nos gustan. En casa hay conflictos. ¿Por qué? Seguramente porque no tenemos claro que el tiempo de ocio -las vacaciones- no es tiempo de vagancia, de caos, de pereza, de no hacer nada.
Lo primero es que los niños tienen que descansar al término del curso, sobre todo si han estudiado y se han esforzado por alcanzar los objetivos de su nivel. Pero nadie que no esté muy enfermo necesita descansar dos meses. Lo segundo es que lo propio del ocio, lo que hace distinto y agradable ese tiempo es la posibilidad de desligarse de lo obligatorio. Pero el descanso activo no lleva a apartarse del cultivo de la inteligencia sino a hacerlo de otra manera: con juegos, fiesta, entretenimiento...
Y ¿qué hacemos en casa? Algunos consejos, muy prácticos:
a) Disponer el horario de vacaciones, diferente del horario del curso, pero horario, al fin y al cabo, porque los niños se desconciertan y se debilita su sentido de responsabilidad.
b) Preparar actividades. Para eso las familias contamos ahora con bastante ayuda, aunque quizás necesitaríamos algo más, porque los padres no tienen las mismas vacaciones. Seguro que cerca de casa hay algún centro juvenil, un Ayuntamiento o centro cultural con actividades. Si no, hay que crearlo. Ahí podemos encontrar el lugar apropiado para que los niños desarrollen su creatividad: pintura, dibujo, música, visitas... y, según van creciendo, aprendizaje de idiomas, servicio a personas mayores, talleres literarios. Me ha llamado mucho la atención cómo los padres matriculan de inglés, fuera de lo escolar, a sus hijos, durante el curso, multiplicando así sus deberes y, a veces, dejan pasar el verano, que es mejor oportunidad. O para estudiar otro idioma, que hay más que inglés en este mundo. Siempre y para todos, lectura y actividades deportivas. Haciendo en un club ejercicios de lectura comprensiva de Simbad el marino se libró más de un alumno de primaria de repetir curso. Y ¿cómo no?: el aprendizaje necesario para que puedan vivir alguna vez la experiencia de ¡Solo en casa! Según las edades: sacar la basura, ordenar armarios, poner la lavadora, hacer una ensalada...
c) Cuando las vacaciones padres-hijos coinciden, ese es el momento de tener un estilo familiar propio; y cada familia tiene que pensar cómo y cual va a ser el suyo. Me he encontrado en tantos años de profesión docente, al hablar en tutoría sobre qué hacer en vacaciones, familias con los más diversos estilos: reunirse con parientes, hacer excursiones, un viaje -cada vez más corto con la crisis- a algún lugar alejado, dentro o fuera de España, ir al pueblo, hacer fiestas, dar vía libre -ordenada- a las aficiones de los niños... ¿Quiénes lo pasaban peor?: los que no tenían ningún plan.
Si la edad lo permite, como intentamos educar a seres libres, lo bueno es que las actividades sean de acuerdo entre padres e hijos. Y si es difícil, no viene mal ejercer un poco la autoridad -de modo correcto- para que no se oxide por falta de uso.
La cuestión es que la llegada de las vacaciones sea alegre y festiva para todos.
M. Carmen Trigo Márquez es catedrática de Enseñanza Secundaria y pertenece a la Plataforma Mejora Tu Escuela Pública
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