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Aprender a escribir, a leer y a comer

Uno de cada tres niños españoles tiene sobrepeso. La asignatura pendiente es comer bien en variedad y cantidad. Un chico de 14 años, por ejemplo, debe ingerir 2.500 calorías. Si hace mucho deporte, un 30% más; si solo juega a la consola, un 10% menos

No me gusta el pescado porque tiene agujaaaaas!", declama un niño de cinco años haciendo gala de todo su repertorio de registros expresivos, que son muchos. Nos encontramos en el comedor escolar del colegio público Ginés Morata de Almería, 300 alumnos, 130 de los cuales almuerzan, de media, en el centro. No hay espinas en el pescado en salsa con verduras que persiste en una de cada cuatro o cinco bandejas (la pasta con salsa de tomate que había de primero voló rápidamente) y que algunos comensales desmenuzan a conciencia, quizá con la esperanza de que parezca que se dejan menos; otros se dedican a quitarle los trozos de zanahoria y judías verdes.

"A mí me gusta todo, las lentejas, la verdura", comenta Alejandra, nueve años y un plato rebañado que corrobora sus palabras. A Elga le chifla el cocido, pero no lo verde que flota en los guisos. En cuanto a la fruta, gana el plátano, o la manzana si la pela la monitora. "Su piel es muy buena porque tiene fibra", recuerda esta en tono resignado. Hoy, que toca naranja, hay quien opta por partirla por la mitad y lamer su zumo.

Un hijo imita a sus padres y no come lo que ellos nunca prueban

Mejor o peor, antes o después, todos terminan una porción razonable de su ración, pero si hubieran podido elegir, en lugar de este menú servido por catering habría hamburguesas, patatas fritas y, de postre, chocolate. Quizá porque la textura del pescado les sea menos agradable o el sabor de la verdura más amargo. "Sus papilas gustativas tienen una composición distinta de las de los adultos, y puede que influya, pero hay niños que se comen la verdura perfectamente. Hemos de echarle imaginación y lograr que les entre por los ojos, mezclando colores que les resulten atractivos", receta Susana del Pozo, directora de análisis de la Fundación Española de Nutrición (FEN).

"La grasa tiene una característica de palatabilidad: no sabe lo mismo algo hervido o a la plancha que frito", reconoce Francisco Moreno Barón, jefe de la unidad de nutrición clínica del hospital Torrecárdenas de Almería. Pero, dicho esto, opina que aquí el elemento clave es que "un hijo no come lo que no ve comer a sus padres". Si los progenitores consumen bastante más carne que pescado, como suele ser el caso, eso es lo que, por imitación, aprenderá y reproducirá su prole.

Un 30% de la población infantil, uno de cada tres, sufre de sobrepeso en España, como resultado de una ecuación tan fácil de formular (+calorías -actividad física = kilos de más) como difícil de revertir por las muchas y complejas variables que participan. El comedor escolar, que es una de ellas, está mejorando, según concluye Del Pozo del trabajo que la FEN desarrolla en colegios madrileños desde 2001, o Moreno Barón a la vista del menú mensual del Ginés Morata y de otros centros de distintas comunidades autónomas. Fuera fritos, más pescado que carne, más verdura y fruta, incluso pan integral. Pero se trata del 30%-35% de la ingesta total del día, que ha de completarse con un desayuno que muchas veces es escaso o directamente inexistente, con cenas con frecuencia hiperproteicas, con horas de sueño a menudo insuficientes. "Se está investigando sobre la relación entre obesidad y falta de sueño, y entre obesidad y reparto energético a lo largo de la jornada: habría que potenciar el aporte proteico en los desayunos y reducirlo en las cenas", recomienda el responsable de Torrecárdenas. Solemos hacerlo justo al contrario.

Hipertensión y diabetes

El sobrepeso hace crecer el riesgo de problemas ortopédicos, de sueño, de alcanzar precozmente la pubertad por una alteración hormonal, de desarrollar enfermedades como diabetes o hipertensión. "Una chica obesa tiene 13 veces más posibilidades de convertirse en hipertensa que una de peso normal", remacha Empar Lurbe, jefa de grupo investigador del CIBERobn y del servicio de pediatría del hospital General de Valencia. Moreno Barón responsabiliza a las familias y a la sociedad en general: "Los dulces, la bollería industrial, no pueden formar un grupo básico en la alimentación diaria de los niños". Y se le ocurre, en analogía con la Ley Antitabaco, que podría "prohibirse la venta de chucherías a menores". Para él, el problema radica en un cambio de estilos de vida y en un alejamiento de la cultura mediterránea, que contempla la comida como un acto social, en el que se habla y se invierte tiempo (el nivel de saciedad no se consigue hasta los 20 o 30 minutos de empezar la ingesta) y que resulta agradable. "Ahora los niños comen deprisa delante de la televisión", resume.

"Pueden pasarse delante de la tele dos horas y media al día, más media hora con videojuegos o Internet", aporta Lurbe, que añade que, en general, los españoles nos movemos un 40% menos que hace medio siglo. "Imagínate un coche: si aún le queda gasolina en el depósito no hay que reponer, ¿verdad? Pues con el cuerpo es igual", explica la doctora a los pacientes del programa de atención integral de obesidad infantil que tiene en marcha su hospital. Según los expertos, un niño o niña necesita 1.000 calorías diarias fijas más 100 por año (unas 1.300 a los tres años, por ejemplo); a partir de la edad puberal, el requerimiento es mayor para chicos (unas 2.750 a los 14 años) que para chicas (unas 2.500).

Tales cantidades están calculadas para una "actividad física moderada", según recuerda Del Pozo: si esta es mayor, habría que aumentar la ingesta en un 20%, y si es menor, disminuirla en un 10%. En otras palabras, que el menú no debe ser el mismo para un enganchado a la consola que para quien concatena una actividad extraescolar física detrás de otra.

La comunidad educativa del Ginés Morata celebra una pequeña reunión a instancias de este periódico. La directora, Dolores Ruiz, destaca el programa de desayuno saludable y el destierro de la bollería industrial del tentempié del recreo. Los representantes de la Junta de Andalucía ponen el acento en la importancia de la escuela para mejorar los hábitos alimentarios.

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