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Liberad a 'Lolita'

Campaña para pedir la devolución a la vida salvaje de una orca que lleva 39 años en cautiverio en Miami

El pasado 24 de febrero, la orca Tilikum mató a su entrenadora Dawn Brancheau durante su actuación en el Sea World de Orlando, en el centro de Florida (EE UU). Tras acabar una serie de saltos e inmersiones, sin razón aparente, atrapó entre sus fauces a Brancheau, que estaba en una plataforma, y con sus seis toneladas y siete metros de largo la sacudió fuera y dentro del agua hasta que murió por traumatismos y ahogamiento. Fue la tercera víctima en el haber de Tilikum, que mató a otro entrenador en Canadá, en 1991, y a un ciudadano temerario que se metió en su mismo estanque de Orlando en 1999.

El debate sobre la ética y la explotación de los animales salvajes privados de libertad volvió a agitarse. Pero el negocio es el negocio. Y los espectáculos continúan. Tilikum, macho, capturado hace 30 años en aguas de Islandia, acaba incluso de dejar embarazadas a dos hembras, que están a punto de parir. Nadie se planteó sacrificarlo. Era y es el actor principal del Sea World.

Lolita es la estrella del Seaquarium de Miami, a medio camino de Cayo Vizcaíno. No ha matado a nadie, pero su protagonismo es mucho más profundo. Después del éxito cinematográfico Liberad a Willy , y de lo ocurrido con Tilikum, Lolita ha reeditado el grito "liberad a Lolita".

Se ha recrudecido una campaña en 43 ciudades de Estados Unidos para que esta orca, de 3,5 toneladas, actriz principal del acuario surfloridano, sea devuelta a las aguas del Pacífico de las que fue sacada. Fue en Puget Sound, cerca de Seattle, al noroeste del país, hace casi cuatro décadas.

Lolita tiene un triste récord: lleva 39 años en cautividad, cuando la edad media de las orcas es de 35. Las denuncias sobre la vida que lleva son escalofriantes y se recuerda la raíz del problema, la discutible captura de animales salvajes para los entretenimientos circenses. Pero también se debate si ya es muy tarde para liberar a un animal cautivo tanto tiempo.

Keiko, el protagonista de Liberad a Willy, murió en 2003, a los 27 años, en la bahía noruega de Taknes, cerca de Trondheim, el lugar que había elegido tras ser devuelto al mar en aguas de Islandia, donde nació y fue apresado cuando sólo tenía dos. Fue escogido en 1993 para protagonizar la trilogía cinematográfica del amor imposible con el niño Jesse, y en 1996 el millonario Craig McCaw, junto a la Warner y las monedas de miles de niños, logró reunir los 20 millones de dólares para su liberación del parque de atracciones de Ciudad de México. Según el equipo encargado de su reaclimatación a la vida salvaje, pudo morir de una neumonía.

A pesar de este caso fallido, especialistas en orcas opinan que los animales en cautividad casi siempre pueden ser devueltos con éxito a la libertad. Los lazos familiares nunca se rompen y se ha comprobado que pueden cazar nuevamente en el mar porque recuerdan su corta infancia salvaje. Lolita sigue emitiendo los mismos sonidos que sólo provienen de la línea materna de su grupo, y dicen que su madre, Ocean Sol, sigue viva a sus 80 años. Un error en el caso de Keiko fue que no se consideró necesario devolverlo junto a su entorno más cercano y no reanudó los lazos familiares.

El canadiense Simon Hutchins, director de expediciones de la Oceanic Preservation Society y que ganó el Oscar este año al mejor documental con The Cove, asegura que la orca "puede estar con su madre y su grupo, su familia".

El Seaquarium de Miami, en cambio, por medio de su director general, Andrew Hertz, calificó la campaña de "irresponsable". Y añadió: "La liberación pondría en peligro su salud y su seguridad. Son los caprichos de un pequeño grupo de personas que no tienen la experiencia directa en el trato con ballenas asesinas".

Todos los sábados hay manifestaciones con pancartas delante del Seaquarium durante hora y media. Piden la libertad para "Lolita, una orca en prisión", y su jubilación antes de que muera como su primer compañero, Hugo, tras sufrir un aneurisma cerebral en 1980.

La realidad de Lolita es demoledora, como se puede comprobar en directo en el Seaquarium y en la web www.savelolita.com , que aboga por su libertad, entre otros colectivos. "Mantenerla en cautividad es cruel e inhumano", dice Shelby Proie. Es la última prisionera viva del casi medio centenar de orcas capturadas en el Pacífico norte en los años sesenta y setenta. Ella, concretamente, cayó el 11 de diciembre de 1970, a los cuatro años. Fue una de las siete supervivientes capturadas en una brutal cacería en la que murieron otras cinco orcas. Lolita se vendió al Seaquarium por 6.000 dólares y viajó los 5.500 kilómetros que separan el noroeste del sureste de Estados Unidos.

Desde entonces, según se denuncia, vive y protagoniza espectáculos para niños y mayores en un tanque ilegal, el más viejo, deteriorado y pequeño de Estados Unidos. Y del mundo, posiblemente. Tiene una profundidad de 6,5 metros, menos de los siete que mide Lolita, lo que indefectiblemente lleva al cetáceo a tocar muchas veces el fondo. Las orcas en libertad pueden descender hasta más de 150 metros. El recinto mide 26 por 11,5 metros. No se han calculado las vueltas que da por día, pero, para imitar los 120 y 160 kilómetros diarios que pueden recorrrer sus parientes salvajes en mar abierto, tendría que efectuar 6.000 giros. Lolita, en todo caso, lleva 39 años entre las mismas paredes.

REUTERS

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