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El escándalo de los abusos en la Iglesia católica

El Vaticano: "Estamos, sobre todo, con las víctimas"

La Santa Sede anuncia oficialmente que va a entregar a la justicia penal a los sospechosos de abusos sexuales

Tras semanas de anuncios verbales y consignas oficiosas, el Vaticano se ha comprometido hoy, en un documento oficial con firma y fecha, a entregar a la justicia penal a los sospechosos de abusos sexuales a menores y ha expresado su voluntad de reparar a las víctimas. "Sobre todo, estamos de parte de las víctimas y queremos sostenerlas en su recuperación y en sus derechos ofendidos", escribe en una carta enviada a todos los sacerdotes del mundo -unos 470.000, según datos de 2009- el prefecto de la Congregación para el Clero, Cláudio Hummes, elegido por Ratzinger para sustituir al cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos.

La misiva lleva fecha del 12 de abril pero solo ha sido dada a conocer hoy, día del quinto aniversario de la elección de Benedicto XVI. "Es verdad que algunos presbíteros (pero proporcionalmente muy pocos) han cometido horribles y gravísimos delitos de abusos sexuales contra menores; hechos que debemos rechazar y condenar en modo absoluto e intransigente", escribe Hummes. Los culpables, añade, "deberán responder ante Dios y ante los tribunales, también ante los civiles. Por supuesto, rezamos para que lleguen a una conversión espiritual y al perdón de Dios. Mientras, la Iglesia está decidida a no esconder y a no minimizar tales crímenes".

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La consigna llega en un momento crítico, cuando el Papa se siente doblemente asediado. Por un lado, por la "hostilidad de los medios", según dijo el domingo antes de dejar Malta; por otro, a causa de la deslealtad de destacados miembros de la Curia, según demostró el visible enfado de su portavoz, Federico Lombardi, cuando fue preguntado en Malta por la rebelión de Murcia, donde destacados obispos y cardenales aplaudieron el elogio del encubrimiento de la pedofilia pronunciado por Castrillón Hoyos solo 24 horas después de haber sido oficialmente desautorizado por la Santa Sede.

Solidaridad con el Papa

El Papa quiere reunir a todos los sacerdotes en Roma con motivo del final del Año Sacerdotal, que se clausurará el 11 de junio de 2010. En su carta, Hummes les invita en su nombre a acudir para manifestar su solidaridad al Papa, "ante los frecuentes ataques que se dirigen contra su persona en el ámbito de las decisiones con respecto a los sacerdotes que han incurrido en delitos sexuales contra menores". "Las acusaciones contra el Papa son evidentemente injustas, y se ha demostrado que nadie ha hecho tanto como Benedicto XVI para condenar y combatir correctamente tales crímenes", explica Hummes en lo que parece una crítica velada a Juan Pablo II.

Más abajo, el responsable del clero alerta contra el peligro de generalizar con los abusos. Y habla nuevamente de delitos: "Los delitos de algunos no pueden usarse en modo tal que embrutezcan el entero cuerpo eclesial de los presbíteros. Quien obra así comete una clamorosa injusticia. Cualquier persona, con sentido común y buena voluntad, lo entiende".

El documento se ha dado a conocer solo un día después de que Ratzinger prometiera entre lágrimas a las ocho víctimas de abusos que encontró en Malta que la Iglesia "hará todo cuanto esté en su poder para investigar las denuncias y llevar a los responsables a la justicia". Este lunes, 46 miembros del Colegio cardenalicio han ofrecido un almuerzo al Papa en San Pedro para conmemorar sus cinco años de papado. Según L'Osservatore Romano, Ratzinger les ha dicho que no se siente solo, aunque ha matizado: "La Iglesia está herida y es pecadora".

Cinco años rodeado de lobos

Para Joseph Ratzinger han sido cinco años muy largos, llenos de dificultades, problemas y zancadillas. Lo delataba su cara el primer día del viaje a Malta: profundas ojeras, la cara demacrada, el gesto de cansancio evidente y la voz rota. Los encontronazos con los musulmanes y con los judíos parecen ahora minucias comparadas con el clamor suscitado por los casos de pederastia clerical, las revisiones minuciosas sobre un pasado de encubrimiento al que nadie era ajeno en la Iglesia -aunque algunos eran más ajenos que otros-, y el clima de insurrección que transmite una Curia iletrada, mediocre y desleal, que se sentía mucho más cómoda bajo el populismo reaccionario, arrogante y mediático que encarnó Karol Wojtyla, un Papa guapo y telegénico, que bajo el rigor intelectual y las apelaciones a la sobriedad y la decencia que ha impuesto un Ratzinger bautizado desde su elección como "el pastor alemán".

Cuando fue elegido, Ratzinger estaba ya pensando en su jubilación. Repasando lo que dijo entonces, y viendo cómo Wojtyla y los suyos protegieron a Marcial Maciel, uno de los grandes delincuentes de la historia de la humanidad, se diría que ya sabía lo que le esperaba. Su denuncia de "la suciedad" de la Iglesia le aupó al trono de San Pedro. Más que un favor de la Curia de Wojtyla, hoy parece una encerrona. "Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor", dijo Ratzinger al ser elegido. "Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes", añadió.

La ironía quedó completada en su primera homilía, el 24 de abril de 2005 en la Plaza de San Pedro. Leyéndola hoy, suena casi a profecía. Ante medio millón de personas y 150 cardenales, el Papa dijo: "Una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. (...) Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí para que aprenda a amar cada vez más al Señor. (...). Rogad por mí para que, por miedo, no huya ante los lobos".

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