El Papa admite: "Nuestros pecados han herido a la Iglesia"
Ratzinger llega a la católica Malta siguiendo los pasos de San Pablo con la idea de comenzar el camino de renovación
Todas las campanas de las iglesias de Malta repicaban este sábado para dar la bienvenida a Benedicto XVI, que ha aterrizado a las cinco en la pequeña isla mediterránea, uno de los países con más implantación católica de Europa.
El vuelo papal fue autorizado a despegar desde Roma a pesar de los numerosos problemas causados por la nube volcánica de Islandia, que ha llegado en las últimas horas a Italia obligando a cerrar todos los aeropuertos del norte del país.
En el avión, el Papa ha dejado una pequeña referencia a los abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia, diciendo a los periodistas: "La Iglesia ha sido herida por nuestros pecados". Una frase que suena como una especie de mea culpa colectivo, y probablemente será la única referencia que haga en estos dos días de visita al escándalo que azota a catolicismo. A estas alturas, el Vaticano todavía no ha confirmado si el Papa encontrará o no en privado a algunas de las diez víctimas de abusos declaradas en Malta.
"Malta ama al Cristo que ama a su Iglesia, que es su cuerpo, mismo si este cuerpo está herido por nuestros pecados", ha dicho literalmente el Papa. "Cristo ama a esta Iglesia y su Evangelio es la verdadera fuerza que lo purifica", ha insistido.
Al llegar a Malta, el Papa también se refirió al problema de la inmigración. "Es un gran problema de nuestros tiempos, un gran desafío de nuestros tiempos al que debemos responder todos", dijo. El problema no concierne únicamente a la isla de Malta "que está en la primera línea", señaló, expresando el deseo de que los inmigrantes "encuentren un espacio de vida digno".
La idea del viaje a la isla, situada 50 kilómetros al sur de Sicilia, proviene del deseo del Papa de peregrinar al lugar donde San Pablo naufragó hace casi 2.000 años, cuando se dirigía a Roma en barco. En tres meses de estancia, el Apóstol, predicando desde una gruta situada en la población de Rabat, no lejos de La Valetta, logró crear una floreciente comunidad cristiana. El sitio parece adecuado para comenzar el camino de penitencia y renovación que estos días Ratzinger ha invocado varias veces, a caballo entre el asedio mediático y el inmovilismo de una curia aterrorizada por las reclamaciones de perdón y transparencia que lanzan las víctimas.
La inmigración y los valores cristianos serán los temas fundamentales del viaje, el número 14 en sus cinco años de pontificado que se cumplen el lunes. Esta tarde, el Papa visitará la gruta de San Pablo, y antes saludará a 4.000 niños delante del palacio presidencial, en la bellísima capital vieja, una fortificación llena de cuestas que las autoridades del Partido Nacionalista (al frente del país desde hace un cuarto de siglo) han engalanado con pendones, fotos y banderas.
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