"No me pareció que la idea mereciera ser patentada"
En 1998, Tomlinson contó a 'Ciberp@ís' cómo nació el correo electrónico
Ray Tomlinson inventó el correo electrónico, y a él se le ocurrió aprovechar la arroba. Lo inventó, pero no lo patentó porque no previó un uso tan masivo. Podría parecer un error tipográfico, pero no. El primer mensaje de correo electrónico fue bastante informal y de contenido irrelevante, decía: "QWERTYUIOP" (la línea alfabética superior del teclado), o quizá "Testing 1-2-3". Su redactor no recuerda el texto exacto, pero sí que se lo envió a sí mismo entre dos ordenadores unidos únicamente por la red ARPA (el germen de Internet). Estaba acabando el año 1971. Veintisiete años [en 1998] después, Ray Tomlinson, el autor de aquel mensaje, el inventor del programa de correo electrónico en red y el recuperador de la arroba para la iconografía del final de milenio, se siente suficientemente recompensado.
Aunque de sus palabras tal vez se puede desprende cierto desasosiego: "Creo que el reconocimiento ha sido el adecuado, pero no obtuve ningún beneficio, a no ser que se entienda como recompensa el que alguien, hoy, se interese por los orígenes del correo electrónico". Ni recompensas extraordinarias ni la patente por su invento: "No me pareció que la idea lo mereciera. Probablemente entonces la patente no me hubiera servido de mucho, puesto que el correo electrónico no creció explosivamente hasta mucho después de su invención".
Tomlinson recibe una treintena de mensajes diarios. La mayoría relacionados con el trabajo y algunos de amigos y familiares. Para los mensajes de amor le parecen más adecuados el correo tradicional y el teléfono: "No considero el correo electrónico suficientemente privado, y el fax es demasiado antiestético". En estas tres décadas apenas una veintena de personas, entre investigadores y periodistas, le han enviado mensajes para hablar de su aportación a la tecnología de las comunicaciones.
En 1971, Ray Tomlinson trabajaba en la empresa informática BBN de Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos). Hoy sigue trabajando allí. En la página web de su empresa, en la sección dedicada a enumerar el staff, sólo aparecen su nombre y la denominación de su puesto. En otra sección de la misma página web hay una cronología de Internet. BBN aparece en casi todos los hitos; Tomlinson, en ninguno. Al ser cuestionado sobre este detalle, dice: "Tendré que hablar seriamente con alguien de este asunto...".
Desde comienzos de la década de los sesenta era posible enviar mensajes de correo electrónico entre terminales de la misma red local. Bastaba con conocer el nombre de pila del destinatario: el identificador de usuario. Tomlinson pensó que, igual que el apellido diferencia a las familias, la denominación de cada red local podría servir para comunicarse con usuarios de las demás. Y separó nombre y apellido con el signo @ -en inglés "at", partícula que denota ubicación. Eligió el signo @ porque no aparecía en las palabras al uso, con lo que se evitaba que la separación entre usuario y dominio pudiera resultar confusa para las máquinas, "aunque esto", apunta Tomlinson, "ha sido refutado con el tiempo por la proliferación de productos, marcas, servicios y lemas que incorporan la arroba".
Tardó una semana en redactar el programa: "Empecé utilizando un programa de correo electrónico local y otro de transferencia de ficheros, que ya funcionaban. Tardé unos siete días en integrar los dos programas y en extender el protocolo de transferencia de ficheros". "Siempre pensé que el correo electrónico sería una forma eficiente de comunicación con usuarios de otros ordenadores. Lo que no pude predecir era el crecimiento del número de usuarios: supuse que se generalizaría con el tiempo, pero no tenía ni idea de cuándo ocurriría", dice Tomlinson.
Al ser preguntado sobre qué avances importantes quedan por hacer en el mundo de la comunicación informática, responde sucintamente: "Si yo supiera la respuesta...". Si la supiera, probablemente correría a patentarla.
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