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Atrapados en los países "de tránsito" de camino a Europa

Los inmigrantes africanos quedan, de media, tres años "atascados" en naciones donde se vulneran sus derechos humanos, denuncia el Servicio Jesuita a Migrantes

Jugarse la vida intentando cruzar el Estrecho o saltando la valla fronteriza de Ceuta y Melilla es tan sólo el último de los riesgos que muchos inmigrantes subsaharianos corren en el camino a Europa. Marruecos, Libia o Mauritania se han convertido en países "de tránsito" en los que los inmigrantes se quedan atascados y normalmente faltos de toda garantía jurídica. Joseph Buades, coordinador del Servicio Jesuitas a Migrantes de España (SJM-E), ha afirmado este miércoles que los inmigrantes permanecen en estos países una media de tres años antes de acceder a Europa, donde algunos son automáticamente deportados después de años de viaje.

Control democrático para la gestión de la frontera sur es el resultado de un estudio elaborado por el SJM-E, que cuenta con la colaboración de la Universidad Pontificia de Comillas y que se ha realizado ante las próximas elecciones europeas, en junio. El texto reivindica la falta de garantías democráticas para los inmigrantes por el "desplazamiento cada vez más al sur" de las fronteras con África. Lo corroboran las historias de Adama o Fasco, que escaparon de la República Democrática del Congo por la guerra de su país y tardaron aproximadamente cinco años en llegar a la península. "Traté de saltar la valla cuatro veces", relata Fasco, "y cuando conseguí llegar a Ceuta me comunicaron que me habían concedido el asilo político y una semana después estaba denegado".

Las historias personales son muchas. El grupo calcula (aunque "no se pueden hacer estimaciones ajustadas") que puede haber entre 6.000 y 8.000 personas atrapadas en estos países. El estudio realizado por el SJM-E concluye que la inmigración africana está "mal entendida". "Tenemos una imagen de avalancha de cayucos, de invasión, cuando en la península apenas representan un 6% donde más hay, y su peso respecto a la población inmigrante ha bajado cinco puntos desde 1996", ha señalado Cristina Manzanedo, coordinadora del estudio.

Por esta fallida interpretación del fenómeno creen que se está produciendo un endurecimiento de las políticas encaminadas a controlar las fronteras sin tener en cuenta otros aspectos. "Desde 2005 la Unión Europea viene proclamando un enfoque global de la inmigración, que combine aspectos de control de inmigración ilegal con integración y medidas para atacar las causas de la inmigración en su origen, pero en la práctica las últimas acciones sólo se dirigen a controlar los flujos migratorios y difuminan los demás aspectos", ha manifestado Manzanedo.

"La cooperación internacional está vinculándose a acuerdos comerciales o de control de migraciones", ha alertado Buades. "Europa se define como un espacio de libertad y justicia pero, en nuestra opinión, los países de tránsito no lo son". Según el estudio, los pactos realizados con terceros países para controlar la inmigración (financiándoles para que sean ellos quien ejerzan los controles) no están siendo sino una estrategia del tipo "ojos que no ven, corazón que no siente". Manzanedo agrega: "Nos preocupa la política de externalización de fronteras, porque se trata de una operación invisible para la sociedad española y de la que los políticos no se hacen responsables. Todo ello está provocando una vulneración de los derechos humanos".

El documento será enviado a los diferentes grupos políticos de la Eurocámara con unas peticiones claras: comprobar que se están respetando los derechos humanos en los controles de la frontera sur. Además, el SJM-E quiere que los políticos se embarquen con las patrullas marítimas conjuntas, visiten centros de internamiento de extranjeros y los dedicados a la gestión de la inmigración.

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