Un imán marroquí condenado a tres meses por homosexualidad
El clérigo y su compañero fueron detenidos cuando efectuaban una peregrinación
Casi nadie se libra de la marejada rigorista que invade Marruecos. Hasta los clérigos la padecen. El imán de la mezquita de Targa, cerca de Marraquech, fue condenado la semana pasada, junto con su compañero sentimental, a tres meses de cárcel, por homosexualidad. También deberán abonar una multa de 1.000 dirhams (90 euros). Ambos ingresaron en la prisión de Boulemharez, en Marraquech.
Se llama Mohamed -su apellido no fue desvelado- tiene 26 años, y desde hacía casi dos años era el imán de la principal mezquita de Targa, una pequeña localidad cerca de Marraquech. "Todo el mundo le respetaba y le apreciaba", señalan los dos diarios marroquíes, As Sabah y Aujourd'hui Le Maroc, que el pasado fin de semana dedicaron más espacio a la sentencia. "Nadie conocía la cara oculta de este clérigo tan servicial", añaden.
En Targa éste imán tan solícito se echó, a finales de 2007, un amigo, Ali, de 28 años, con el emprendió en marzo pasado un viaje hasta el cercano mausoleo del santón Moulay Brahim, uno de los más venerados de Marruecos. "Su comportamiento sospechoso llamó la atención del gerente de la pensión en la que se hospedaron", prosigue el relato periodístico. "La curiosidad le incitó a vigilarles". "Descubrió que se comportaban como una pareja".
A la mañana siguiente el posadero llamó a la Gendarmería Real. "Media hora más tarde la puerta de la habitación fue derribada por los gendarmes", precisan ambos rotativos. "Mohamed y Ali fueron descubiertos en flagrante delito de homosexualidad". Ambos confesaron entonces a los agentes "sus tendencias perversas".
El tribunal de primera instancia de Marraquech les condenó, pero fue relativamente benévolo. El código penal marroquí prevé hasta tres años de cárcel y multas de 1.200 dirhams (110 euros) para los culpables de delitos de homosexualidad. La pena que se les impuso fue muy inferior.
El mes pasado el Ministerio del Interior de Marruecos anunció en un comunicado "su determinación a hacer frente, en el marco de las leyes en vigor, a todas las actuaciones, escritos y publicaciones que menoscaban los valores religiosos de la sociedad marroquí". Esa iniciativa fue ante todo interpretada como una advertencia a los gays -dos docenas fueron detenidos en marzo durante una romería cerca de Meknes- aunque la oleada represiva también abarca a los musulmanes chiíes y a los protestantes evangélicos.
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