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"Él era machista, yo tenía educación"

María Isabel Gonzales, una latina en Miami

Cuando llegué al restaurante vi cómo trataba a su mujer y a sus hijas. Sólo le faltaba el látigo. Ya les había pegado. Ellas no podían hablar. "Tú no sabes nada, cállate, eres una bruta, no sabes escuchar, escucha y calla, animal, estúpida, coja de mierda" gritaba. "Aquí se hace lo que yo digo y si no te gusta te vas; cierro el restaurante y a ver de qué vas a vivir si ni siquiera hablas inglés (...) A pedir limosna. Lo único que sabes es cocinar. Cállate la boca y cocina. Deja de llorar porque…" Ahí pregunté yo: ¿Por qué? ¿Qué va a pasar si no deja de llorar?. Me la jugaba: acababa de llegar al restaurante y al pueblo. Él me respondió: "Tú te callas que yo de aquí he botado hasta a mi madre". Se sentía un capataz con sus esclavas. Le contesté. "Me importa un carajo. A mí me respetas. Si no, te denuncio a la policía". La mujer suplicaba: "No, por favor, se le va a pasar, él es así". Ese hombre se cuidó después de hablarle bien a su mujer y a sus hijas. Necesitamos educación pero hemos mejorado, hemos mejorado.

Elsa Lilian Olivares, Buceo, Montevideo, Uruguay

Hoy asume una mujer el cargo de ministra del Interior y también tenemos otra como ministra de Defensa. Nos sentimos representadas. Además, en lugares tan difíciles y con todo un tema social a solucionar. Creo que ellas ponen mano firme pero también algo de ternura y comprensión para todo lo que se refiere a la seguridad de la población.

Carolina Maggi, Valencia (España)

Tengo dos jefas. La experiencia es muy buena. Mis jefas no tienen "el ansia de poder" que tenían mis anteriores jefes. Ellas no necesitan recordar su autoridad sobre sus empleados, son más comprensivas. Las mujeres seguimos ganando menos. Yo, dos tercios menos de lo que recibe un hombre en mi puesto de trabajo.

Javier Martín, 29 años, periodista Zamora (España)

Soy hombre, periodista, de 29 años, de una ciudad pequeña. Durante unas prácticas comprobé que las mujeres reciben claramente un trato desigual, ya que para determinados puestos sólo contratan a chicas.

Carlota Iglesias, 29 años, Directora de Departamento de Recursos Humanos

Trabajo en una filial de una empresa italiana en Madrid, soy la más joven y la única mujer responsable de departamento -Financiero y Recursos Humanos- de esta empresa. Tengo un salario superior al de mi antecesor en el cargo y, si dijera que recibo por parte de mis jefes un trato desigual respecto al resto de directores de departamento, no estaría siendo justa. Lo que sí es cierto, es que son precisamente mis compañeros los que me excluyen muchas veces. No sólo de momentos de ocio, como la hora del café, sino de asuntos importantes y toma de decisiones. Tampoco es igual el trato que recibimos de colaboradores externos de la empresa. Eso sí, cuando tenemos una cena todos se ofrecen a recogerme y llevarme a casa.

Marisa Paredes, periodista, 26 años Jerez, Cádiz (España)

Soy trabajadora, licenciada en periodismo. Trabajo desde los 16 años. En este tiempo he aprendido que no hace falta un contrato para trabajar, que darte de alta en la seguridad social es un favor personal que nos hacen las empresas, que siendo tan joven debería dar más las gracias y "exigir" menos. Cuando le digo a mi jefe que vale, que le regalo horas pero no más de dos o tres al día me dicen "ay que ver, la juventud no se quiere hacer un sitio en el mundo laboral". He dejado un trabajo indefinido porque me hicieron fija en las mismas condiciones que con mi contrato de prácticas, trabajando días festivos, fines de semana, sin saber nunca si iba a librar.No soy valiente sino realista. A veces hay que decir basta. Están acostumbrados a que nadie les contradiga y algún día seremos más las que digamos basta que las que traguemos. Por ese día, por los que saben quiénes somos de verdad.

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