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Un interruptor para definir la orientación sexual

Científicos austriacos descubren que un gen determina este tipo de conductas en la mosca de la fruta

Tras alterar uno de sus genes, los investigadores soltaron a la mosca de la fruta en una sala de observación para ver qué hacía. Y lo que hizo fue empezar a perseguir a un ejemplar femenino con ánimos lujuriosos: le golpeó en la patita, le cantó una canción usando sus alas como instrumento, y después le lanzó un lametazo. Vamos, el protocolo estándar de seducción en esta especie. Y sin embargo a los científicos les embargó la sorpresa. Y es que la mosca era también una hembra: lo que habían hecho era dotarla en el laboratorio de un gen propio de los ejemplares macho.

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Los científicos desvelan en un estudio publicado hoy por la revista Cell que ese único gen se basta y sobre para determinar las conductas sexuales del animal, según informa el diario estadounidense The New York Times. El gen tiene dos variantes, una masculina y otra femenina; cuando los investigadores cambiaron la de un sexo por la del otro, se encontraron con hembras persiguiendo como posesas a otras hembras, y machos que se volvían más pasivos y giraban su atención sexual hacia otros machos.

"Hemos demostrado que, en la mosca de la fruta, un sólo gen es suficiente para determinar todos los aspectos de la orientación y el comportamiento sexual del animal", ha declarado el autor que firma en primer lugar el estudio, Barry Dickson, director científico del Instituto de Biotecnología Molecular de la Academia Austriaca de las Ciencias.

"Constituye una gran sorpresa. Significa que esos comportamientos instintivos pueden estar regidos por esquemas genéticos, como el desarrollo morfológico de un órgano determinado o de la nariz", ha añadido Dickson. Según indica el diario estadounidense, aunque los resultados no pueden extrapolarse en ningún caso al ser humano, si son significativos dentro del debate científico sobre si son los genes o el entorno y la educación lo que determina la orientación sexual de un individuo. Además, abre la puerta a descubrir que otros comportamientos instintivos (reír de alegría, huir en caso de peligro, golpear aquello que nos amenaza) estén también codificados en los genes.

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