El 'Ariane-5' pone en órbita el satélite de observación militar 'Helios II-A'
El cohete también ha puesto en órbita el nanosatélite español 'Nanosat'
Un cohete Ariane-5 ha despegado esta tarde de la base espacial de Kurú, en la Guayana francesa, para poner en órbita el satélite Helios II-A, el primero de la segunda generación de este programa de observación militar, que será explotado conjuntamente por Francia, España y Bélgica. La operación, en la que participan indirectamente Alemania e Italia, ha culminado con éxito a las 18.26 hora española. El cohete también ha puesto en órbita los cuatro microsatélites Essaim para la defensa nacional, así como el satélite científico Parasol y el nanosatélite español, Nanosat.
La lanzadera europea se ha separado del suelo, como estaba previsto, a las 17.26 hora española y ha ascendido verticalmente durante diez segundos, con una fuerza de aceleración de diez metros por segundo al cuadrado. A continuación se ha dirigido hacia el norte, donde una hora y ocho segundos después, se ha producido la separación de Helios IIA, pero también de los otros seis micro-satélites que lleva como carga, entre ellos Nanosat, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) de España.
La operación de lanzamiento se llevó a cabo en Kurú bajo estrictas medidas de seguridad, reforzadas por tratarse de una misión militar con un avión radar Awacs y tres cazas franceses Mirage que sobrevolaron las proximidades de Kurú para evitar cualquier intromisión, así como distintos radares en tierra. En su fase de ascensión, el cohete, programado para caer al mar al término de su misión, en el océano Artico, al norte de Canadá, -los siete satélites de su carga están programados para operar desde órbitas polares-, ha llegado a volar a una velocidad punta de 8,5 kilómetros por segundo.
Una inversión de 2.000 millones
Para lograrlo, la lanzadera había sido cargada horas antes del lanzamiento con 155 toneladas de hidrógeno y oxígeno, alojadas en el piso inferior del cohete, que se han consumido por combustión durante los primeros 20 minutos de vuelo. El programa Helios II, con un costo global de unos 2.000 millones de euros, está a cargo de la Dirección General del Armamento (DGA) del Ministerio francés de Defensa y en el participan como principales socios industriales EADS Astrium y Alcatel Space. La segunda generación de satélites Helios (queda uno en activo de la primera después de que se sacara de órbita el primero en octubre por un problema técnico al llegar al fin de su vida útil) ofrece una mejor definición en la captación de imágenes, con capacidad para distinguir objetos en tierra de menos de un metro, visión infrarroja nocturna o la detección de puntos calientes.
El general francés, Benoit Montanié, ha destacado que esta nueva generación de Helios "nos permitirá mejorar nuestra capacidad de prevención y de anticipación", y recordó que además de Francia (95%), España (2,5%) y Bélgica (2,5%) como accionistas, también van a poder utilizar sus imágenes Alemania e Italia, mediante acuerdos de canje de capacidades de otros satélites propios. Un portavoz del Ministerio de Defensa de España, presente en Kurú, ha destacado que las imágenes de estos satélites de observación militar constituirán "una herramienta muy útil para planificar" las operaciones militares de paz en las que participan las tropas españolas, y también para la supervisión de acontecimientos civiles como catástrofes medioambientales. Además del satélite lanzado hoy, que se situará en una órbita polar a unos 700 kilómetros de altura, el segundo estará listo desde comienzos de 2006 aunque su puesta en órbita se ha previsto para 2008.
El cohete también ha transportado cuatro pequeños satélites militares franceses que van a desplegarse en órbitas desfasadas para el dispositivo Essaim, puesto a punto por la DGA, con el que se busca un aprovechar la recuperación de información de origen electromagnético. En cuanto al Nanosat, de 20 kilos en tierra, ha sido concebido para operar en una órbita polar a 600 kilómetros de altura desde donde cubrirá progresivamente todo el planeta para poner en comunicación, en diferido, estaciones científicas en lugares remotos, como por ejemplo la Antártida. Por último, el satélite científico francés Parasol ha sido construido por el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) para estudiar el impacto de nubes y aerosoles sobre el recalentamiento de la tierra.
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