"Ya te enterarás de lo que le hice a tu hija"
El parricida de Tenerife habló con su pareja en el momento en que mataba a la pequeña Natalia, de 7 años
Carlos Arturo Vasquez, el parricida de 36 años que mató a la hija de su ex pareja en la localidad costera de El Médano (municipio de Granadilla de Abona, a unos 70 kilómetros al sur de Santa Cruz de Tenerife), mantuvo una conversación telefónica en el momento en que cometía el crimen. Un funcionario de la comisaría de la Guardia Civil en la población vecina de San Isidro tomaba nota de la denuncia de rapto de los niños que estaba formulando una mujer de origen colombiano, Araceli Hurtado Ibáñez. Según su relato, cuando una tercera persona había ido a buscar a sus hijos a la parada de autobús, su ex pareja, sobre el que pesaba una orden de alejamiento dictada por el juzgado de instrucción 3 de Granadilla por malos tratos continuados y amenazas de quemarla con gasolina, se adelantó, los raptó y los retuvo en un lugar desconocido. El funcionario preguntó a Araceli Hurtado si no tenía un teléfono para localizar a su ex marido. Lo que sigue es una recreación de la conversación mantenida:
Carlos Arturo Vasquez (en adelante C. A. V.): ¿Quién es?
Funcionario (en adelante F.): ¿Carlos Arturo?
C. A. V.: ¿Quién es?
F: Guardia Civil, ¿dónde está?, ¿tiene usted a los niños?
C. A. V: Páseme a mi mujer
F: ¿Tiene usted a los niños?, ¿dónde está?
C. A. V.: Páseme a mi mujer
Araceli Hurtado (A. H.): ¿Dónde tienes a mis hijos?
C. A. V.: Ya te enterarás de lo que hice. [Cuelga el teléfono].
A los pocos minutos, la Guardia Civil recibe una llamada del 112, que ha sido avisado por el propietario de una vivienda, en donde ha aparecido el cuerpo acuchillado de una niña. Simultáneamente, en comisaría se reciben varias llamadas de vecinos, en el mismo sentido.
Los datos aportados ayer por distintas fuentes de la investigación concluyen que el parricida había roto la orden de alejamiento de esta familia, raptó a los niños y los llevó a un piso en la calle Poeta Viana de El Médano, donde había alquilado hace unos días una habitación a un compatriota. Antes de subir al inmueble dio dinero a su hijo de 13 años para que fuera a comprar un refresco y el cargador de un móvil.
La versión oficial señala que, cuando el chico volvió con el encargo, se encontró con su padre en el portal de la casa con la ropa ensangrentada. Aunque le comentó que no hiciera ruido, que su hermana estaba durmiendo, el chico comenzó a gritar "el cabrón de mi padre ha matado a mi hermana, ha matado a mi hermana". Los gritos y lloros alertaron a los vecinos del inmueble, que avisaron a la Guardia Civil.
Los agentes encontraron al niño llorando en unas escaleras. Los equipos de emergencia tuvieron que atender a la madre cuando ésta llegó al lugar y cayó desmayada al suelo, impactada por lo sucedido. La niña había muerto de un solo corte por arma blanca en el pecho, informó un portavoz del Servicio Canario de Salud. En contra de la primera versión oficial y tras haber hablado con más vecinos y familiares, la Guardia Civil concluyó ayer que el pequeño no fue testigo de la muerte de la niña, pero sí se la encontró muerta en el suelo de la casa.
El parricida aprovechó el momento de confusión para huir. Los agentes lo encontraron conduciendo en una zona conocida como Los Cardones. En su coche hallaron un cuchillo con manchas de sangre. Un portavoz del instituto armado señaló que, en un primer momento, confesó lo sucedido, pero que, posteriormente, se había negado a declarar nada más, mientras estuvo retenido en comisaría "con un comportamiento frío".
Los servicios sociales del Ayuntamiento de Granadilla habían prestado ayuda a la pareja en los últimos meses, a la que había catalogado como "una familia en situación de riesgo", en palabras de la concejal del área, Ana Esther Flores. La semana pasada, este departamento había asumido una ayuda de emergencia social para abonar el coste del comedor en el colegio público Abona, de San Isidro. El 11 de enero pasado también había asistido a Araceli Hurtado en una llamada por malos tratos y amenazas recibidas por su pareja, que quería rociarla con gasolina y quemarla.
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