_
_
_
_

Wikileaks se pasa al negocio de la moda

Assange crea una línea de ropa, accesorios y menaje para financiar la causa de Wikileaks. Uno de sus mercados potenciales es España.

Julian Assange
Corbis

De estrella hacker anarquista a marca registrada. Julian Assange está harto de ver camisetas con su cara y merchandising con el logo de Wikileaks y no sacar provecho económico de ello. Para formalizar su invasión comercial como nuevo rostro del marketing rebelde, el fundador de Wikileaks tiene previsto el lanzamiento de su propia línea de ropa, menaje y objetos de papelería. Así lo ha anunciado al Times of India el portavoz de la marca Wikileaks, Olafur Vignir Sigurvinsson, donde avanza los primeros pasos para convertir a Assange en el próximo Che Guevara. La organización especializada en compartir secretos se ha asociado con una compañía local, Franchisee India, para abrir una serie de tiendas físicas y expandir el comercio online desde el país. «India es uno de los países más concienciados con Wikileaks y Julian está encantado con esta alianza», ha apuntado el portavoz de Wikileaks.

Los planes de la compañía no se limitan solo a India, Assange ya lo advirtió hace unos meses en una entrevista exclusiva a Total Brand Licensing, la idea de convertir a Wikileaks en una marca que represente los valores de la contracultura y al activismo llevaba rondándole la cabeza dos años. «Se está vendiendo merchandising bajo el emblema de Wikileaks… ¡y nosotros no tenemos nada que ver con ello! Ahora mismo puedes encontrar muchísimos productos con nuestro logo, mi cara y todo tipo de eslogans, todo sin licencia y sin ningún tipo de control. Creemos que esta situación podía dañar a nuestra organización y transmitir una serie de mensajes que no representen la visión de Wikileaks. Debemos gestionar nuestra marca y por eso hemos creado una licencia». Assange hacía referencia a WikilLicense, la marca que gestionará toda la estrategia comercial de WikiLeaks en el negocio de la moda y accesorios. Si bien desde la web de Wikileaks ya se pueden comprar camisetas de algodón con lemas como Enemigo del Estado o El coraje es contagioso, WikiLicense pasará a diseñar colecciones completas con «diseñadores de moda franceses y de otros lugares que quieren aliar su marca con sus productos», ha apuntado Sigurvinsson.

España es uno de sus mercados potenciales. Un estudio de Wikileaks realizado por Ipsos sobre 24 mercados defiende que 3 de cada 4 personas apoyan la causa de la organización. Las personas con más nivel educativo, además, son las que más apoyo demuestran. «Es un gran negocio porque la gente con más educación es la que tiene más poder adquisitivo y de gasto», apunta el portavoz de Wikileaks en Total Brand, y destaca que «España, junto Latinoamérica, Sudáfrica e India son los primeros mercados a los que llegaremos».

Vivianne Westwood comercializó una camiseta solidarizándose con Assange.

Getty

El negocio de la contracultura

Con esta estrategia comercial, Assange, que vive recluido en la embajada de Ecuador de Londres para evitar su extradición a Suecia para encarar la acusación de un delito sexual, quiere convertirse en el rostro del hacktivismo del siglo XXI. Si el Che es un filón comercial cuyo rostro se ve en tazas de café o hasta en cojines de Urban Outfitters, ¿qué le impide al fundador de Wikileaks aprovechar un tirón mediático innegable? A pesar de los documentales que retratan su (pseudo) caída en desgracia frente a la opinión pública, Assange encarna esa figura rebelde que tanto vende. No extraña entonces la eclosión de su marca y su asalto a la moda. Los lectores la revista Time demostraron su devoción y lo eligieron hombre del año en 2010, Vivianne Westwood se solidarizó con el bloqueo a Wikileaks y llegó a comercializar una camiseta a su favor, se llegó a decir que sería el modelo estrella de la semana de la moda londinense del pasado septiembre (en teoría iba a desfilar para Ben Westwood en la embajada, con George Clooney en el front row) y Dr. Martens ha bautizado a un nuevo modelo de bota con su nombre. Los signos de que la moda se había rendido a él estaban ahí y él ha aprovechado el tirón que le queda. La voluntad es la de poder seguir manteniendo a su organización. WikiLicense, la marca de Wikileaks, se erige como «un nuevo camino para que nuestros seguidores financien nuestro trabajo».

Convertir a Assange en ese «héroe inconformista que tiene ese algo para liberar al individuo de las garras de la sociedad de masas», esa figura comercial que tan bien desentrañaron Joseph Heath y Andrew Potter en el ensayo Rebelarse vende (Taurus, 2005) no es ninguna novedad en el mercado. Hacerse con el bolsillo de la contracultura es una estrategia de la que no se escapa ni Nike, ni filiales de H&M que venden camisetas idolatrando el asalto a los supermercados de Sánchez Gordillo o ni el mismísimo Jay Z, que llegó a apropiarse del tirón de Occupy Wall Street para vender camisetas a pesar de que él mismo dijo no entender “de qué iba” la lucha de los indignados americanos porque denunciaba el “libre mercado” y el “ser emprendedor”, las bases “que han construido a América”. Ahora es Assange el que reclama su parte del pastel… vendiendo edredones para arroparse con su cara.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_