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«Vestidas de azul», la realidad de las mujeres trans hace 35 años

La periodista Valeria Vegas y la editorial feminista y LGTBI recuperan la historia de la descatalogada película.

Loren_VDA
D.R.

Hace 35 años las salas de cine españolas proyectaron un atrevido documental titulado Vestida de azul. El filme, de Antonio Giménez Rico, exponía la realidad de seis mujeres transexuales en aquella época de la transición, en la que la democracia clamaba una libertad que no llegaba a todos los estratos sociales. Valeria Vegas, periodista y escritora, revisa ahora la cinta con la perspectiva que otorga el tiempo en el libro Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la transición española (editorial Dos Bigotes, 2019).

El proceso de documentación que la autora llevó a cabo para preparar el libro fue exhaustivo. Además de diseccionar la película y la realidad de sus protagonistas, Vegas hace un recorrido por los derechos y por la representación de las mujeres trans en la cultura española. “Ha sido la tarea más difícil, porque mi misión era averiguar por igual datos judiciales y aspectos cinematográficos. Han sido muchas horas en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional”.

De las seis protagonistas del documental, que llegó hasta el Festival de Cine de San Sebastián, sólo dos continúan con vida: Nacha y Josette. La segunda accedió a hablar con la escritora y contarle cómo recuerda aquella época –la prostitución, el mundo del espectáculo o la Ley de Vagos y Maleantes– y cuál es su situación actual. Vive como hombre y, aunque volvería a aquella época, lo haría con lo que sabe ahora: “Iría a actuar y luego al acabar me desmaquillaría y nadie sabría nada de mi”.

Su caso ilustra bastante bien cómo se utilizaban términos que no definían correctamente la realidad de las personas. ‘Travesti’ se usaba tanto para hablar de mujeres transgénero, como de transexuales o transformistas. Por ejemplo, Josette explica en la entrevista que: “Era travesti, pero no de la forma que lo entendían las demás, sino como parte del transformismo”.

Nacha, por el contrario, no quiso participar: “Contacté con su hermana, para poder llegar hasta ella, pero no obtuve respuesta. Leía mis mensajes y hacía caso omiso. Creo que había cierta vergüenza a recordar aquellos años o reconocer ciertas cosas, como un tabú del que resulta imposible desligarse. Ahora, con la salida del libro, me contactaron, animadas para hablar de ello. No sé si tendrá cabida en una segunda edición”, comenta Vegas.

Estética, sororidad y situación actual

En el volumen se incluyen diversas fotos de las protagonistas. Todas con tacones, pieles y joyas bien visibles. La sororidad no existía (al menos demasiado) entre ellas en aquel momento y sus atuendos ostentosos suplían otras muchas carencias, como expresa Vegas. “Hay que tener en cuenta que algunas de las protagonistas no lograban una estabilidad emocional y el mundo les repetía una y otra vez que eran bichos raros, que no eran dignas de muchas cosas. El mecanismo de defensa ante eso es poder alardear de bienes materiales, de haber alcanzado un estatus y replicar ‘yo seré lo peor, pero llevo ropa más cara que tú”.

Afortunadamente, la transexualidad ha empezado a retratarse mejor en la pantalla gracias a series como Transparent, de Jill Solloway, en la que el padre de una familia ya pasados los 60 años decide confesarle a sus familiares que se siente mujer. ¿Qué pasaría si el documental de Giménez Rico se estrenase ahora? “Ha envejecido muy bien, porque aún siendo un retrato de una época concreta, sirve para hacerse una idea de cómo vivían, de sus anhelos y tristezas. Hoy en día la reacción hubiese sido todavía más positiva, porque estamos ante una sociedad que, aunque está igual de mal informada, sí tiene una mentalidad más aperturista”.

Las cosas han cambiado para bien desde entonces, pese a que las personas transexuales tienen todavía mucho que reclamar, y su voz se ha hecho muy sonora dentro del movimiento feminista. Para Valeria Vegas: “hay una mayor conciencia porque hay una mayor sororidad, todavía muy reciente, pero que está cogiendo una fuerza maravillosa y necesaria. Lo importante es saber que, vengas de donde vengas, eres mujer. Aunque somos plurales, la lucha es la misma. Si preguntas a los hombres trans te van a reconocer que afortunadamente ellos no viven el mismo grado de discriminación. La mujer trans está doblemente discriminada, a ojos del ignorante ‘eligió ser mujer como una opción perdedora’. Pero, siendo positivas, se ha evolucionado bastante en los últimos años, aunque no hay que relajarse y la lucha continúa”.

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