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Y ahora, ¿quién se ríe del armario de ‘la niñera’?

Una cuenta de Instagram rescata las joyas que Fran Drescher, la reina del exceso, vistió en los 90 en ‘The Nanny’. Moschino, Marc Jacobs o Chanel formaban parte de un vestuario que es un auténtico filón con el ‘revival’ noventero que vivimos.

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Instagram: @whatfranwore

La ficción, a veces, es más permisiva y tolerante que la vida real. En un escenario marcado por la irrealidad, los límites y los prejuicios se diluyen. Y esa facultad nos permite embarcarnos, durante unos minutos, en un viaje que se aleja de las normas del día a día, y que en muchos casos no nos permiten improvisar. Con la comedia, la transgresión se siente más cómoda que en ningún otro género: gracias al humor, es posible poner en tela de juicio casi cualquier asunto. En La niñera (en el inglés original The nanny), los diálogos esperpénticos y las risas enlatadas permitieron crear un personaje protagonista con mucha personalidad, el de la inolvidable Fran Frine (interpretada por Fran Drescher) y que no tenía en cuenta cuestiones como la discreción a la hora de vestir. Sus estilismos eran arriesgados, y los espectadores suponían que contribuían a la comicidad del producto (de haber sido una serie dramática, las reglas hubiesen sido diferentes). “Cada vez que ella entraba en escena todo se llenaba de brillo y color. No creo que en aquel momento supiera que era una visionaria, pero sí que sentía que esos looks la hacían divertida, explosiva y libre”, nos cuenta Iria Domínguez, directora de prensa y comunicación de Kling.

Esta sitcom, emitida entre 1993 y 1999, fue capaz de romper con todas las barreras (también ficcionales) que marca una sociedad que se vertebra en base al dinero, las clases sociales, y los roles de género. Y acercó la alta costura a la calle, como después veríamos en Sexo en Nueva York. La instagramer Shanae Brown es consciente de ello y ha abierto una cuenta @whatfranwore (lo que vestía Fran) donde se dedica a documentar los estilismos de la niñera más estilosa y excéntrica. Los seguidores se cuentan por miles y, por el momento, su creadora ya ha descubierto la procedencia de más de 200 piezas, con la ayuda de Google y de una incansable búsqueda a través de plataformas de ropa de la época, y fotos de anuncios y supermodelos de los 90.

Por el momento, las preferencias de la Nanny están claras: ganan los conjuntos a juego de Moschino y Todd Oldham, y tiene sentido porque el diseñador era amigo de la actriz y de Brenda Cooper, la directora de vestuario de la serie. Por su vestidor, además, campan a sus anchas diseños de Anna Sui, Dolce and Gabbana, Versace, Missoni, Fendi o John Galliano, entre otros. Al visionarla por segunda, tercera o cuarta vez, la serie no solo nos devuelve momentos de diversión, también nos hace reflexionar acerca de cómo algunos productos culturales contribuyen a que la sociedad dé un paso adelante.

Sus estilismos resultan empoderadores

Fran Fine era una niñera atípica, que se atrevía a llenar su armario con trajes de alta costura y no renunciaba a usar materiales como el charol o prints de leopardo para ejercer su trabajo como cuidadora. Hasta ese momento, poca gente podía imaginar que una joven de Queens iba a revolucionar, con su forma de ser disparatada y sus atuendos, a una familia de clase alta de Manhattan. “En cierto modo su ropa la hacía destacar y le confería personalidad. Escoger esas prendas era una manera de posicionarse un poco incómoda para los demás”, asegura Domínguez.

La Nanny no tenía en cuenta las normas de decoro, que por aquel entonces aun estaban más presentes si cabe, y que previenen a las mujeres a la hora de vestirse, para no caer en la inevitable vulgaridad.

Pero la genialidad del personaje (creado por ella misma y su exmarido) trasciende la vida real: Drescher y el personaje de la Nanny compartían los mismos gustos, y muchos de los diseños que se usaban para la serie eran reciclados después por la actriz fuera de los focos. “Mis favoritos eran los trajecitos de Moschino y uno verde acharolado de Courrèges, también los vestidos de Aläia y Galliano y los looks de Todd Oldham con estampados geométricos y colores super locos. ¡No podían ser más noventas! ¡Lo quiero todo!”, comenta Domínguez.

Mundo de fantasía

Dolly Parton lo tiene claro“The higher the hair, the closer to God” (Cuanto más alto llegue tu pelo, más cerca estarás de Dios). Las protagonistas de las sitcoms noventeras tuvieron muy en cuenta las palabras de la reina de la música country. No sabemos si por fervor religioso o por mera estética. Ejemplos de ello fueron los cardados de Peggy, en Matrimonio con hijos, y el pelazo voluminoso y elevado de Fran Fine. Todo su estilismo (incluido el cabello) suponía una transgresión, y eso lo ha aprendido Miley Cyrus, que hace de esta actitud su bandera. La cantante acudió a un programa de televisión con un conjunto con motivos frutales de Moschino, con el que la Nanny se atrevió hace dos décadas.


La diferencia entre ambas es que una despierta casi siempre críticas y la otra sonrisas. Es posible que, como decíamos más arriba, el personaje de la niñera resulte menos peligroso (al fin y al cabo solo es una joven graciosa y sin demasiadas pretensiones). Pero en el caso de Cyrus, hablamos de una mujer poderosa y firme, atributos que no se le perdonan a una mujer (a no ser que seas Madonna). Sin olvidar que, durante los 90, la moda vivió un momento de «locura» estética, y el minimalismo aun quedaba lejos.

Es una crónica de la moda de los 90

A través de los más de 100 capítulos de la serie, que se mantuvo en antena durante seis años, es posible realizar una retrospectiva de las colecciones que las firmas de alta costura presentaban en las pasarelas. Con el imperio Inditex aun en pañales, los estilismos de la Nanny se hacían eco de las tendencias del momento, lo que contribuía (antes de que las firmas low cost lo hiciesen en forma de réplicas) a acercar la alta costura a la calle. “Cada vez que veo una foto de ella me divierte muchísimo adivinar el diseñador que lleva. Y también me he dado cuenta de lo uniformados que vamos ahora”, cuenta Domínguez.

Pero no solo funcionaba como un archivo gráfico, también proponía a los espectadores un nuevo acercamiento a la moda, de una manera más creativa. Se transmitía un mensaje con el que se abogaba por mezclar distintos estampados y materiales, sin tener en cuenta si era de día o de noche, o si se adecuaba mejor para salir o para estar en casa. Lo explica Domínguez. «Yo creo que ayudó a que viéramos la moda como lo que es, algo con lo que puedes divertirte y reafirmarte. La barrera siempre estará ahí, pero el estilo es algo que cada uno puede explotar tenga o no dinero”.

El dinero no da la felicidad

La serie rompe, quizás sin pretenderlo, con la barrera entre ricos y pobres. Fran trabaja en casa del señor Maxwell, que trabaja como productor en Broadway, y cuida de sus tres hijos. A pesar de su éxito, nunca consigue olvidarse de los éxitos de su rival en el gremio, y debido a su trabajo, le resulta complicado pasar tiempo con su familia.

Por el contrario, el trabajo de niñera se presenta como una opción válida, que se dignifica a través del personaje carismático y atractivo de la Nanny. De entre todos los protagonistas, ella parece la más capacitada para superar momentos difíciles, y poner al mal tiempo una sonrisa.“Creo que al no llevar uniforme había toda una intención por reafirmar su personalidad con el vestuario. Esas minifaldas y colores la hacían una persona feliz. Si embargo C.C. Babcock, que también iba increíble, por cierto, se vestía con líneas más minimalistas (posiblemente iba de Calvin Klein) y eso le confería un aspecto frío y triste”, zanja Domínguez.

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