Una colección histórica de Lanvin, a subasta
La actriz Catalina Bárcena trabajó su elegancia a golpe de Lanvin. Esta semana la casa Christie’s subasta parte de su excepcional colección.
La actriz de raíces españolas Catalina Bárcena (1888-1978) rompió todos los moldes de su época. Cimbreante, cultivada, menuda y con unos profundos ojos verdes, su arte cambió la lánguida escena española de los años 20 y su vida escandalizó a la moralista sociedad de ese momento. Con un matrimonio concertado y un hijo de un amante anterior, Bárcena se enamoró perdidamente de Gregorio Martínez Sierra, un dramaturgo casado y de familia conservadora con quien estuvo hasta su muerte.
Hoy, la figura de la artista vuelve a estar de actualidad gracias a la casa de subastas Christie’s que pone a la venta uno de los lotes de moda más esperados de todos los tiempos: 30 trajes de alta costura que pertenecieron a Bárcena entre los que destacan varios Lanvin que vistió en sus días de gloria.
«En aquella época, el teatro era una auténtica pasarela. La indumentaria tenía una importancia trascendental», explica Emilio Peral, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y experto en teatro del siglo XX. «Para las actrices era tan relevante su atuendo que, incluso, en muchos casos, se firmaba por contrato el número de cambios de vestuario por escena que tenía una obra. Las artistas estaban siempre pendientes de su imagen: sabían que marcaban tendencia».
Pero para explicar esta fascinante historia de moda, hay que comenzar por el principio. Bárcena nació en Cuba en 1888. Su familia, de origen cántabro, regresó a España con los primeros signos de la Revolución pero, a su vuelta, las cosas no les fueron bien. Tanto es así que Catalina llegó a declarar, en una entrevista al periodista y escritor José López Pinillos, que se dedicó al teatro «empujada, más que por la afición, por la necesidad». Sin embargo, tenía talento. Y, de hecho, la actriz María Guerrero la acogió como discípula durante sus primeros años en Madrid. Fue en su compañía donde comenzó a explorar un nuevo estilo de interpretación, más sencillo e intimista, lejos de las grandes declamaciones a las que el público estaba acostumbrado en aquellos tiempos.
En 1916, el actor Enrique Borrás, la artista y su amante, Gregorio Martínez Sierra, dieron vida a una nueva compañía en el Teatro Eslava de Madrid: el Teatro del Arte. Esta formación fue la encargada de acercar a la escena española las obras que triunfaban en toda Europa. Bárcena, como primera actriz, representó obras de Ibsen, Pirandello, Shaw, Lorca y también los éxitos que el propio Martínez Sierra siguió escribiendo con su mujer, María de la O Lejárraga. El triunfo llegó rápido y durante una década el Eslava fue el foco cultural de Madrid. Posteriormente, Catalina y su compañero iniciaron una gira internacional por Europa, Latinoamérica y Estados Unidos en la que cosecharon grandes éxitos: la actriz llegó incluso a hacer siete películas de habla hispana con la productora Fox.
Como señala Andrés Peláez, director del Museo Nacional del Teatro, durante toda su trayectoria Catalina estuvo siempre muy pendiente de la moda y fue toda una iniciadora de tendencias de su época. Para el experto, la colección de su indumentaria proyecta el éxito y la relevancia de la actriz. Para crear esa imagen de referencia, la artista viajó a París, cuna de la elegancia, en 1923. En esta ciudad encargó un vestuario adecuado tanto para las obras de teatro como para la vida fuera de las candilejas. Fue entonces cuando Catalina quedó prendada de los diseños de Jeanne Lanvin, quien supo interpretar la necesidad de la joven de mostrarse fuerte, pero femenina y delicada a la vez.
El tándem que formaron Lanvin y Bárcena fue, en realidad, un trío, ya que Gregorio participó activamente en la compra de los diseños. Para empezar, la compañía pagaba las facturas de la dama y, como recuerda Enrique Fuster del Alcázar, heredero del archivo de la familia y el mayor especialista en la actriz, era el mismo Gregorio en persona quien solicitaba las modificaciones y mejoras a los vestidos. De hecho, fue deseo expreso del propio productor, según indica en el Manifiesto del Teatro del Arte, que la indumentaria de su teatro fuera «escaparate y espejo de la moda».
Por su parte, Lanvin vio en la joven y bella actriz la musa perfecta para exhibir su obra. Incluso llegó a utilizar el nombre de Bárcena como reclamo publicitario. Fuster del Alcázar explica que era la propia Jeanne quien insistía en que se resaltara en los programas de teatro que «Madame Bárcena estaba vestida en escena y en la vida real por Madame Lanvin».
Uno de los elementos más importantes del valor de las piezas de la subasta reside en el buen estado de los vestidos gracias a las labores de conservación y restauración del Museo Nacional del Teatro y, también, a la hija de Gregorio Martínez Sierra y Catalina Bárcena, Katia. Ella protegió los trajes con fervor aunque hubo quien le recomendó quemar cualquier rastro del amor adúltero entre sus padres. Lejos de hacer tal cosa, la hija resguardó los vestidos en armarios que posteriormente tapió, preservando así las prendas.
En el año 2000, a la muerte de Katia, Enrique Fuster del Alcázar donó parte de la colección al Museo Nacional del Teatro y el resto fue dejado en depósito. Durante un tiempo, la institución se hizo cargo del valioso legado pero, tras una serie de desacuerdos entre la administración y el dueño, las prendas fueron retiradas en 2011. Parte de esas piezas son las que el próximo 29 de noviembre se subastarán en Christie’s.
Para Claire Borthwick, especialista de Moda e Indumentaria de la casa de subastas londinense, «el armario de Catalina Bárcena comprende una de las colecciones más impresionantes de Lanvin de los últimos tiempos. Un lote lleno de estilo y glamour».
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