Oda a Trinity: cómo una actriz desconocida convirtió en icono el personaje que nadie quería interpretar
Madonna, Bullock, Hayek… Con motivo del estreno de Matrix Resurrections, que trae de regreso el personaje interpretado por Carrie-Anne Moss, repasamos la célebre lista de estrellas que lamentaron haber declinado dar vida a la hacker.
Forrest Gump tomó el rostro de Tom Hanks solo después de que John Travolta lo rechazara, Matthew McConaughey —y no DiCaprio— era el favorito para gritar «¡soy el rey del mundo!» en Titanic y la icónica Carrie Bradshaw de Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York es el resultado del no de otra actriz, Dana Delany, que de haber tenido mejor ojo quizá fuera hoy quien copara las portadas. La historia de personajes icónicos que fueron interpretados por intérpretes que ni siquiera estaban en la mente de los responsables de las obras es tan numerosa y prolífica como el propio Hollywood. Pero pocos procesos de selección han sido más multitudinarios y comentados en los últimos tiempos como el de Trinity, la hacker de Matrix que, embutida en cuero negro, conmocionó a una generación de espectadores mientras repartía patadas suspendida en el aire.
Aunque Carrie-Anne Moss acabó haciendo del personaje un icono cultural, referenciado en todo tipo de películas, series y hasta sobre la pasarela, la por entonces desconocida actriz fue escogida como última opción tras la negativa de varias de estrellas que no supieron ver el potencial de la distopía dirigida por las hermanas Lilly y Lana Wachowski. Una saga que regresa casi dos décadas después a los cines este 22 de diciembre con Matrix Resurrections, hurgando en la herida de todas aquellas famosas que no supieron ver en Trinity un rol definitorio del nuevo Hollywood.
“Quería matarme”. Así de disgustada se mostraba Madonna el pasado mes de octubre en el sofá del programa de televisión The Tonight Show cuando desveló su aflicción por haber rechazado dar vida a Trinity en la primera entrega de Matrix. La reina del pop desveló ante Jimmy Fallon que nunca se ha perdonado haber declinado la oferta de las Wachowski y se declaró como una fanática de la franquicia. “Es una de las mejores películas jamás hechas. Una parte de mí se arrepiente de ese momento de mi vida”. Pero no es la única residente de las colinas de Los Ángeles en pensar así.
Otra de las grandes estrellas recientes de la meca del cine, Sandra Bullock, también confesó públicamente su amargura por haber enterrado en un cajón el guion de este incunable de la ciencia-ficción. “Me hubiera encantado rodar Matrix. Cuando me lo ofrecieron todavía no habían elegido a Keanu y no me veía junto a la persona que ellos querían. Luego vi la película y me encantó. Era sexy y genial gracias a Carrie-Anne y Keanu”, dijo en el programa Today. Tales eran las ganas de los productores de contar con Bullock, en pleno apogeo a mediados de los noventa gracias a Speed, que incluso le ofrecieron cambiar el sexo del personaje protagonista para que fuera ella quien encarnara a Neo. A la ganadora del Oscar tampoco le convenció aquella oferta y desechó la posibilidad de protagonizar una película que recaudó más de 450 millones de euros en todo el mundo.
Aunque tras enlazar los éxitos de Matrix, Memento o Chocolat la canadiense se hizo un hueco en la industria de forma meteórica, apostar por la anónima Carrie-Anne Moss era una opción arriesgadísima para un proyecto de gran presupuesto y ambiciones taquilleras. Pero, como confesaron las Wachowski en el libro Why We Love The Matrix de Kim Taylor-Foster, lo suyo fue un amor a primera vista. “Tan pronto como la vimos en la audición supimos que habíamos encontrado a nuestra Trinity. Carrie-Anne contaba con una intensidad tremenda y una gran presencia. Aunque no tenía formación como luchadora, sí parecía alguien lista para dar un puñetazo”. Que el despliegue físico demostrado por la actriz acabó siendo la clave que decantó su fichaje es una afirmación reiterada por la propia Moss, que lo dio todo en cada una de las pruebas. “Los test de cámara fueron brutales. Los hice al 190% de mi capacidad para que vieran cómo de dura podía llegar a ser. Eso sí, después no era capaz ni de caminar”.
Fue precisamente el requisito de tener que dar vida a una creíble figura del cine de acción lo que acabó apartando a otra estrella del proyecto. Salma Hayek, que acababa de entrar en Hollywood por la puerta grande con Abierto hasta el amanecer, sí llegó a acudir a la audición e incluso acabó siendo una de las cuatro finalistas para hacerse con el papel. Sin embargo, las exigencias físicas acabaron siendo la condena de la mexicana. “Habíamos superado muchos obstáculos, pruebas de cámara y castings, y hasta trajeron a unos coordinadores de acrobacias procedentes de Asia. Soy flexible y ágil, pero también soy vaga. Nunca llegué a ir al gimnasio. Me decían, ‘¡Tienes que correr!’, y yo contestaba: ‘¿Hacia dónde?’. Ni siquiera pude dar una vuelta completa a la habitación”, confesó durante una charla con otra de las múltiples candidatas para enfundarse el mítico traje de cuero negro, Jada Pinkett-Smith.
La actriz y esposa de Will Smith (primer candidato para dar vida a Neo) gustó tanto a las directoras durante la selección que incluso escribieron un personaje —Niobe— pensado especialmente para que ella lo interpretara en las secuelas de Matrix. Hasta Hayek quedó impresionada por el esfuerzo desplegado por la que era su rival por aquel entonces: “¡Dios mío, Jada era buenísima! Estaba tan en forma, tan concentrada, tan disciplinada. Era muy capaz y amable, así que me quedaba mirando a esa mujer y pensando: ‘Cuando sea mayor quiero ser como ella”. ¿Por qué no acabó liderando ella el reparto entonces? Pues por una recíproca “falta de química” con Keanu Reeves, reconocida por la propia actriz. Pese a los halagos recibidos, Pinkett-Smith admite que el papel acabó siendo para la mejor de la audición. “Creo que Carrie-Anne era la Trinity perfecta, y de ninguna manera yo habría podido hacerlo como ella. Y esta es la única vez en mi carrera en la que he dicho algo así cuando he perdido un personaje”, añadió en EW. La intérprete también volverá a meterse en la piel de Niobe para el inminente regreso de la franquicia en Matrix Resurrections.
Aunque la lista de opciones que se barajaron para el papel abarca nombres ilustres como los de Jennifer Lopez, Angelina Jolie o Uma Thurman, al menos se conocen de manera fehaciente hasta otras dos estrellas que rechazaron de manera voluntaria el puesto: Gillian Anderson, por entonces inmersa en los casos paranormales como la agente Scully en Expediente X; y Janet Jackson. La cantante acabó bajándose del barco de ciencia-ficción por un conflicto de fechas entre las jornadas de rodaje y su gira internacional, huyendo así de la mejor oportunidad posible para emprender una carrera cinematográfica que jamás llegó a materializarse.
La lealtad de Moss por el personaje fue tal que, pese a haber podido seguir el camino de otras heroínas de acción contemporáneas como Milla Jovovich o Kate Beckinsale y asegurarse una carrera estable en Hollywood encasillándose en el género, decidió no volver a interpretar a ningún otro personaje de acción en las dos décadas posteriores. “Lo hago por respeto a ella y a la película. Para mí no tendría sentido, sería como ponerle los cuernos a Trinity”, manifestaba. El precio a pagar ha sido caro: Moss jamás volvió a tener la oportunidad de liderar una película con opciones de taquilla e incluso llegó a experimentar los rigores del edadismo machista en Hollywood. “El día después de cumplir 40 años me ofrecieron un papel de abuela (…) No es fácil estar en este negocio, hay mucha presión externa”, dijo. Pocas oportunidades mejores que el estreno de Matrix Resurrections para redimirse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.