Cómo una serie de chicos ‘strippers’ en la Costa del Sol se ha convertido en una de las más vistas de Netflix
¿Estamos ante la próxima La casa de papel?
Hace menos de un lustro, para valorar el éxito alcanzado por una serie de televisión, había que tener en cuenta dos variables concluyentes: la audiencia de su emisión en abierto y las críticas recibidas por parte de la prensa especializada. Mientras este segundo elemento podía ser ignorado si el primero se antojaba incontestable, pocos pensaban que en tan poco tiempo llegaríamos a una situación en que ambas variables pudieran ser perfectamente prescindibles. Hoy, a la ecuación se suman otras fórmulas tanto o más importantes: búsquedas de Google en todo el mundo, números de tuits al respecto o aumento de seguidores en el Instagram de sus protagonistas. Para entender lo vertiginoso del éxito de Toy Boy hay que atender a estas últimas. La serie española creada por la productora Plano a Plano y Atresmedia, emitida en abierto por Antena 3 el pasado año, se ha convertido en un inesperado triunfo, viral e internacional, desde que aterrizara en Netflix a finales del mes de febrero. ¿Estamos ante la nueva La casa de papel?
Estados Unidos, Brasil, Argentina, India, México y hasta una docena de países en todo el mundo han situado a Toy Boy como una de las diez series más vistas de la plataforma de streaming en apenas quince días. La atracción por este thriller erótico-criminal está haciendo estragos entre unos espectadores que, en tiempos de confinamiento, parecen necesitar más que nunca estimular la imaginación con tramas que apelan sin complejos a la diversión instantánea, cliffhangers vertiginosos y planos, muchos planos, de abdominales perfectamente definidos. Toy Boy cuenta la historia de un estríper (Jesús Mosquera) condenado a prisión por un crimen que dice no haber cometido. Una vez en la calle, tratará de probar su inocencia con la ayuda de una joven abogada interpretada por María Pedraza, la actriz que con solo 24 años ya es una de las estrellas indiscutibles de la plataforma gracias a su trabajo en La casa de papel o Élite.
Pero, ¿cómo ha conseguido enganchar a un público tan heterogéneo de manera tan veloz? “Es una serie que, dentro de su originalidad, reúne ingredientes muy comerciales y variados: drama, crimen, poder”, explica a S Moda su productor ejecutivo, Emilio A. Pina. La ficción no engaña al espectador y las primeras palabras pronunciadas por el estríper protagonista en el episodio piloto resumen precisamente las claves mencionadas: “Imagina lo que más deseas: sexo, fiesta, dinero… Yo lo tengo todo”. Toy Boy se ha ganado lógicas comparaciones con Magic Mike, el filme de David Soderbegh sobre el grupo de gigolós liderado por Channing Tatum y Matthew McConaughey, pero con la singularidad del cambio de punto de vista a la hora de contar este tipo de historia. Si antes se habría presentado a la mujer como el objeto en manos del hombre poderoso, aquí ocurre exactamente lo contrario. “La aproximación feminista es, sin duda, un factor determinante que desde el principio quisimos destacar”, ratifica Pina.
A pesar de que la prensa especializada no ha sido demasiado benévola con las virtudes de la serie, los espectadores se han convertido en sus mejores prescriptores, llenando las redes sociales de mensajes sobre cómo afrontan el ‘atracón’ de los episodios disponibles. Mientras una tuitera estadounidense afirmaba que la adicción a la serie le había hecho acostarse a las 5 de la mañana y volver a levantarse pocas horas después para poder continuar, otra tuitera panameña sostenía que tras devorar Élite y Toy Boy en un fin de semana “ya se sentía toda una española”. Otro dato que habla claro sobre su alcance es que los seguidores de la cuenta de Instagram del protagonista de la serie, el exfutbolista Jesús Mosquera, se han multiplicado por seis en los últimos días y ya ronda los 250.000.
Pese a que el thriller se emitió sin demasiada gloria en abierto en nuestro país el pasado otoño, la serie también copa el ranking de lo más visto durante la última semana en Netflix España. Repitiendo lo vivido con ficciones como La casa de papel –un fenómeno global solo cuando aterrizó en la plataforma– y confirmando esa segunda oportunidad que ofrece lo digital a muchas series en el nuevo modelo de consumo de ficción. La repercusión generada por ese pintoresco grupo de atracadores ha sido calificada por Emilio A. Pina como clave para inaugurar un camino no transitado antes por nuestra ficción. “Las plataformas se han constituido en la herramienta definitiva para exportar nuestras series. Gracias a fenómenos como La casa de papel, la ficción española se ha puesto en el objetivo del mercado internacional y ha despertado su interés”. Vivir sin permiso (Netflix) o El pueblo (Amazon Prime) son otros ejemplos recientes de esta dualidad.
Todavía es una incógnita si Toy Boy conseguirá replicar la inusitada resurrección experimentada por La casa de papel, que pasó de ser una serie al borde de la cancelación definitiva en Antena 3 a copar marquesinas y fachadas en las capitales de todo el mundo. “Pienso que podría correr la misma suerte, ¿por qué no?”, concluye su productor, reseñando la oportunidad que ofrece Netflix de difundir su serie en 145 países. “Aunque la promoción es diferente para cada producción, lo cierto es que dentro del catálogo se produce una cierta democratización. Esta es la razón por la que a veces una serie, sin que necesariamente sea la más visible, puede correr mejor suerte y convertirse en un fenómeno”. Pina confirma que desde la productora fundada por César Benítez (responsable también de otros éxitos como El príncipe o Allí abajo) tenían “mucha confianza” en la segunda vida de la ficción, pero todavía no pueden confirmar si habrá una nueva tanda de capítulos. Una decisión que, aseguran, corresponde exclusivamente a la plataforma. Si los espectadores siguen contratando con el mismo entusiasmo los bailes privados de este grupo de estríperes, a buen seguro que los tendremos quemando tarima durante mucho más tiempo.
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