Swarovski, el arte de tallar la luz
Swarovski deslumbra al mundo con creaciones llenas de energía y color. Una forma de entender la joyería en la que el brillo es una declaración de optimismo.
Cruzar la puerta de las oficinas de Swarovski, en el número 374 de la rue Saint-Honoré en París –la misma donde se suceden las boutiques de Tom Ford, Gucci y Colette–, es como entrar en un universo paralelo. Todo es luz y color. Como en sus colecciones. La última, a la que intencionadamente han llamado Tropical Paradise, «refleja el optimismo de México y Brasil y huye de la melancolía que impera en Europa», nos cuenta Nathalie Colin, directora creativa de la firma. Todo empezó con un viaje en el que descubrió «la intensa energía creativa y la alegría de vivir de Latinoamérica». Emociones intangibles que ella traduce en collares con piedras de colores que recrean el plumaje de aves exóticas, colgantes inspirados en los amuletos de las tribus del Amazonas y grandes anillos con forma de insecto.
En Swarovski no tienen miedo a la opulencia. De hecho, es la actitud que toman no solo hacia la joyería, sino hacia la vida. «Sobre todo en tiempos como estos. Puedes encerrarte o encarar las cosas con optimismo», afirma Colin. Esa misma energía se transmite en sus creaciones. «Las joyas son brillo y luz. Embellecerse con ellas, incluso si el mundo a tu alrededor es gris, es una declaración».
D.R.
Su mejor faceta. Si por algo es célebre esta casa es por su destreza a la hora de usar el cristal. «Es lo que nos hace únicos», cuenta la diseñadora. Con casi 120 años de historia, se han convertido en auténticos maestros –además de en productores líderes de cristal tallado–. Mantener ese ADN, a la vez que adaptar la firma al mercado, es la premisa de Colin. Su trabajo es un tira y afloja constante entre herencia y modernidad. Al legado artesanal suma técnicas innovadoras como el Pointiage®, un sistema de engaste patentado que, al engarzar el cristal a mano sin usar garras ni adhesivos, ofrece una gran flexibilidad al diseño. En el anillo Sketch, el favorito de Colin, emplearon esta técnica. «Parece una planta carnívora: la estructura envuelve el cristal como si lo devorara».
Se juega con el color, la forma, diseñando nuevas facetas e incluso con mezcla de materiales como la resina, el cuero y el metal. No hay límites a la hora de crear. «El cristal tiene un sinfín de personalidades: puede ser étnico, glamuroso o rockero. Me gusta que cada pieza tenga diferentes vidas, que pueda llevarse de día y de noche y se amolde a diferentes estilos». En ese sentido, la versatilidad ha ganado peso. La prueba: cada vez incorporan más piezas multifunción, como un collar que se desmonta en un broche o dos sortijas que –unidas– forman un maxianillo. «Es una manera inteligente de enfocar la joyería».
Los apliques se ponen a mano, uno a uno. «Cada pieza es única», dice Colin.
D.R.
Evolución continua. Tras más de seis años al frente del equipo de diseño, este se ha convertido en una noción fundamental para Colin. «El mundo cambia constantemente, las marcas necesitan reinventarse. Mi papel como directora creativa es luchar por el movimiento». Al contrario de lo que muchos opinan, para ella la industria no va demasiado deprisa. Precolecciones, avances de temporada, pasarelas en streamingy plataformas virtuales donde comprar las colecciones en el momento del desfile. «La capacidad para sorprender es lo que hace que la moda sea interesante».
Visión de mercado. Licenciada en Marketing, Colin entiende la importancia de hacer piezas que se vendan. «Los diseñadores somos artistas contemporáneos. Pero en una empresa como Swarovski debes encontrar el equilibrio entre creatividad y capacidad comercial». No hay duda de que ellos lo han hecho. Además de la colección internacional, crean líneas adaptadas a cada mercado. «En Japón, por ejemplo, usamos la flor del cerezo, un símbolo importante para ellos». Presente en más de 120 países, la internacionalización es clave en el éxito de la marca. Parte del secreto es un equipo creativo en el que están representadas 22 nacionalidades. «Enriquece la firma. No solo nos da perspectiva creativa, sino comercial».
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