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«La mayoría de mis ‘haters’ son tíos: los machirulos se sienten identificados en mis vídeos y atacan»

Partiendo de experiencias propias y situaciones sociales en las que se reconoce toda una generación, Rocío Quillahuaman ha convertido sus «horribles dibujos» en los más virales de Instagram.

La ilustradora Rocío Quillahuaman 
con vestido de Maje.
La ilustradora Rocío Quillahuaman con vestido de Maje.Carlos de la Reina Realización: Francesca Rinciari
Clara Ferrero

Con más de 300 retratos a sus espaldas, la peruana Rocío Quillahuaman (25 años) se ha convertido en una de las ilustradoras más virales de nuestro país, en el que reside desde hace algo menos de dos años. Formada en Comunicación Audiovisual y sin saber apenas dibujar, empezó a sumar seguidores en su cuenta de Instagram después de satirizar sobre lo superficial que le resultaba la escena artística de Barcelona. Cansada de asistir a eventos en los que la única preocupación de los presentes era hacer contactos –tanto o más creativos que ellos mismos–, Quillahuaman, que por aquel entonces estaba en el paro y atravesaba una crisis de identidad, sintió la necesidad de desahogarse a través de sus «horribles» animaciones en blanco y negro. «La gente compartió muchísimo aquella crítica y hasta me empezaron a llamar para entrevistarme. No entendí el fenómeno y sigo sin entenderlo, porque mis vídeos son superdesagradables y ni yo misma puedo verlos», concede. A raíz de aquello le salió una oferta de trabajo en la revista Yorokobu y fue ganando notoriedad hasta llegar a los casi 100.000 seguidores que a día de hoy permanecen atentos a sus hilarantes publicaciones en Instagram.

En sus frenéticos clips las mujeres, grandes protagonistas, gritan, fingen sonrisas, lloran y vomitan para visibilizar lo artificiosa que resulta la felicidad de la que muchos presumen en redes sociales. Las situaciones que retrata, inspiradas en sus propias vivencias, han logrado conectar con una generación con la que comparte angustia existencial. «Hago los vídeos lo peor que puedo porque las experiencias de las que parten fueron muy desagradables para mí. Los personajes son malos y las situaciones muy incómodas, algo que intento transmitir a través de los dibujos y el montaje convulso», aclara. Ella misma se lo guisa y se lo come de principio a fin: escribe el guion, dibuja, graba las voces, las distorsiona y edita el vídeo. En total invierte una jornada de trabajo completa desde que concibe la idea hasta que pulsa el botón de publicar. «Trabajé en producción en Barcelona y no quería volver a pisar un rodaje porque la gente del sector me caía muy mal. No me apetecía hablar con nadie ni pedir favores, así que decidí apostar por este formato en el que yo sola soy capaz de hacerlo a todo».

Entre sus referentes cita a Isa Calderón («Sus vídeos me hicieron darme cuenta de que era posible un humor diferente, más allá de un tío con un micro diciendo chorradas») o la serie Seinfeld y, según cuenta, la canción You’re so vain le sirvió de inspiración para lanzar pullas digitales a todos aquellos que la sacaban de sus casillas en la vida real. «Igual que Carly Simon le tira una indirecta a Warren Beatty logrando que se diera por aludido sin sentirse atacado, utilizo mis vídeos con la misma intención», explica. Los artistas que van de coach, aquellos que tienen doble identidad en Twitter y en la vida real, los jefes que se hacen los locos para no pagar el trabajo de los freelance o los amigos que te dejan en leído en WhatsApp y jamás llegan a contestar son algunos de los «terribles» personajes que pueblan su universo. Situaciones sociales con las que se identifican los más jóvenes, pero que también despiertan el odio de los haters.

«Tengo bastantes. Al principio me llegué a preocupar porque mis vídeos gustaban a todo el mundo y eso es bastante raro. Ahora recibo muchos mensajes asquerosos, sobre todo cuando abordo temas de política. Por eso he dejado de leerlos y muchas veces hasta los borro. En mi caso la mayoría de mis haters son tíos: los machirulos se sienten identificados en mis vídeos y atacan», detalla. A pesar de ese odio tan tristemente frecuente en las redes, Quillahuaman las valora como un escaparate sin igual para aquellos que realizan un trabajo creativo como el suyo. «No me gustaría convertirme en uno de esos adultos que critican a los jóvenes por usar el móvil todo el rato. Yo misma me paso el día en Instagram. Sé que es una empresa que se lleva dinero gracias a mis contenidos, pero me aporta bastante. Estoy muy orgullosa de la gente de mi edad que está utilizando plataformas como esa para crear y mostrar lo que hacen». Compartir allí sus preocupaciones también le ha servido de catarsis para paliar una ansiedad que define como la enfermedad de toda una generación. «Es una plaga y está haciendo mella. Creo que su origen está en la precariedad y si pudiéramos acabar con ella, la ansiedad también desaparecería, aunque luego llegará el colapso y se lo cargará todo», reflexiona pesimista.

Su propio futuro a corto plazo es también una incógnita: «No me considero ni ilustradora ni animadora, por eso tampoco busco mejorar en estos campos porque igual me termino dedicando a otra cosa. Dibujar es solo el medio para expresar mis ideas». La gran ironía es que Rocío Quillahuaman se ha convertido justo en lo que criticaba en su primer vídeo viral: una creativa de Barcelona. Pero ahora, ilustradora de éxito, recibe un trato distinto y mucho mejor que cuando estaba en el paro, algo que le produce aún más rabia. «Al menos estoy contenta porque algunos de mis mensajes están calando. A veces escucho a la gente decir: ‘vamos a hacerle caso al vídeo de Rocío’ y deciden saludar en el mundo real a esa persona que conocen de Twitter».

* Esta entrevista es la versión extendida de las declaraciones incluidas en el reportaje ‘Gen Digital’, publicado en el número 257 de S Moda, en el que siete jóvenes españolas que triunfan en ámbitos tan dispares como la moda, la literatura o la música, explican cómo han encontrado en Instagram un escaparate global para dar a conocer su trabajo. 

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Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

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