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Reyes del videoclip

A un escenario no se sube vestido de cualquier manera. Los iconos de los 80 nos dieron una lección de estilo solo apta para gente sin complejos.

David Bowie
Simon Meaker (EMPICS Entertainment /Cordon Press)

La década de los 80 fue una época ecléctica en la que convivieron iconos musicales de estilo muy dispar, incluso antagónico. Algunos de ellos han sobrevivido para contarlo y continúan inspirando la moda actual. A principios de la década, el panorama creativo en Londres era fascinante. El concepto Sound And Vision creado por David Bowie se hizo realidad. Un club, el Blitz, reunía a una tribu urbana formada por chicos y chicas vestidos como en la época de la Restauración, con extravagantes peinados y rostros blanquecinos. Eran los new romantics. En la entrada, un portero de excepción vestido de Pierrot decidía con severidad quién merecía entrar y quién no. Su nombre: Steve Strange, posterior personaje emblemático del tecnopop inglés frente al exitoso proyecto Visage.

Autenticidad y artificio a partes iguales se mezclaban en un ambiente mayoritariamente gay donde un grupo de apolíneos chicos heterosexuales siempre tenía la entrada asegurada (Strange no tenía un pelo de tonto). Tony, Martin, Gary, John y Steve se convirtieron muy pronto en la banda preferida del club y eligieron el nombre de Spandau Ballet (sacado de un grafiti que vieron en Berlín oeste) para inaugurar una trayectoria meteórica. En cuestión de dos años pasaron de vestirse con fajines, fulares, pantalones bombacho, chalecos y camisas de holgadas mangas (como un Robin Hood moderno) a lucir un impoluto look trajeado que les permitió triunfar a nivel mundial y, ante todo, los ayudó a llegar a lo más alto de las listas norteamericanas. Curiosa la transformación de una banda cuyo verdadero líder, el guitarrista Gary Kemp, se jactaba, tras la publicación de su primer álbum, de «hacer música y vestirse a la europea, de crear algo completamente antiamericano».

Frente al efervescente Londres, otra ciudad inglesa destacó por una potente escena new romantic. De ella surgió el grupo respuesta a los Spandau: Duran Duran. En Birmingham, Simon Le Bon y compañía eligieron el nombre de un personaje del filme Barbarella para debutar con una imagen muy afeminada y una música que, según el teclista Nick Rhodes, «era un cruce entre Chic y los Sex Pistols. O quizás entre Kraftwerk y The Monkees». Qué más daba. Desde el primer sencillo, los Duran disfrutaron del éxito y, sobre todo, de una respuesta por parte de las fans que la prensa bautizó como Durandemonium. Del new romantic, la banda pasó a vestirse con trajes de color eléctrico creados por Antony Price para un disco, Rio, que los convirtió en superestrellas tanto en el resto de Europa como en EE UU y Japón.

Después vendría la estética apocalíptica de Wild Boys o la elegancia minimal en blanco y negro de Notorious. Una larga trayectoria que evoluciona hasta el día de hoy, un momento en el que los Duran Duran siguen en plena forma gracias a su último álbum, All You Need Is Now (estupendamente producido por Mark Ronson), y al corto del sencillo Girl Panic (dirigido por Jonas Akerlund y protagonizado por cinco de las supermodelos más imponentes de la historia de la moda).

En todos los fenómenos moda-musicales hay artistas que son más listos que otros. Y en el grupo de personajes avispados podemos situar a Adam Ant. El joven Stuart Goddard, tras pasar por una infancia marcada por el alcoholismo de su padre y una adolescencia en la que sufrió de anorexia e intentó suicidarse, decidió bautizarse como Adam Ant para intentar convertirse en una estrella de la música anglosajona. Para ello, formó la banda Adam and the Ants, cuyos fetichistas comienzos a finales de los 70 en la escena punk no terminaron de cuajar. Tuvo que llegar el genio del marketing, Malcolm McLaren, para decirle a Adam: «Reforma tu banda, júntate con el guitarrista Marco Pirroni y deja que mi novia, Vivienne Westwood, os diseñe el look». Dicho y hecho. Los discos Kings Of The Wild Frontier y Prince Charming auparon a la formación hasta lo más alto de las listas… la antmanía invadió Europa y convirtió a su líder en un sex symbol. La mezcla entre el estilo apache, el bucanero y la corte del Rey Sol funcionó y nos dejó algunos de los clips más memorables de la década. Aún así, la banda decidió disolverse y Adam Ant comenzó una carrera en solitario que también fue un éxito, aunque solo al principio. Su personalidad bipolar solo le ha permitido trabajar con altibajos. Ahora disfruta de una etapa próspera que lo ha llevado de gira por su país durante el pasado año.

Queda claro que, a principios de los 80, Londres era el centro de atención. Sin embargo, al otro lado del Atlántico, en Nueva York, un artista plantó cara a la extravagancia británica con su look preppy. David Byrne, al frente de Talking Heads, demostró que para ser vanguardista no hacía falta cardarse el pelo. Él apostó por el clásico estilo americano hasta que decidió convertir uno de sus conciertos en el filme Stop Making Sense y descubrió que, a veces, ser estrambótico puede ser muy divertido. A partir de ahí, Byrne se ha convertido en un artista multidisciplinar que es capaz tanto de vestirse de persona normal mientras asiste a un desfile de Rodarte junto a su actual pareja, la fotógrafa Cindy Sherman, como de sorprender al personal con atrevidos trajes cuando se sube al escenario.

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