Así ha sido el abrazo más efusivo recibido jamás por la reina Letizia

Seguro que ni Gerardo Fernández ni la propia reina Letizia olvidan fácilmente la audiencia que tuvo lugar este pasado viernes en el Salón Magnolias del Palacio de la Zarzuela. La monarca protagonizó una divertida y emotiva anécdota al fundirse en un efusivo abrazo con Gerardo, un joven sordociego que desde su silla de ruedas ha agarrado con entusiasmo a la reina, saltándose la rigurosidad del protocolo para mostrarle todo su afecto. El vigués es uno de los representantes de la asociación Discamino, fundada por el agente de policía Javier Pitillas –también presente en el acto–, que ayuda a personas con diversidad funcional a hacer el Camino de Santiago. Discamino ha sido una de las iniciativas galardonadas en la XII edición de los Premios ¡Buenos días, Javi y Mar! Por un mundo mejor, que anualmente entrega el programa radiofónico de Cadena 100 a un grupo de héroes anónimos y que en esta edición han sido felicitados personalmente por la reina. Para presidir el acto Letizia volvió a lucir un vestido de manga larga de Massimo Dutti que ya habia sido alabado por la prensa especializada en moda en anteriores ocasiones

Gerardo utilizó el lenguaje de signos para alabar la belleza y delgadez de la reina, a la que después le pidió un beso. Según confesó Javier Pitillas en Faro de Vigo, no hay protocolos que valgan para frenar a su compañero. “Se lo ha saltado, como no lo ve o no se lo explican directamente, si quiere abrazar a alguien se acerca y claro…”, declaró el fundador de Discamino, que fue testigo directo del abrazo que llegó a desequilibrar por un instante a la monarca. Entre el resto de premiados se encuentran ejemplos de solidaridad como el de María José Gimeno, fundadora de la asociación Mamás en acción que acompaña a los niños que están solos en el hospital; Noé Valverde, que con 11 años salvó la vida a un bebé que había caído a una piscina; el Centro de Día Reina Sofía, que cuida a personas con Alzheimer; Vicente Martínez, un deportista extremo aunque padece la enfermedad conocida como “huesos de cristal”, o Rubén Conde, que sufre parálisis cerebral y pese a ello tiene tres carreras y entrena a dos equipos de fútbol femenino.